Read online book «Sueños De Un Juez I» author Serna Moisés De La Juan

Sue?os De Un Juez I
Serna Moisås De La Juan
El juez se quedî dormido y despuås de descansar, tal vez unas tres horas, cuando su mente estaba ya descargada de la pesadez del d?a, åsta estableciî contacto de forma visual con una escena que no le era familiar, era como si ål mismo fuera trasladado a otro lugar, y pudiera ver y escuchar todo lo que all? se hac?a. Ål presenciî aquello que estaba delante y pod?a observar con detalle a todos los asistentes, pero ål mismo no estaba f?sicamente en el lugar.  Era la primera vez que le ocurr?a, y por tanto se encontrî con miedo, y as? se mantuvo aparte de las personas que ve?a y de los acontecimientos que presenciaba, durante el primer tiempo. Luego entendiî que todo pod?a ser un sue?o por lo que nada le pod?a ocurrir, y se mezclî entre los asistentes observando todo desde distintas posiciones, pues ellos no detectaban su presencia, y al final determinî que efectivamente era un sue?o y que podr?a aprender algo de las cosas que ve?a y escuchaba.


Sue?os
de un
Juez
I

Juan Moisås de la Serna

Editorial Tektime

2020
“Sue?os de un Juez I”
Escrito por Juan Moisås de la Serna
1? ediciîn: marzo 2020
© Juan Moisås de la Serna, 2020
© Ediciones Tektime, 2020
Todos los derechos reservados
Distribuido por Tektime
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Prîlogo

El juez se quedî dormido y despuås de descansar, tal vez unas tres horas, cuando su mente estaba ya descargada de la pesadez del d?a, åsta estableciî contacto de forma visual con una escena que no le era familiar, era como si ål mismo fuera trasladado a otro lugar, y pudiera ver y escuchar todo lo que all? se hac?a. Ål presenciî aquello que estaba delante y pod?a observar con detalle a todos los asistentes, pero ål mismo no estaba f?sicamente en el lugar.
Era la primera vez que le ocurr?a, y por tanto se encontrî con miedo, y as? se mantuvo aparte de las personas que ve?a y de los acontecimientos que presenciaba, durante el primer tiempo. Luego entendiî que todo pod?a ser un sue?o por lo que nada le pod?a ocurrir, y se mezclî entre los asistentes observando todo desde distintas posiciones, pues ellos no detectaban su presencia, y al final determinî que efectivamente era un sue?o y que podr?a aprender algo de las cosas que ve?a y escuchaba.
Dedicado a mis padres
Contenido

Primer Sue?o (#ulink_6adcc57d-04a7-5822-96ed-e20ff5a09c48)
Segundo Sue?o (#litres_trial_promo)
Tercer Sue?o (#litres_trial_promo)
Cuarto Sue?o (#litres_trial_promo)
Quinto Sue?o (#litres_trial_promo)
Sexto Sue?o (#litres_trial_promo)

Primer Sue?o
El juez se quedî dormido y despuås de descansar, tal vez unas tres horas, cuando su mente estaba ya descargada de la pesadez del d?a, åsta estableciî contacto de forma visual con una escena que no le era familiar, era como si ål mismo fuera trasladado a otro lugar, y pudiera ver y escuchar todo lo que all? se hac?a. Ål presenciî aquello que estaba delante y pod?a observar con detalle a todos los asistentes, pero ål mismo no estaba f?sicamente en el lugar.
Era la primera vez que le ocurr?a, y por tanto se encontrî con miedo, y as? se mantuvo aparte de las personas que ve?a y de los acontecimientos que presenciaba, durante el primer tiempo. Luego entendiî que todo pod?a ser un sue?o por lo que nada le pod?a ocurrir, y se mezclî entre los asistentes observando todo desde distintas posiciones, pues ellos no detectaban su presencia, y al final determinî que efectivamente era un sue?o y que podr?a aprender algo de las cosas que ve?a y escuchaba.
Sin saber cîmo se encontrî en un gran salîn, presidido por su propio Rey, y junto a ål, alguien que se parec?a a ål mismo, esto le extra?î y se dijo, “?Extra?o sue?o, pues yo mismo me veo!” y sabiendo que no es una realidad f?sica, y ademàs tambiån en el sue?o ejerc?a de Juez, y hab?a otras personas, otros que eran como ål, otros que eran Jueces y que hac?an las veces de testigos de cargo, y de la defensa, y as? tambiån hab?a uno que era el que expon?a el caso y dec?a que este caso era sobre los Ancianos de la Comunidad y as? uno que parec?a de cargo como el actual Fiscal, argumentî aspectos para que desaparecieran, y el Defensor para que se les respetara, y al final ål mismo o el que se le parec?a a ål mismo, tuvo que dar su JUSTICIA, decir su parecer.
Y despuås de terminado todo, el Rey all? presente, aunque a un lado, y que era testigo, pero no participante, hizo un Decreto por la misma Sentencia, pero todo esto, es mejor contarlo con detalle, pues es importante y lo fue para algunos pueblos a travås de los cuales se extendiî las ense?anzas.
Para una mayor aclaraciîn en este primer cap?tulo, os dirå que, el juez, se ve?a a s? mismo como un ser vivo pero no f?sico, sino de energ?a, por ello no era detectable a los demàs, pero a ål mismo si le funcionaban bien los sentidos, y pod?a moverse de un lugar a otro, no andando como los f?sicos si no, solo pensando y el pensamiento les llevaba a donde quer?a, y esto lo tuvo que aprender en unos cuantos movimientos, pues el pensar no tiene importancia, pero cuando se cumple lo que uno piensa, se da cuenta de la enorme capacidad que el hombre tiene.
El juez, durante el relato se mov?a de un lugar a otro, y pasaba a travås de los personajes y tambiån escuchaba sus palabras y pensamientos, y as? se enteraba de todo, pero ål mismo se ve?a a s? mismo formando parte de aquel mundo f?sico, y ål mismo se daba cuenta de que todo era un Sue?o, pero un Sue?o que alguien Superior muy poderoso le hac?a tener y as? lo primero que quiso averiguar era quiån le mandaba aquellas imàgenes y descubriî para su asombro que era el ALT?SIMO.
Esto fue lo que vio. En un salîn grande con columnas a los lados, y de forma redonda, hab?a unos sillones, alineados a una gran mesa, los sillones eran cinco, y pareciî que aquello era un tribunal, y ål mismo el juez, quien llegî antes de que entrase la gente, pues vio guardias armados, y con ello entendiî que alguien importante, como luego confirmî, estar?a presente, y as? empezî a entrar gente bien vestida, o dir?a con lujosos mantos, y elegantes gorros en la cabeza, y tambiån como fue el caso de dos de los personajes que entraron, uno de los cuales era el Rey, y otro el que parec?a su Consejero de Justicia.
Se sentaron aquellos nobles Se?ores en sus sillones, y dieron paso a otros de menos categor?a, pues al entrar, desde la puerta estaban dando saludos y haciendo inclinaciones de cabeza, y para el asombro del Juez, se vio a s? mismo entre uno de los de aquel grupo.
Naturalmente ål se daba cuenta de que todo no era realidad, pues ål continuaba dormido y al mismo tiempo estaba en aquel salîn como si fuera un Esp?ritu presente viendo y escuchando.
Delante del Rey y puestos en pie, hablaron por turno y as? dijeron lo siguiente.
El Rey los hab?a convocado como los mejores de entre los que se consideraban los Jueces, y as?, aunque ål mismo, no era sino ?nicamente un Juez de la Capital, sin siquiera territorio propio, pues solo pod?a administrar Justicia en el Zoco, le hab?an llamado porque hab?a conseguido fama.
Con el reconocer p?blicamente que siempre que ten?an Juicio hac?a Oraciîn, y se le dec?a lo justo, y as? siempre acertaba, y como normalmente eran reconocidos como justos todos los veredictos, aspecto que en otros casos no ocurr?a, donde los veredictos se sol?an inclinar a favor de alguno de los dos.
Veredictos que sol?an ser injustos entre los demàs, porque se inclinaban hacia aquel por tener mejores medios econîmicos, o mejores argumentos, o que hubiera preparado mejor las pruebas, se le daban los fallos, y el que era inferior o ignorante no ten?a nunca la justicia a su favor, por eso, entre el pueblo y sobre todo entre los comerciantes, se dec?a que la justicia era de los poderosos, menos en uno de los Jueces, que era de quien tuviera la razîn.
De esto se hab?a enterado el Rey y quiso probar lo que escuchaba, y as? se dijo as? mismo, en contra de su Consejero de Justicia, que tratî de quitarle de la cabeza el asunto, pues podr?a perjudicarlos, que quer?a presenciar alg?n Juicio de aquel hombre, y as? ocurriî que se presentî disfrazado a presenciar uno y le gustî, y dispuso que ser?a interesante, hacer unos Juicios a la Sociedad, y puesto que ten?an un Juez que le ven?a la Justicia del mundo Espiritual, los humanos se podr?an beneficiar de ello, y lo pensî y lo dispuso y as? llamî y organizî un Juicio presidido por aquel Juez tan especial.
As? pasî, que cuando todos hubieron saludado y se presentaron, el Rey mandî hablar al Consejero de Justicia, y åste expuso, que quer?a saber cîmo estaba la Justicia entre las gentes, y que, para ver la preparaciîn de los Jueces, se hab?a pensado hacer unos Juicios all? delante del Rey, el cual escuchar?a y no intervendr?a.
As?, no se quer?a que se hiciera la Justicia a su parecer, sino porque es lo acertado, y as? mismo dispuso quiån ten?a que ser el Acusador o Fiscal, y quiån ten?a que ser el Defensor, y quiånes ten?an que actuar como testigos de la acusaciîn, y quiånes de la defensa, y al ?ltimo de todos que nombrî fue al Juez principal, que no era otro que el propio juez del sue?o.
Åste que no sal?a de su asombro, y que nunca le hab?a gustado ser importante, y que en aquel mismo momento estaba sentado al final de todos los sillones, en el lugar màs alejado y considerado menos relevante, cuando escuchî su nombre para el cargo, se levantî, y tratî de excusarse diciendo:
?En verdad os agradezco el cargo, pero teniendo aqu? a mis superiores, y considerando que soy el màs ?nfimo de los presentes, creo que os habåis equivocado en el nombramiento ?El juez continuî hablando despacio y en voz tal, que todos le pudieran escuchar bien, pues el recinto era grande?. Decirme si no, ?cîmo ellos que son màs, van a someterse a mi Juicio siendo menos?, ?acaso mi palabra va a tener alguna fuerza?, cuando ellos bien preparados, y con grandes cargos defiendan o ataquen algo, si yo apenas tengo lo justo para hacer justicia en el Zoco, que como sabåis son cosas sencillas y no requieren de grandes preparaciones es.
Y as? argumentî, y como el consejero que estaba de acuerdo con sus explicaciones iba a cambiar las cosas, intervino el Rey, que era el ?nico al parecer que ten?a el empe?o en que aquello se celebrase y dijo:
?Veremos quå tal lo hacåis ahora que no estàis en el Zoco, y tambiån quå tal lo hacen otros, estando a las ordenes en lugar de darlas, ?Que el Juicio empiece!
As? pues, una vez constituido el tribunal, se trajeron unos sillones y unas mesas y se formî el Juicio y tambiån como el Rey quer?a tener constancia, pues intu?a que pod?a salir algo importante, se llamî a un escritor que pusiera en tablillas de cera lo que se dispusiera como Sentencia, para que se archivasen o se aplicasen seg?n su val?a.
El juez cuando se vio tan importante, pidiî el tema del Juicio y este se le dijo, y as? entendiî y levantàndose por el poder que seg?n ål mismo dijo le hab?a dado el Rey, dispuso que se abriera el debate, pero como a ninguno se le hab?a comunicado las intenciones del Rey antes, se dispuso, y as? lo dispuso ål, que tuvieran tiempo hasta despuås de la comida para pensar y organizar sus argumentos y as? tambiån preparar a los testigos.
A todos les pareciî bien menos al Rey, que parec?a que ten?a prisa y as? lo manifestî.
El juez, ejerciendo de Juez, le contestî:
?Ver Se?or que podemos hacer lo que queràis, pero que, si queråis Justicia, esta tiene que ser bien pensada y tambiån bien defendida, y bien planteada, y si alguno por no tener su tiempo, no lo hace bien, luego se podrà decir, que El Rey lo quiso as?, no quer?a justicia si no prisa.
El Rey entendiî y le dijo:
?T? tienes el poder, pues eres el Juez, que se haga como dices.
El juez, el verdadero y real, el que dorm?a en su habitaciîn de su casa, segu?a durmiendo, y mientras su Esp?ritu, era el que ve?a y escuchaba todo y as? asombrado por verse ål mismo en una situaciîn no real, escuchaba todos los comentarios, y as? se juntî a alguno de los Jueces importantes, y sin que ellos se dieran cuenta.
En realidad, eran los Principales dentro de los Jueces, y tambiån Principales suyos en la vida real, y acercàndose escuchaba cîmo murmuraban que le arreglar?an las cuentas al juez cuando salieran del lugar, y otros dec?an:
?Le dejaremos hacer, y cuando sea el momento, delante del Rey le pondremos una trampa ?Pues todos eran inteligentes y as? mismos se ve?an respaldados por el Consejero de Justicia, que hab?a dado muestras de no estar conforme con aquella escena, ni con los cargos dados.
El juez, el que ten?a el cargo de Juez que le hab?a dado el consejero por orden del Rey, se ve?a solo en un lado de la habitaciîn, y cuando se le acercî uno para hablarle, le dijo:
?No tengo nada que comentar, hasta que el Juicio haya terminado, pues tus comentarios podr?an invalidar el Juicio, al conocer una parte y no la otra.
El tema escogido era, LOS ANCIANOS. El Juicio iniciî y se organizaron, y empezî a hablar el Principal de mayor autoridad, y como era el que màs autoridad ten?a, todos le escucharon, y todos vieron que trataba de lucirse, pero que no dec?a nada nuevo y a este se le hab?a dicho que presentara el Juicio, y eso hizo sin muchos detalles, tan solo para cubrir el puesto.
Luego hablî el siguiente, tambiån Principal y segundo en autoridad, todos le escucharon y as? åste hizo su presentaciîn como acusador o Fiscal, y ål mismo, se dio cuenta por lo expuesto, que quer?a terminar y marcharse pues se sent?a incîmodo y consideraba un capricho del Rey aquel acto.
Luego pasî el tercero, aquel que era Defensor, y como la acusaciîn hab?a sido tan mala, el defensor no pod?a lucirse anulando a su superior, y as? lo hizo peor, y aunque al final tratî de hacer un resumen y aclarar un poco lo dicho, todos vieron que quer?a hacer un favor al anterior.
Continuaron los testigos de la acusaciîn y los de la defensa y as? terminaron, y cuando todo parec?a acabado y se supon?a el veredicto del Juez, que sin duda ser?a favorable al Principal de mayor autoridad, pues as? lo esperaban todos incluso el Rey, al que le hab?a parecido todo muy poco profundo, se encontraron con que el Juez dijo:
?Dejarme hacer Oraciîn y escucharåis mi Sentencia ?Y se retirî.
Cuando regresî su cara denotaba preocupaciîn y as? en pie y pidiendo permiso al Rey que se lo concediî, dijo:
?Bien ahora ya os habåis lucido todos delante del Rey, pero si este quiere Justicia, se tendrà que hacer algo diferente a lo que hasta ahora se ha hecho, pues si no, repetiremos los mismos errores que en estos momentos se tienen.
Aquellas palabras las tomaron los Principales como un insulto y levantàndose del asiento arremetieron verbalmente contra el juez, pero el Rey levantàndose a su vez, les gritî y todos se callaron para escucharle, y as? dijo:
?Me alegro de que el Juez haya sido el que os pusiera en vuestro sitio, pues si ål no lo hubiera hecho lo habr?a hecho yo. Todo lo que he visto no me sirve de nada, y quiero tener algo nuevo, as? que dejar de pensar en luciros, que para m? sois los Principales y no se os va a quitar nada, y dejar hacer al Juez su trabajo, as? que escuchemos y veamos quå màs nos dice, pues el tiempo que ha estado en Oraciîn ha sido mayor del que nos ha dicho las cosas ?Y se sentî.
Ante aquellas palabras del Rey, el juez, vio reforzada su escasa autoridad y empezî por organizar el trabajo y designî a quiån quer?a escuchar el primero, y como empezî a hacerlo como lo hab?a hecho antes le dijo:
?Espero que seas mejor en tus Juicios, pues careces de calidad, as? que prepara para ma?ana bien el trabajo ?Y lo mismo hizo con los demàs, asombrando incluso al Rey, que por un lado ve?a que se alargaba algo que para ål hab?a empezado como un juego, y que por otra parte le gustî el tono y los planteamientos, de aquel a quien hab?a puesto como Juez, y todos salieron pues disgustados.
As? pues, el Juez por la autoridad que le hab?a dado el Rey dispuso que el Juicio se celebrar?a al d?a siguiente, dando tiempo a preparar cada uno por separado, sus respectivos cargos, y desde luego, con aquellas premisas expuestas, todos se esforzaron pues ve?an que el mismo Rey, que hasta entonces les hab?a ignorado estaba tomando parte en el propio Juicio, aunque como espectador.
Llegado a este punto el Esp?ritu del Juez, volviî a su cuerpo, y as? vino volando, haciendo realidad un pensamiento que ål mismo hab?a tenido, y antes de entrar vio la casa por encima y le pareciî curioso, pues era la primera vez que se fijaba en una construcciîn desde aquella perspectiva, y entrî en la habitaciîn y vio a su amada esposa durmiendo tranquila, y se vio a s? mismo en otra habitaciîn tambiån durmiendo, aunque con mala postura y entrî en el cuerpo, y cuando lo hizo El juez, el Juez, el F?sico, se despertî, y levantàndose y marchî a su cama con un gran cansancio.
El juez se despertî a la ma?ana siguiente, y aquel d?a estuvo casi sonàmbulo, era como si hubiera tenido fiebre y no hubiera descansado, y, sin embargo, rememoraba con todo detalle lo que ten?a que hacer, recordaba muy bien lo so?ado, y como le inquietaba todo, lo consultî en la Oraciîn, y se le dijo:
?Espera a esta noche el sue?o no ha terminado.
As? pasî el d?a, demasiado despacio para ål, y cuando llegî el tiempo de descansar, se durmiî totalmente agotado, pero no por eso dejî de despertarse a las tres horas de dormir, y as? reviviî todo lo que hab?a visto en su sue?o anterior, y volviî a enso?arse y con ello siguiî el Juicio planteado a la TERCERA EDAD.
Sucediî lo mismo que la noche anterior, el Esp?ritu del Juez, saliî del cuerpo f?sico y despuås de mirarle, pensî en estar en el palacio del Rey, y tal como lo pensî marchî volando hacia aquel lugar donde se ten?an que reunir, llegî el primero y vio como entraban y el ?ltimo de todos fue el Rey, que se sentî en su sillîn y a su lado su corte, el Consejero de Justicia y dos Consejeros màs invitados por el propio Rey, y cuando todos estuvieron se mandî al Juez que empezase.
As? el Juicio empezî por el Juez, que expuso el motivo de la reuniîn, y tambiån presentî las partes seg?n se ten?a que hacer, y tambiån dijo que, si alguien no pod?a, no quer?a, o ten?a algunos prejuicios o presiones que el Juicio no ser?a vàlido, y todo sab?an que eso ser?a as?, y el Juez lo dijo en voz alta y dijo:
?Så que eso es as?, pero como entiendo que todos son Jueces, podràn dejar en la puerta antes de entrar, aquello que pueda afectar a lo que aqu? se diga.
Todos estuvieron de acuerdo y parec?a que en la noche que hab?an tenido para reflexionar, hab?an cambiado de aptitud, ya que consideraron que el Juez iba en serio, y podr?a darles un susto, si no cumpl?an bien, pues estaba el Rey delante.
Abriî la Sesiîn aquel que ten?a que acusar y que vosotros llamàis Fiscal, y defendiî el argumento de que a todos los ancianos a una determinada edad o circunstancias, se les ten?a que dar muerte o permitir que murieran, ya que no serv?an para nada y tambiån eran una gran carga para su familia que ten?a que tener personas dedicadas a ellos, y as? dijo que en la antig?edad cuando alguien llegaba al momento de no poderse valer, se le dejaba en el monte para que esperase la muerte, en soledad y por inaniciîn, todo podr?a ser dos a cuatro d?as de sufrimiento, y comparaba que este tiempo no era nada, con los a?os de sufrimiento que pod?a tener, si se le cuidaba en que pod?a durar a?os, y tambiån el sufrimiento para los demàs.
Todos escuchaban y aunque no les gustaba el tema, estaba bien presentado y argumentado, y as? continuî aquel hombre que parec?a de hierro por sus duras palabras:
?Esto naturalmente tiene sus excepciones, pero como norma y como Sentencia que tiene que ser general, y luego en cada caso particular, digo que tampoco el sufrimiento purifica ni ayuda en su vida Espiritual. As? pues, no tiene sentido prolongar el sufrimiento, pues para su Esp?ritu interno, tampoco le vale de nada pues sus mentes no rigen, y es sabido que los Esp?ritus y el cuerpo f?sico se conectan a travås de la mente, as? pues si esta no funciona, la conexiîn està interrumpida, y ese Esp?ritu està esperando la muerte del cuerpo para salir y marchar al lugar donde moran los Esp?ritus ?Y por los gestos que hac?an los demàs, parec?a que ten?a razîn.
El Acusador o Fiscal, presentî a uno de sus testigos, el cual dijo, que ten?a a su padre que viv?a con ål desde hac?a mucho tiempo y que era una carga tan pesada que todos estaban deseando que muriese, el hecho hab?a ocurrido hac?a màs de diez a?os, y era la consecuencia de una ca?da de caballo, un accidente.
As? todos los d?as se lo demostraban pues el hombre apenas se pod?a mover dado que ten?a dificultades en la espalda y tambiån por ello, y ver si la carga era pesada, que se le ten?a que ba?ar y tambiån atender en sus necesidades personales, y conocåis que los enfermos no tienen control de sus îrganos, y as? estaba rodeado muchas veces de porquer?a, y as? todos parec?an asentir.
El hombre que era un Juez de los asistentes que le hab?a tocado ser testigo de cargo, se expresaba diciendo:
?Yo soy el que menos sufre, pues apenas le veo, ya que cuando marcho por la ma?ana ål contin?a en su cama, y cuando regreso ål està en su habitaciîn y todo el trabajo cae sobre la mujer y los hijos, y ya no pueden aguantar màs, y mirar que ocupa un lugar en la casa que necesitamos para separar a los hijos que son mayores, y que deben dormir juntos siendo machos y hembras ?Y as? hizo muchos comentarios.
Cuando hubo terminado, continuî el segundo testigo de cargo y dijo:
?Veråis mi caso es distinto, tengo un padre que ya es muy anciano y tiene la cabeza ida, pero como seg?n la Ley contin?a con vida, no se puede repartir la herencia, y as? tenemos que aguantarnos sin poder hacer nada pues ål solo dice:
?Todo se queda como està, cuando me marche podåis vender o hacer lo que queràis, pero ahora es mi bien lo que me juego.
»Ål, no cree que le cuidar?amos mucho mejor, si nos deja administrar el dinero, y entiende, que cuando no tenga la fortuna le podemos abandonar o quitar de en medio, tal y como ha ocurrido en casos que ål dice conocer, a lo largo de su vida, y ver que esta es mucha, pues ya tiene el pelo blanco y tambiån la barba. Continuamente nos hace humillarnos y tener que ir a pedir dinero para poder seguir con la hacienda, pues ål mismo como tiene la cabeza mal no puede cuidarla, y si no ver, que se necesitaba reponer una pareja de animales para el apareamiento y volver a tener una buena ganader?a, y eso como sabåis cuesta una fortuna, y as? se le dijo:
?Vendemos una tierra y con ella compramos los animales.
»Y como tiene la cabeza mal, nos dijo:
?El precio que me dec?s es robarme.
»Como no vive en nuestro momento y cree que todo es mucho màs barato, nada se puede hacer.
El testigo miraba a todos y ve?a en sus rostros caras de asentimiento, y continuî:
?Termino diciendo que queremos que muera y creemos que estar?a mucho mejor si ocurriera tal cosa, pues el sufrimiento en este caso no lo tiene ål, sino que nos lo ha trasladado a nosotros, ya que parece que tiene un cuerpo que puede aguantar y ser?a la ruina de todos los hermanos ?Y dio por terminado el asunto.
El Juez escuchî, pero nada se ve?a en su rostro que le hubiera convencido, y aunque todos esperaron algo, tambiån sab?an que nadie que fuera Juez, puede dejar ver si està conforme o no con alguna de las partes, y se tiene que reservar para la Sentencia, y cuando el testigo del acusador terminî su exposiciîn, este volviî a tomar la palabra y dijo:
?Me reservo el derecho de volver a hablar al final, despuås de la Defensa ?Y aunque esto no se hac?a casi nunca ål quer?a lucirse delante del Rey y hab?a pensado en sacar algo no corriente para impresionarlo.
Terminî el acusador o Fiscal, le dio la palabra al Defensor, el cual manifestî lo siguiente:
?Cuando una persona està enferma se le cuida, y as? podemos seguir adelante en la vida, si cuando no servimos para nada, si cuando nuestras mentes no pueden estar claras, por la fiebre o por la enfermedad nos cuidan y as? la vida sigue, y esta situaciîn en muchas ocasiones, ha durado un tiempo, a veces incluso màs de un a?o, y aquello se pasa y se olvida, ?cîmo es posible ver a la tercera edad como una enfermedad?
»Todos estamos obligados por lazos de hermandad, y por considerar que tenemos un Esp?ritu dentro y no somos animales, y que tenemos humildad, y tambiån sentimientos y obligaciîn de ayudar a los que nos necesitan, pues esa es la base de nuestras Comunidades, verlo si no, cîmo desde muy antiguo se han formado åstas sobre la base de AYUDA MUTUA Y PROTECCIÎN MUTUA.
El Defensor mirando a todos y viendo que estaban bien dirigidos sus argumentos, continuî.
?Pero, es màs, se nos ha ense?ado desde muy antiguo, y lo conocemos por la tradiciîn, y tambiån por algunos escritos, que costumbres tan bàrbaras como las que se han presentado justificando esas muertes, eran repudiadas por los Maestros Espirituales. Se nos ha dicho que nuestras acciones tienen un trasfondo en el plano Espiritual, pensar ?cîmo quedar?amos nosotros mismos, si no solo no cuidamos a quien nos necesita sino propiciamos su muerte, dejando que mueran esas personas sin asistencia?
»Mirarnos nosotros como ejemplo de todos ?continuî el Defensor argumentando? todos tenemos edades que pronto nos daràn que contar entre los ancianos, y as? mismo les pasaràn a nuestros hijos, cuando les llegue el momento. Juzgamos el hacer algo contra esas personas, por tener que soportar la enfermedad de la vejez y encima la incomprensiîn de los màs jîvenes, con lo que nos estaremos juzgando a nosotros mismos cuando sea el momento.
»Estaremos cometiendo un crimen, el màs grande que se puede cometer, pues son seres indefensos, y necesitan de ayuda, cuando ellos mismos durante toda su vida han estado dàndose a los demàs. Por ello digo y sostengo que los ancianos deberàn ser respetados y tratados con la cortes?a y el cari?o que se merecen como personas, y tambiån como padres de los que ahora les quieren echar y quitarles lo que es suyo.
»Pero no ver solo esto, ahora mismo se quiere ver, si es correcto o Justo, el sostener con vida a ancianos que nada sirven para la humanidad, fijaros si no estaremos dando argumentos a algunos poderosos o no tan poderosos, a que se quiten de encima a todos aquellos parientes que luego tengan que decidir sobre ellos.
»Ver que, seg?n lo expuesto, solo se quedaràn con los que luego ellos mismos sepan que les van a tratar bien, estaremos cubriendo un crimen con las acciones correspondientes del que va a ser la v?ctima, y sabåis que cuando uno està en peligro de muerte tiene todo el derecho de la Defensa.
»Pero ver tambiån que, si hacemos tal cosa, todos los que lleguen a cierta edad, haràn que sus fortunas se gasten y ellos mismos no se preocuparàn de tener haciendas, pues nada se tiene que quedar para los verdugos, que cuando llegue el momento le mataràn y se quedaràn con sus bienes.
»Conocåis que todos los que poseen algo, tienen la preocupaciîn de que sus bienes se conserven a travås de los demàs, y que, aunque algunos entendàis que el almacenar bienes en la Tierra es de necios, existen esas personas y el Reino es una muestra de ello ?Cuando dijo esto, el Juez se dio cuenta de que se hab?a metido con la Corona, y que era una equivocaciîn y as? continuî y rectificî?. Pero no ver este ?ltimo caso como muestra, si como el deseo de almacenar lo mejor para los suyos, y as? vivir todos en mejor estado de salud y con alimentos y vestidos para todos, ?Y cuando estimî arreglado el fallo, continuî?. ?Claro que es importante el caso que contàbamos!, pero tambiån detràs de ello, està el trasfondo de, ?quiån tiene derecho a dejarse matar?, pues tal ser?a lo que pensar?an todos los hombres cuando se acercasen a los momentos en que seràn ancianos, o bien ?quiån tiene derecho a matar al otro?, porque fijaros, y que sirva para reflexionar, ?no tendr?a ese derecho el padre sobre los hijos que han salido de s? mismo?
»?Acaso cuando quisiera no tendr?a ese derecho? ?continuî el Defensor?. Y entonces si se lo negamos a ål, ?cîmo podemos dar ese derecho a los hijos, si el padre les ha dado la vida?, ?acaso los hombres con nuestras mentes haremos las cosas al revås que la naturaleza?
Aqu? se volviî a equivocar y se dio cuenta, y rectificî.
?Aunque claro, que, si la naturaleza tiene esas costumbres en algunos animales, y nosotros realizamos este acto nos convertimos en animales carniceros, que matamos para quedarnos con los bienes de los demàs o simplemente porque no nos molesten, aquellos que no nos pueden beneficiar.
Aqu? el Defensor hizo una pausa, y de esta manera utilizî lo que en los Juicios se llama “el silencio de la atenciîn” al hacer un silencio, todos se callan esperando lo que sigue, y se centra la atenciîn en lo siguiente que se quiere decir, y el Defensor alzando la voz continuî:
?Por eso grito y lo hago bien fuerte, ?la vida es importante y nadie tiene derecho a quitarla! y si uno ha luchado por un Pa?s, por unas tierras, por una familia, nadie de este Pa?s, de estas tierras, o de esta familia tiene otro derecho que protegerlo hasta el fin de sus d?as.
Despuås le llegî el turno a un testigo de la Defensa que dijo:
?Veråis, me conocåis como Juez y tambiån conocåis mi reputaciîn de que nunca miento, por ello quiero que veàis que esta historia es cierta y no preparada para la Defensa.
»Yo tengo a mi padre en casa y bendigo el tenerlo pues es un hombre sabio y justo, y ayuda a la casa con su sabidur?a, no da apenas trabajo y lo que da es gratamente compensado con alegr?a y halagos, y lleva ya con nosotros, cinco a?os, y aunque esperamos que tenga remedio pues fue un accidente al ser atropellado por una cabalgadura de un soldado, y haberse lastimado la espalda y las piernas que sufrieron fracturas varias. Sabemos que no serà el mismo, y que necesitarà ayuda, pero su cabeza està bien y a?n ense?a a todos los que estàn al lado.
»Quiero destacar que està muy unido a mis hijos, a los que quiere màs que nos quiso a nosotros, y que ellos le corresponden en la misma medida, y como muestra ver quå ocurre, una de las hijas dice que quiere llevàrselo a su casa, pues va a casarse prîximamente y as? tendrà compa??a y buenos consejos, y ellos como son jîvenes lo necesitaràn.
El que as? hablaba no ten?a màs que decir, y terminî asegurando que su padre antes era muy diferente, ya que siempre estaba ocupado con el trabajo y con las mercader?as, pues era Comerciante y poco tiempo hab?a tenido para la familia.
?Pero desde el accidente, lo que antes nos faltî ahora nos lo està dando, y aunque fue una desgracia que esperamos tenga arreglo, bendigo el momento del accidente por el cambio que hemos tenido en ål.
Le llegî el turno al Juez que hac?a de segundo testigo de la Defensa y que ten?a preparado lo siguiente, y que expuso, despuås del saludo diciendo:
?Yo no tengo un testimonio personal, sino el de muchos hombres y mujeres que tendr?an que cambiar su forma de pensar, si hiciåramos algo tan tremendo como es el autorizar dar muerte a los ancianos, y es eso lo que nuestro Juez acusador o Fiscal nos ha presentado.
»Como sabåis hace mucho tiempo, llegaron a estas tierras los Druidas y se instalaron en ella, y de ellos procedemos en cuanto a nuestra cultura y formas de pensar, y aunque diferimos en algunos conceptos, como el Espiritual, pues como sabåis, para ellos no existe nada despuås de la vida, sino que todo vuelve a la madre tierra o la naturaleza y para nosotros, que creemos que existe una vida Espiritual despuås de la vida f?sica y que se vive en forma de Esp?ritu, con el Esp?ritu que todos llevamos dentro, pero nuestras diferencias no son en cuando a la vida f?sica.
»Sabemos y se nos ense?a en la Escuela Espiritual cuando somos todos ni?os, que existen el mundo Espiritual, y que a ål acuden todos los que han sido de bien en el mundo f?sico, y, sin embargo, no los que han atentado contra la vida, y este principio es uno de los doce que se nos ense?a, la Vida es sagrada.
»Los principios sobre los que se basan nuestras costumbres y nuestras tradiciones son bàsicamente, EL RESPETO A LA VIDA Y LA AYUDA cuando hace falta, y ver que estos dos puntales bàsicos, no son solo Espirituales, que cuando entramos en este tema, el matar o dejar morir, nos hace invàlidos para volver a escuchar a alguien del mundo Superior.
»Ver que aqu? se està presentando el matar o el dejar morir, a personas muy especiales, a las cuales la Sociedad debe mucho, y tambiån las familias o las Comunidades, por ello pensar si no estar?amos autorizando algo que los demàs no quieren y no piensan luego asumir.
»?Acaso el Juez que dicte esta Sentencia conocerà que tendrà que cumplirla llevando soldados para ello?, y si no ver las Comunidades de las monta?as, ninguna de ellas las cumplirà, o las Comunidades de los valles, y de las tierras bajas, en donde el apego a la unidad es a?n màs fuerte, ?Como nosotros, unos cuàntos Jueces, aunque tengamos un Rey delante, nos abogamos el derecho de cambiar algo tan arraigado en nuestra propia esencia de Et?opes?
El hombre estaba brillante y se sab?a escuchado y como buen conocedor del p?blico no alargî el tema para no estropearlo, y as? terminî:
?Por ello os digo, si aprobàis tal cosa, no seråis dignos de ser et?opes.
Y al que as? planteaba la cuestiîn y que se tomî unos minutos de silencio para que, en la mente de todos, hubiera entrado bien su ?ltima afirmaciîn, se sentî, despuås de saludar y decir que hab?a terminado.
Todos se quedaron mirando al Juez, el cual levantàndose se acercî al Rey y saludàndolo le dijo:
?Veråis mi Se?or es tarde, si queråis seguimos luego pues la ma?ana està terminada y hace tiempo que se escuchan los ruidos en las tripas de los asistentes ?Y todos sonrieron pues era verdad, y el mismo Rey lo notaba y dijo:
?Bien seguiremos luego, pero entender que no se puede alargar tanto un tema, pues se tiene a toda la ciudad sin hacer Justicia ?Y levantàndose saliî del aposento.
Cuando reanudaron la sesiîn, el Rey que esperaba el momento dijo:
?Pues bien, ?Ahora es el momento en que vas a hacer Oraciîn y pedir consejo para dar tu Sentencia? ?y se quedî mirando al Juez, el cual le contestî:
?Ver mi Se?or que la Justicia no puede tener prisa, recordar que el Acusador o Fiscal se hab?a reservado el ?ltimo turno despuås de la Defensa as? que le corresponde a ål continuar.
El Juez al que se hab?a referido, tomî la palabra y se quedî cortado, pues en realidad hab?a pensado hacer un gran discurso, pero la prisa que el Rey hab?a demostrado aconsejî que no lo hiciera, as? que determinî que no ten?a nada nuevo que a?adir y as? quedî para Sentencia.
El juez, Cuerpo Espiritual, se vio as? mismo como Juez en aquella sesiîn en que todo era un Sue?o, y as? vio cîmo tomaba la palabra y dec?a:
?Veråis Se?or, que tal y como se ha presentado el asunto no resulta nada fàcil, y yo no tengo sabidur?a dado que soy un Juez Rural.
»Recordar que solo administro en el Zoco la Justicia y para ello, necesito de la ayuda que se me pueda dar, por eso siempre me retiro para pedirla y lo hago por medio de la Oraciîn, todos conocåis que cuando lo hacemos nuestro Esp?ritu se pone en contacto con el Maestro Espiritual que de joven nos està atendiendo.
»Conocåis tambiån que ese Maestro que para m? es SUPREMO, es quien aconseja como es mi caso, en todos los aspectos de la vida en que se le quiera consultar, a m? me aconseja en los Juicios, y me dice lo que tengo que decir, y luego lo ?nico que hago es repetir con palabras lo que se me ha dicho con ideas.
Cuando el Rey escuchî esto, y aunque le hab?a visto en un Juicio al que hab?a asistido disfrazado, no cre?a que el consejo que recibiera aquel hombre, le pudiera dar una sabidur?a mayor de la que ål mismo ten?a, por ello con guasa le dijo:
?Ve y pide consejo, y mira que sea bueno y que sea diferente al que todos sabemos, pues si no, entonces veremos que quien te da el consejo es tu propia cabeza, y que buscas en la Oraciîn el tiempo que se necesita para pensar porque ya eres anciano.
El juez, se puso colorado y considerî aquello como un insulto y se volviî al Rey y le dijo:
?Se?or vos tenåis la fuerza, pero no la razîn, si la razîn se sostiene por la fuerza seråis odiado y no querido, decidir quå es lo que esperàis de vuestro pueblo, pues si la justicia se hace bajo presiîn y por la fuerza nadie tendrà sino el resultado del miedo, ?es eso lo que esperàis?
Todos se quedaron asustados por las palabras que hab?a dirigido al Rey, e incluso el juez, y puso por ello una actitud de sumisiîn que complaciî al Rey y este dijo:
?Me parece bien tu comentario, aunque ha sido un poco duro, creo que es justo, en verdad quiero que mi pueblo no me tema, por ello escoge el tiempo que necesites y ya veremos si ese consejo vale la pena el tiempo que perdemos.
El juez Esp?ritu, vio como el Juez se retiraba de aquel lugar y en un sitio en solitario se pon?a a hacer Oraciîn, y as? al cabo de un tiempo vio como el que estaba inclinado asent?a, y volv?a a hacerlo, y as? estuvo un tiempo y as? se puso sentado sobre sus talones, y con los ojos cerrados escuchaba, cuando terminî de hacerlo, saliî de la habitaciîn y se reuniî con todos y as? el Rey dijo:
?Es tarde, as? que como necesitas tu tiempo seguiremos ma?ana, marchar todos y volver a la segunda guardia ?Y que todos conoc?an que era la hora en que el sol estaba en vertical.
Por la ma?ana se reunieron todos, y as? el Juez se expresî, primero saludando al Rey y al Consejero de Justicia, y a los otros consejeros que hab?an acudido, y que ya hab?a varios aparte de los llamados por el Rey, pues enterados de ello y no queriendo quedarse aparte, vinieron por propia iniciativa, y luego saludî a sus compa?eros y se expresî as?.
?Veråis Se?or ?y de dirigiî al Rey? aquel que me escucha y aquel que me aconseja tambiån ha escuchado vuestras palabras y me ha dicho lo siguiente:
?Dile a tu Rey que puede cortarte la cabeza porque tiene ese poder, que puede cortarte la lengua porque tiene ese poder, y que te puede vender como esclavo a los Egipcios porque tiene ese poder, pero la voz del Esp?ritu no puede callarla, si hoy no habla por mi boca, lo harà por la de otro, pues si el Esp?ritu se tiene que manifestar el poder del Rey no es suficiente para pararlo, y mirar que si quisiera, har?a que vuestra propia boca, fuera la escogida para ål hablar a travås vuestro a los demàs.
Todos se quedaron asustados pues sab?an de ese poder de los Esp?ritus, y entendieron que el Esp?ritu de aquel hombre ten?a que ser muy poderoso, para explicar que pod?a hacerlo, y as? all? mismo, delante estaba el que mandaba el Templo o Escuela Espiritual, el cual, al escuchar estas palabras, se asustî y acercàndose al Rey le dijo algo en reservado, y el Rey se vio serio y nada dijo hasta que El juez terminî. Entonces tomî la palabra el Rey y dijo:
?Ver que todo esto es nuevo para m?, y que nunca he querido ofender a nadie, ni Esp?ritu ni a mis s?bditos, y t? mismo para m? eres respetado, pues eres anciano y yo mismo te he puesto de Juez, as? que sigue con el tema y demos por terminado el asunto.
Entonces El juez, empezî a explicar lo que se le hab?a dicho.
?Veråis, el hombre tiene dos cuerpos, uno Espiritual y otro f?sico, sabemos muy bien que nosotros vemos y sufrimos con el f?sico, pero mirar que ninguno de los dos cuerpos los hemos hecho nosotros, por ello voy a preguntar, ?quiån ha hecho los cuerpos?, el f?sico los padres, ?y el Espiritual?, ?quiån es aquel que con una disposiciîn del mundo f?sico puede condenar a algo al cuerpo del mundo Espiritual?, ?acaso no tenemos la obligaciîn de hacer que nuestro cuerpo no sufra para que el Espiritual encuentre reposo?
El juez hizo màs preguntas, pero unas parec?an que iban dirigidas a ayudar y otras a condenar, y continuî:
?La Sentencia es la siguiente dependiendo de los casos que voy a presentar. Si los hijos o las personas que tienen a su cargo al de edad se han beneficiado de los bienes que este tuvo durante su vida, deberàn acogerlo con amor y prontitud y si as? no fuera o si le dieran maltrato, la Autoridad les quitar?a al anciano, pero tambiån a los bienes de åste y se los dar?a a alguien que quisiera acogerlo.
»Si el anciano no tuviera bienes, los hijos no estàn obligados ni parientes alguno, sino aquel que ha recibido sus beneficios que generî en su vida, si ål crio a alguien o ål aportî algo, en Justicia serà aquel que recibiî, el que tiene que devolver cuando hace falta, y en esto incluye al Reino que recibe los impuestos de las personas.
»Ver que como se pueden generar muchos casos, en particular solo voy a referirme a tres, el primero està dicho, el segundo es aquel que tiene hijos y estos no le quieren, porque es un estorbo o quieren matarlo por que ocupa un sitio o porque no tiene la cabeza bien, entonces el Rey, en nombre de la Justicia deber?a intervenir a travås de los Jueces, para escuchar la situaciîn y ponerle remedio.
»Todos los ciudadanos podràn acudir a la Justicia y pedirla cuando se sientan dolidos, y cuando no tengan bienes la Justicia les serà gratis, pues los que viven de ella cobran de los impuestos, pero si tienen y quieren justicia la tendràn que pagar, pues no se puede recargar al Reino, por una peticiîn del individuo pudiente.
»Pero ver, que, si un Juez atiende el caso de un anciano que no le quieren en casa, o se entera de por s?, que se les trata mal, le visitarà y se enterarà y hablarà con ål y le escucharà, y siempre escucharà tambiån a la familia, pues tambiån los ancianos estàn mal de la cabeza, y es una realidad que ellos se vuelven raros y ego?stas en demas?a.
»Pero si ve que es verdad, y que son los hijos, los que no le quieren a su lado y le maltratan o le quieren matar, el Juez determinarà que se le cuide bien en otro lugar, y por una familia que le quiera y las costas de la atenciîn y de la manutenciîn iràn a cargo de los hijos.
»Aunque los hijos no han recibido bienes, ellos no saben devolver la vida que recibieron del anciano, ni sus molestias cuando eran ni?os, ni sus noches de no dormir, ni los cuidados tanto cuando estaban sanos, como cuando estaban enfermos, y las veces que les defendieron de forma gratuita y sin pensar que alg?n d?a se lo tendr?an que devolver cuando ål lo necesitara.
»Pero ver que existe el tercer caso, y es la responsabilidad del Reino con aquellos que han estado pagando sus impuestos durante toda la vida, y ahora que ellos necesitan ayuda nadie se la quiere dar, el Rey como Se?or de la Justicia tiene que intervenir y socorrer al que le ha ayudado a ål de por vida.
»Para ello deber?a o bien organizar un sistema, por medio del cual se pudieran generar lugares donde tenerlos y cuidarlos con generosidad, lugares especiales, construidos pensando en ellos con sus dificultades, y con buena alimentaciîn y con buenos vestidos.
»Las cantidades que el anciano consuma por s? mismo, como alimentaciîn, limpieza y medicinas, y demàs, y por los cuidados de otras personas, que se dediquen a ellos, de forma especial, y que tendràn que ser tambiån remuneradas y con ello exigirles que cumplan bien su trabajo.
»Estas cantidades las tendràn que pagar las Comunidades, pues ellas tambiån han recibido de ese anciano desvalido su trabajo, su cari?o y tambiån su ayuda cuando ha sido necesaria, ver cuando ocurre un fuego o cuando unas lluvias de gran tama?o llegan, o cuando son atacadas las Comunidades por bandas de asesinos, entonces ?quiånes las defiende?, los soldados, s?, pero ellos son insuficientes, lo hacen los que viven en la Comunidad, as? pues, esta es DEUDORA.
»Para que esto no sirva de recargo a los impuestos, ser?a justo que, cuando alguien reciba una herencia de sus mayores aportase a la Comunidad, para cubrir los gastos de quien nada tiene, pagando una parte, un tercio de esta, pues el que lo recibe de por s? nada ha hecho para tener esa riqueza y le ha sido regalada, as? que tambiån el regalo revierta entre los que nada tienen.

Êîíåö îçíàêîìèòåëüíîãî ôðàãìåíòà.
Òåêñò ïðåäîñòàâëåí ÎÎÎ «ËèòÐåñ».
Ïðî÷èòàéòå ýòó êíèãó öåëèêîì, êóïèâ ïîëíóþ ëåãàëüíóþ âåðñèþ (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=51834914) íà ËèòÐåñ.
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