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Mentiras De Familia
Dawn Brower
Una joven descubre los secretos de su familia que la impactan de una manera que nunca hubiera podido imaginar… Amethyst Keane tiene una vida solitaria. Al crecer, su madre la llevaba a diferentes lugares a vivir, evitando que tuviera una vida normal, y amigos. Se dedicó a sus estudios y empezó a publicar una revista a sus 17 años. Casi tres años después es completamente independiente y está más sola que nunca. En un proyecto de su revista, visita un pequeño pueblo costero. Estando allí, conoce a un chico y por primera vez siente que no debería tener una vida solitaria. Mientras explora acerca del legendario fantasma del pueblo, también descubre secretos y mentiras de su familia y, tal vez, tiene más en común con el espíritu de Ghost Peak Island, de lo que hubiera creído jamás.

Dawn Brower
Mentiras de Familia

MENTIRAS DE FAMILIA

DAWN BROWER
TRADUCCIÓN DEL INGLÉS POR ELIZABETH GARAY

TEKTIME
Este es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares y sucesos, son producto de la imaginación de la autora o son utilizados de manera ficticia y no deben considerarse reales. Cualquier semejanza con locales, organizaciones o personas reales, vivas o muertas, es totalmente casual.
Kindred Lies 2019 Copyright © Dawn Brower
Artista de portada Victoria Miller
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser utilizada o reproducida electrónicamente o en forma impresa sin permiso escrito, excepto en el caso de las breves citas incorporadas en la reseña.

CAPÍTULO UNO
Amethyst se dirigió hacia un peculiar hotel con amplios pórticos que rodeaban una pintoresca casa blanca. Era en realidad más como un lugar de alojamiento y desayuno que un hotel. Lo que lo hacía aún más atractivo era que tenía una playa privada. Mientras caminaba por el estacionamiento, admiraba las olas rompiendo en la orilla, en una mezcla de rocío blanco y cerúleo. Algo sobre el lago o cualquier cuerpo de agua la relajaba. Cerró sus ojos e inhaló el aroma del agua en el aire. La invadió la tranquilidad y se sintió en el hogar, aunque en realidad no tenía idea de lo que eso significaba.
Abrió sus ojos y continuó su viaje hacia la oficina principal. Una vez allí, entró al lugar con aire acondicionado. Un chico trabajaba detrás del escritorio y su hermoso físico la dejó aturdida y sin aliento. De perfil, su cabello color ébano oscuro fluía en ondas rebeldes hasta la nuca y su barba, de unos cuantos días, iba a juego adornando su línea de mandíbula cincelada. Los dientes rozaron sus labios, dando la impresión de irritación, o tal vez de solo un pensamiento profundo. Amethyst casi odió interrumpirlo, pero había estado viajando durante un tiempo y necesitaba desesperadamente un pequeño respiro en una habitación, antes de iniciar su investigación. Se aclaró la garganta para llamar su atención. “Disculpa…”.
El chico se giró de inmediato a mirarla. Se concentró por completo en ella, y de nuevo el asombro ante ella, la llenó de su belleza masculina. Él la miró con un rostro de sorpresa, ambas cejas arqueadas. Se las arregló para sacudirse el impacto con el parpadeo de sus ojos. Sus labios se abrieron y perdió toda capacidad de respirar. Los hombres no deberían quitar el aliento…él se levantó del escritorio y se acercó a saludarla, como si nada trascendental hubiera ocurrido. Ella luchó por controlarse y apenas se recuperó antes de que él hablara. “¿Puedo ayudarla?”.
Amethyst mordió su propio labio en agradecimiento. Los músculos delinearon su camisa índigo y sus jeans colgaban bajos en las caderas de su delgado cuerpo. Demonios…Amethyst se negaba a dejarse llevar por sus encantos o su rostro deslumbrante. Apoyó las manos sobre el mostrador y respondió: “tengo una reservación”. Dios, ¿alguna vez había sonado más pretenciosa? ¿Qué demonios pasaba con ella?
“¿Nombre?”.
Amethyst que aún seguía deslumbrada por su buena apariencia expresó perpleja: “¿Disculpe?”. Realmente tenía que recuperarse si iba a verse tan afectada por un mero posadero. Bueno, eso si en realidad fuera el dueño de la posada…tan solo podría ser un empleado.
“Necesito saber a nombre de quién está la reservación”. Sonrió ampliamente y de manera divertida mientras se inclinaba sobre el mostrador. Su mirada la recorrió con franca apreciación; sus ojos color turquesa parecían brillar con interés. Amathyst tragó saliva. No. Él no era para ella…
Hizo lo posible para actuar con indiferencia y respondió: “Ay, perdón, llevo un tiempo viajando y mi mente deambula un poco. Debe estar bajo Amethyst S. Keane”. Grandioso, ahora parecía toda una idiota y definitivamente sonaba como una. Probablemente el hombre tenía, diariamente y al azar, mujeres que se lo devoraban con los ojos. Ella tan solo se unía a las filas de mujeres que caían a sus pies. Maravillosa manera de impresionar, buen trabajo Amethyst. Ella no pudo evitar reprenderse. La mayoría de los días mantenía el control, eso debido a que había tenido que crecer con una madre que decidía las cosas por capricho, pero por alguna razón este hombre en particular, había volteado su cerebro para convertirlo en una plasta.
“¿Sus iniciales son A.S.K.?”. La diversión una vez más llenó sus ojos mientras la estudiaba. “¿Eso significa que puedo preguntarle cualquier cosa?”. Su tono era ligero y casi afectuoso. Ella tenía que estar escuchando cosas o tal vez quería escucharlas. Era difícil asegurarse.
Podía estar equivocada, pero creía que ese era un intento de coquetear con ella. Generalmente, Amethyst no contaba con mucho tiempo libre, por lo que su vida de citas soplaba en una dirección inexistente. Él podría ser de utilidad durante su estancia. Eso era si ella podía hacer funcionar su cerebro ante su presencia. Si él fuera un residente local, podría ayudarla con su investigación. Coquetearle se convirtió en su máxima prioridad. Agitó sus pestañas tan provocativamente como pudo y contestó con una charla insinuante. “Bueno, eso es lo que tengo como pie de autor en la revista para la que escribo. Mi mamá ha de haber sabido que sería tan curiosa, que se aseguró de que viniera con una etiqueta de advertencia”. No le dijo que era la jefa de redacción y que en realidad era propietaria y dirigía la revista…la revista ASK había sido su bebé y la había inaugurado desde su ingreso al bachillerato. De eso hacía…tres años. Iniciar una revista a la edad de 17 años era una tarea ambiciosa. De alguna manera no solo se las había arreglado para hacerlo, sino que había sido exitosa en su implementación. Era demasiado trabajo y no podría amarlo más, ni intentándolo. ASK era su sangre de vida y la había convertido en una mujer rica antes de cumplir los 18 años. A sus casi veinte años, podía hacer casi todo lo que quería. La revista en gran parte era digital, pero podía adquirirse impresa si las personas lo deseaban. En la era de la gratificación instantánea, lo digital superaba cualquier impresión que pudiera hacerse. Ella volvió a dirigir su atención al hombre frente a ella. Si ella quería su ayuda, tendría que ser mejor con eso del coqueteo. A decir verdad, apestaba en el tema y siempre lo había sido.
“Entonces, ¿qué significa la ‘S’?”, preguntó él con una ligera risita.
Ella suspiró porque en realidad admitía que odiaba el segundo nombre que su mamá había decidido ponerle. Las iniciales solo habían resultado útiles para la pronunciación. A Amethyst nunca le había gustado su segundo nombre, y no veía que su opinión fuera a cambiar en algún momento. “Solstice”, admitió a regañadientes.
Él no reaccionó de la manera que ella esperaba dado su nombre poco convencional. Por el contrario, tomó una dirección completamente diferente y mostró su propia naturaleza inquisitiva. Una contagiosa sonrisa llenó su hermoso rostro y respondió: “eso en verdad es interesante. Tu mamá creía en la creatividad cuando te puso nombre. ¿Tienes hermanos? Perdona si esto está siendo demasiado personal, pero tengo curiosidad de saber si pudo mantenerse con los altos estándares que ella se fijó”.
Amethyst sacudió su cabeza lentamente de un lado a otro, aturdida por mirar directamente a los fascinantes ojos de color verde azulado. “Lamentablemente, soy hija única. Pronto fue muy claro que ella no podía tener otro hijo tan perfecto como yo y decidió dejarlo. ¿Para qué intentarlo cuando ella ya había logrado la perfección?”.
Si hubiera tenido que ser honesta, su madre era demasiado caprichosa y no quería explicar la tendencia que tenía a exagerar, a menudo haciendo que las reinas del drama se vieran bien en comparación.
“No puedo decir que estuviera equivocada al respecto, hasta ahora, todo lo que veo es perfecto”.
“¿Qué puedo decir? Estoy bastante cerca de la perfección”. Lo irónico del comentario no quedó en sus pensamientos y lo sacó por su boca antes de que pudiera pensar lo contrario. Este viaje podría resultar bastante divertido. Con la esperanza de que su madre no apareciera para estropearlo. Lyoness Keane, tenía problemas para permanecer durante mucho tiempo en un solo lugar.
“Tu madre debe haber sido maravillosa para tener una hija tan encantadora como tú”. Sus labios se torcieron un poco mientras luchaba por evitar reír.
Los comentarios como ese, solo muestran lo engañosas que pueden ser las apariencias. Al crecer, ella tuvo muchos ‘padres’ diferentes, que no podría reconocer a ninguno si los volviera a ver. Frecuentemente, Lyoness se ‘enamoraba’ del primer hombre que le pusiera atención. Ella sabía que su madre no tenía fuertes sentimientos por los hombres de su vida. Tan solo aportaban su parte para ayudarla a erradicar su soledad. Así que, cuando estallaba en contra de ellos, tomaba a Amethyst, empacaba y se mudaba a praderas más verdes. Infortunadamente, las praderas no se volvían más verdes. Y como última instancia, Amethyst no echaba raíces y no pertenecía a ningún lugar.
“Mmmhh, sí, mamá es encantadora”. Eso no era una mentira. Lyoness Keane era hermosa y pudo haber sido modelo si hubiera elegido esa profesión. En cambio, quiso ser mimada y encontró hombres ricos que pudieron hacerse cargo de ella.
“Estoy seguro de que lo es”, contestó él manteniendo un tono amigable. “Muy bien, vamos a registrarte”. Hizo clic en las teclas de la computadora frente a él. Levantó la vista y preguntó: “tengo que preguntar, ¿tienes algún apodo? Amethyst es muy largo”.
“No, siempre he sido Amethyst”. Tal vez tuviera un sobrenombre, pero eso implicaría que tenía amigos que lo usaran. Mudarse demasiado no ayuda al respecto. Después de un momento se detuvo intentando contenerse. Ese era parte del motivo de iniciar su revista a una temprana edad. Ella no hizo lo que los niños normales hacían y eso la ayudó a olvidar lo sola que podía estar.
Él sonrió y le guiñó un ojo, mientras pulsaba algunas teclas más. “Tendremos que remediar eso mientras nos visitas”. Él arqueó sus cejas mientras revisaba la pantalla. “Oh, aquí estás. Veo que te quedarás con nosotros por varias semanas. Si te quedas sin hacer nada que te mantenga entretenida, regresa a verme”.
Los ojos de Amethyst se abrieron al escucharlo. ¿Acababa de hacerle una propuesta? Antes nadie había coqueteado con ella tan abiertamente. Su anterior coqueteo había parecido incómodo y extraño. ¿Quería ver hasta dónde podría conducir esto? No pudo recordar un momento en el que se sintiera tan atraída por un hombre. Era tan guapo que casi dolía observarlo. Después de varios minutos de silencio, él empezó a divagar, sacudiéndola de regreso al presente.
“Quiero decir que he vivido aquí toda mi vida y probablemente conozco más de las atracciones locales de lo que encontrarías en los sitios en la red. Dios, estoy arruinando esto. Soy Cooper y me encantaría pasar tiempo contigo mientras estás aquí”.
Qué adorable que hasta había creído necesario explicarse. A Amethyst le gustó instantáneamente y pensó que disfrutaría llegar a conocerlo mejor. Le dirigió una sonrisa alentadora. “Es un placer conocerte, Cooper”. Ella se sentía confusa…“yo soy Amethyst, pero ya sabes eso”. ¿Qué más podía hacer ella para parecer aún más despistada? “¿Puedes darme la llave de mi habitación ahora?”.
Él había estado sosteniendo con fuerza la palma de su mano. Si acertaba, Cooper realmente no quería soltarla. Bajó la mirada hacia su mano y murmuró asombrado aclarando la voz: “Ay, sí, eso probablemente será útil. Estás en la habitación trece. Es arriba, en el extremo más alejado del pasillo”. Le entregó la llave y señaló la escalera próxima a la recepción.
“Gracias”, contestó ella mientras él dejaba caer la llave en su mano.
“Disfruta tu estancia”. Una desolada mirada ensombreció sus ojos. Por mucho que quisiera conocerlo mejor, no quería darle una impresión equivocada. Ella no aprovechó la oportunidad para poder estar con alguien. Se respetaba demasiado para caer con el primer rostro hermoso que hacía revolver algo en su interior. Amethyst Keane no sería una golfa y eligió no buscar nada con él…sería cuidadosamente pensada su decisión. Él era agradable y sí quería recibir su ayuda más adelante, por lo que le dio cierta esperanza para poder mantenerlo presente. “Tal vez acepte tu oferta”.
“¿Oh?”, Levantó su ceja con curiosidad.
“Más tarde me pondré en contacto contigo, después de que haya tenido tiempo de descansar”. Con esas palabras, se dio la vuelta dejándolo a su paso. Amethyst se detuvo y miró alrededor. Ella notó la ingeniosamente decorada habitación principal de la posada. Un pequeño sofá y dos confortables asientos flanqueaban una pequeña mesa frente a la chimenea cubierta de mármol. El mármol a lo largo de la columna de la chimenea exhibía tallados minuciosos. Quiso pasar sus dedos por ellos y estudiar cada aspecto de las columnas, pero pensó que sería mejor en otro momento. Debía hacer cosas más apremiantes antes de que pudiera ceder a sus extraños caprichos. Al darse la vuelta, miró por completo a Cooper y le sonrió antes de encaminarse hacia las escaleras. Al pie de la escalera se volvió para encontrarlo mirándola de nuevo.
Sí, amigo. Yo tampoco logro tener suficiente cuando te miro.
Le dedicó una rápida sonrisa antes de decir: “olvidé preguntar. ¿Dónde hay un buen lugar para comer?”.
Una brillante sonrisa se formó en su rostro, como si hubiera ganado el premio mayor de su vida. El encanto de Cooper irradió con una sonrisa de un millón de vatios. Amethyst inclinó la cabeza y de nuevo pensó en que no podía esperar para conocerlo mejor.
“Solo hay un par de lugares para comer en el pueblo. Probablemente pasaste por el camino para llegar acá. Hay un pequeño lugar italiano que tiene muy buenas pizzas y pasta. Se llama Giovanni’s. Si quieres algo más tradicional, como una hamburguesa, entonces te recomiendo que visites el North Point Café”.
Vaya, era una mayor selección de lo que pensaba que habría. Asintió con la cabeza y le dijo: “gracias”.
Cooper se puso cabizbajo cuando ninguna invitación siguió a su pregunta. “De nada”.
Debió haber asumido que ella lo invitaría a acompañarla. Tal vez otro día, pero hoy, no se sentía con ganas de tener compañía. Necesitaba tiempo para procesar todo y trazar un plan. Se volvió hacia las escaleras y subió. Cada paso que daba se aproximaba a su habitación, la cual sería su hogar por las siguientes semanas. Hasta ahora, estas vacaciones encabezaban su lista de lugares favoritos visitados. Tan solo esperaba que estuvieran a la altura de sus expectativas.

CAPÍTULO DOS
Amethyst subió por las escaleras en dirección a su habitación. Cooper no pudo apartar su mirada de ella, ni intentándolo. Mandó un silencioso agradecimiento a su ángel guardián por haberla enviado a la posada de su familia. Nunca antes una mujer tan encantadora había entrado al lugar. Al principio, su rostro familiar lo había dejado sin palabras y finalmente le tomó cada gramo de control encontrar las palabras. Cuando la vio por primera vez, pensó que tal vez la había imaginado. Ella tenía unos magníficos rizos de medianoche que caían sobre sus hombros. Sus penetrantes ojos verde oliva lo mantuvieron cautivo durante unos breves segundos. Observarla hizo que se preguntara si su posada estaba realmente embrujada, como lo afirmaba la tradición local. Le tomó unos cuantos segundos recordar cómo hablar. Lo puso eufórico darse cuenta de que ella realmente estaba parada frente a él, como una mujer viva respirando y no un producto de su imaginación. Se parecía mucho a alguien que todos creían que había muerto hacía ya muchos años. Amethyst Keane era un enigma y tenía la intención de desentrañar todos sus secretos. Por fortuna para él, ella estaría en el pueblo durante unas cuantas semanas y eso le daría el tiempo para investigar todo acerca de ella.
La puerta de la posada se abrió de golpe. Cooper levantó la mirada y vio entrar a su mejor amigo, Benjamín Anderson. Ambos habían habitado North Point, los veintiún años de su vida. Cada uno había heredado una parte del negocio de sus respectivas familias. No habían asistido a la universidad. Sus familias tenían expectativas que no requerían ese gasto extra. Aún así, Cooper había estado tomando en línea algunas clases de negocios. ¿Cómo podía esperarse que administrara la posada sin ningún conocimiento real sobre cómo mantenerla abierta y generar ganancia? Sus familias confiaban demasiado en él para mantener las operaciones diarias. Su amigo se encontraba en una situación similar, pero él no había mostrado ninguna señal de querer continuar con su educación.
Ben dio la vuelta al mostrador y se inclinó. “Oye, Coop, ¿puedes escaparte para salir conmigo en la lancha?”.
Cooper negó con la cabeza. “Quisiera acompañarte, pero tengo mucho que hacer aquí. Olivia tiene el día libre, así que estoy de guardia toda la noche. Tal vez podamos salir mañana. Sabes que mi papá ya no viene mucho a la posada”.
Benjamín frunció el ceño antes de decir: “demonios, qué mal. Hubiera sido divertido. No he tenido la oportunidad de salir en la lancha durante este año. El trabajo ha sido agobiante. Finalmente tengo una noche libre y mi mejor amigo se niega a acompañarme”.
La familia de Ben era propietaria de la única compañía de construcción del lugar. No pasaba un día sin que tuvieran un flujo constante de trabajos por completar. La época del año o la estación no importaban porque tenían tanto trabajo por hacer en los alrededores. Tenían muchos contratos que a menudo tenían problemas para cubrir la demanda. Por fortuna, Anderson Construction tenía muchos empleados para ayudar con la carga de trabajo. Ben era el más joven de cinco hermanos y cada uno tenía una responsabilidad en la dirección de la compañía constructora. Sin embargo, siendo el bebé de la familia, en ocasiones podía consentirse un poco.
Cooper y Ben habían sido amigos desde el kínder. La personalidad narcisista de Ben estaba tan arraigada en los sentidos de Cooper que ni siquiera lo notaba más. Él encarnaba completamente la frase: “¿Perfecto yo? Por supuesto, acéptalo”. Ben siempre encontraba tiempo libre para relajarse. Cooper no podía culparlo en realidad. Eran jóvenes y debían tener algunos momentos de placer. En este momento del verano, Ben tenía que estar necesitando un poco de tiempo libre. Era su época más ocupada del año…
Sin embargo, Cooper tenía responsabilidades y en pocas palabras, no podía abandonarlas para salir con Ben. No había nadie que pudiera cubrir el puesto si dejaba la posada. Pasar un tiempo en el lago con su mejor amigo, sonaba maravilloso, pero no podía suceder. Sin importar cuánto Ben intentara convencerlo, no cambiaría el hecho de que él era el único que podía estar en la posada para atender a los huéspedes. No estaba seguro de que pudiera salir, incluso si tuviera la oportunidad. Menos, estando Amethyst Keane como su reciente huésped en la posada. Ella era su nueva obsesión y deseaba estar disponible si ella decidía aceptar su oferta. “Ojalá pudiera”. Le dirigió a Ben su mejor sonrisa de disculpa. “Tengo demasiado qué hacer”.
“¿Cuándo crecimos y nos convertimos en nuestros padres?”, preguntó Ben con el disgusto retumbando a través de su voz.
“Justo después del bachillerato, aunque también está inmerso en nuestras cabezas”. Cooper soltó una risita. Tenía que reír o se desplomaba. No odiaba su vida. Tan solo…en ocasiones deseaba haber tenido otras opciones.
Ben sacudió su cabeza con repulsión. “Tenemos veintiún años y siento que vivimos y respiramos las expectativas que nos arroja este pueblo. Estoy pensando en marcharme”.
“No, no puedes. No sería lo mismo aquí sin ti”. Un movimiento atrajo la mirada de Cooper y se giró para ver qué podía ser.
Amethyst bajaba por las escaleras llevando un pequeño bolso de mano. Sus rizos color ébano estaban levantados en una desordenada cola de caballo, unas cuantas mechas escapaban de donde las tenía atadas hacia atrás. Sus gafas de sol estaban por encima de su cabeza y llevaba un par de pantalones cortos color blanco como la nieve y una camiseta sin mangas del mismo color que sus ojos verdes. Miró hacia Ben y Cooper y sonrió. Su sonrisa seductora hizo que Ben estuviera tan asombrado como Cooper, cuando sus ojos se posaron en ella la primera vez. Amethyst no lo sabía, pero ambos podían hacer lo que ella pidiera. Cooper se levantó al lado del mostrador y le preguntó mientras ella se aproximaba: “¿Te diriges a explorar nuestro encantador pueblo?”.
“Oh sí, no puedo esperar para descubrir todos sus secretos”. Amethyst asintió con entusiasmo.
Cooper sonrió antes de decir: “¿Eso es todo? Bueno, entonces te veré de vuelta en unos cinco minutos. ¿Cierto, Ben?”.
Los ojos de Ben brillaban con sorpresa. Si Cooper no lo supiera mejor, pensaría que su mejor amigo nunca antes había visto mujer tan hermosa. Quiso llegar a él y darle un golpe en la cabeza. Tal vez debía ceder ante el impulso…
“¿Qué?”, la atónita mirada de Ben nunca dejó a Amethyst.
Cooper sacudió la cabeza con desconfianza. Tan pronto como Amethyst se marchó, planeó tener una detallada conversación con su mejor amigo. De ninguna manera iba a permitirle entrometerse en lo que consideraba su territorio, fuera su mejor amigo, o no. Quiso golpear su puño en el mostrador y reclamar su parte como un niño. En realidad, le gustaba Amethyst y no quería que Ben arruinara ninguna oportunidad de llegar a conocerla mejor. Por ahora, tan solo regresaría a Ben de las nubes y explicaría el tema de conversación actual.
“Los secretos del pueblo. No debería tomar mucho tiempo para descubrirlos”. Pronunció lentamente estas palabras para que penetraran en el cerebro asombrado de su amigo.
Ben juntó sus cejas y lo miró fijamente. Después rascó su cabeza, mirándolo como si se hubiera vuelto loco. “¿Qué secretos? ¿Te caíste y te golpeaste la cabeza?”.
Amethyst se rió y explicó: “Oh, todo pueblo tiene secretos. Tan solo necesitas saber qué preguntar”.
“Bueno, ¿cómo se supone que debes saberlo si eres fuereño?”. Cooper no entendía lo que ella insinuaba.
Amethyst encogió sus hombros. “Yo no. Al menos no todavía. No he conocido a nadie más que a ti, y bueno, supongo que es tu amigo. Aunque hasta ahora no sé su nombre”. Ella lo miró esperando que hiciera las presentaciones.
Cooper en realidad no quería presentarle a Ben. Puede que no fuera un buen amigo, pero conocía demasiado bien a Ben y no le molestaría. Como estaban las cosas, realmente quería tener una conversación privada con Ben y necesitaba que Amethyst se marchara. Era momento de explicar cómo las cosas tendrían que ir con su mejor amigo. Mientras más pronto, mejor. Odiaría asesinar a su amigo de la infancia por entrometerse. Por ahora, tendría que verse menos rudo de como se estaba sintiendo.
“Este es mi mejor amigo, Ben Anderson. Ben, ella es Amethyst Keane. Esta tarde llegó al pueblo”.
Finalmente, Ben pareció despejarse las telarañas de su cerebro mientras sonreía a Amethyst. Extendió su mano para estrecharla con la de ella. “Encantado de conocerte. ¿Hacia dónde te diriges exactamente? Tal vez pueda ser de ayuda. Después de todo, soy la mejor persona en el pueblo, o sea para los recorridos”.
Cooper tuvo que contenerse para no estrangular a su mejor amigo. Su impulso homicida se estaba volviendo frontal y central. Apretó sus dientes mientras sus dedos presionaban el borde del mostrador. Rezó por que ella no dijera sus planes.
“Bueno, no deseo compañía, pero gracias por el ofrecimiento. La primera vez que llego a un pueblo, me gusta descubrirlo todo por mí misma. Tal vez en otra ocasión que pueda necesitar de un guía turístico, en algún momento, mientras siga aquí”.
Una sonrisa llena de pecado apareció por las facciones de Ben. Estaba tan claro como el día cuáles eran sus intenciones. Se inclinó ante Amethyst y respondió: “Estoy aquí para tu entretenimiento. Pide y se te concederá. Avísame si me pondré por completo a tu disposición”.
Sí, Cooper decidió que cuando Amethyst se marchara, definitivamente tendría que matar a su amigo. De todos modos, ¿quién necesitaba un mejor amigo?
Una sonora y gutural risa flotó por la habitación. Amethyst lo miró con un gesto desconcertado. “Hasta la próxima, entonces”.
Ben no podía haberse visto más eufórico, ni aunque lo intentara. “Esperaré conteniendo la respiración hasta que me contactes; si deseas considerarme, pregunta a Coop cómo puedes encontrarme”.
Ella asintió con la cabeza y comenzó a dirigirse hacia la puerta principal. “Tendré eso en cuenta. Si me disculpan, muero por visitar el pueblo. Que tengan una linda tarde”.
Amethyst salió para dejar la posada. Tanto Cooper como Ben la miraron marcharse, sin poder dejar de verla hasta que desapareció de su vista.
Ben puso su mano sobre el corazón mientras silbaba. “Esa es la mujer más sexy que haya visto jamás”.
“Ella es mía. Retrocede. Yo la vi primero”. Cooper no podía ocultar la frustración de su voz o la irritación que se extendió por su rostro mientras miraba a Ben.
“Venga, amigo. Es la elección de las damas y tengo la intención de asegurarme que me elija”. Sus labios formaron una malvada sonrisa.
Cooper empezó a creer que asesinarlo podría ser demasiado bueno para él. Quería que sufriera de cualquier forma imaginable. Nunca antes habían peleado por una mujer, pero siempre hay una primera vez para todo. “Bien, que gane el mejor. Ambos sabemos que soy yo, así que si quieres recuperar tu pérdida y cuidar tu reputación, lo entenderé”. Dio un paso atrás del mostrador apareciendo en su rostro una presuntuosa mirada.
“No tienes oportunidad, Coop. Juego terminado. Asegúrate de entregar a Amethyst mi número. Sé que querrá ponerse en contacto conmigo”.
“¿Estás tan seguro? No lo creo”. Contestó Ben, asombrado por su arrogancia. “No soy tu lacayo. Si quieres que Amethyst tenga tu número, dáselo tu mismo”.
Ben asintió a Coop mientras se dirigía hacia la salida. Se detuvo una sola vez al llegar a la puerta y miró por encima del hombro hacia los ojos de Coop. “Puedo resistirlo todo, menos la tentación…esa mujer es puro lujo. No necesito tu ayuda para llegar a ella. Ya es mía. Nos vemos Coop”. Ben rió al salir de la posada.
¿Podían las cosas ponerse peor? Finalmente conocía a la mujer de sus sueños y su mejor amigo la ambicionaba. Tenía que existir una manera en hacer que Ben abandonara la idea de salir con ella. Demonios, ¿a quién estaba engañando? Ben nunca renunciaba a nada, una vez que se le metía la idea en la cabeza. No iba a empezar ahora. Además, tenía razón de cierta manera. Era decisión de la chica. Cooper tan solo tenía que asegurarse de que tomara la correcta y lo eligiera a él.
Lo primero que Cooper intentaba hacer era aprender todo lo que pudiera acerca de Amethyst S. Keane. Al registrarse mencionó un pie de autor para una revista, indicando que escribía cierto tipo de artículos para ganarse la vida. Esperaba que pudiera darle mucha información acerca de sus gustos y lo que le desagradaba. Más importante aún, podría indicarle el motivo de su elección de su posada para vacacionar. No le llevó mucho tiempo localizarla en línea. Encontró varios artículos escritos por ella en la revista ASK…era todo principalmente sobre cultura pop, pero había una sección de viajes donde se mostraba un pueblo o un lugar que Amethyst había visitado. En cada artículo que escribía hablaba acerca de la historia del pueblo y de algo que encontraba interesante o atractivo del lugar. No encontró el motivo de visitar North Point y de alojarse en la posada Trenton-Hill Inn, pero sí descubrió algo que podía ser interesante y que la motivaría a acercarse a él…
Si estaba en lo correcto acerca de Amethyst, entonces Cooper tenía todo lo que necesitaba para atraer su atención. Un buen romance fantasma la conduciría por la ruta directa. Uno que la llevaría directo hacia él. Easton Hill había muerto en su posada y los rumores decían que seguía vagando atormentado por los pasillos.

CAPÍTULO TRES
Amethyst deambulaba por la acera perdida en sus pensamientos. Cuando había salido de la posada, notó que existía un puente que la conducía a un muro agrietado. Así que sin pensar demasiado hacia dónde quería dirigirse, se giró en esa dirección, buscando los efectos tranquilizadores que el lago tenía sobre ella. Por alguna razón siempre se dirigía hacia cuerpos de agua para pensar. Después de su encuentro con Cooper y Ben, se dio cuenta de que en verdad necesitaba reflexionarlo todo.
El encuentro la hizo sentir inquieta, algo que normalmente podía ignorar. Ben Anderson tenía un físico muy hermoso, contrario al de su mejor amigo. Mientras que la apariencia de Cooper tendía a ser oscura, Ben parecía más iluminado, con su cabello rubio y ojos azules. Él había sido muy claro al mostrar interés en ella, todo lo que necesitaba hacer era acercarse y aceptarlo. Ahora tenía dos magníficos hombres entre quienes elegir y no tenía ni idea de cuál le gustaba más.
Al llegar al puente de acero y alambre en la playa arenosa, su teléfono celular comenzó a sonar, buscando en su bolso de mano, Amethyst lo tomó. Hizo un gesto cuando miró el nombre de la persona que llamaba, Lyoness Keane, también conocida como su mamá, quien intentaba localizarla. Algo que Amethyst nunca esperaba que sucediera. Su madre podía ser tan voluble, como una bandada de palomas volando por el cielo. No podía ignorarla porque Lyoness Keane nunca se rendía. Tan solo se mantendría llamándola repetidamente hasta que Amethyst cediera y contestara. También podría saber lo que su madre quería. Terminaría la conversación tan pronto como pudiera. Además, no sería más fácil tratarlo más adelante. Amethyst presionó el botón de aceptar la llamada y se acercó el teléfono a la oreja.
“Hola, madre”. Intentó alejar la irritación de su voz, pero no pudo hacerlo. ¿Por qué le costaba tanto trabajo hablar con su madre?
“Querida, ¿dónde andas en estos días?”. La voz muy aguda de Lyoness llenó sus oídos.
¿Qué? ¿Por qué quería saber su ubicación actual? Otra mala señal, ¿cómo manejarlo? Mmmhhh…bueno, ¿debería ser honesta? ¿En verdad? ¿Qué daño podía hacer? Ningún motivo para comenzar a entrar en pánico aún. El corazón le latía en el pecho. Ahora era demasiado tarde para tranquilizarse cuando todo horrible escenario fluía por su cabeza. “Estoy en un ensoñador pueblito llamado North Point, Michigan”. Cansada de sonar indiferente, no estaba segura de haber tenido éxito. “¿Por qué madre?”.
Al ignorar por completo su pregunta, Lyoness preguntó. “¿Está en un lago? Amo los Grandes Lagos”.
Amethyst quería gritar, pero se abstuvo de hacerlo. Era mejor permanecer lo más calmada posible mientras trataba con su madre. En cambio, intentó cambiar de tema y le preguntó sobre su más reciente interés amoroso.
“¿Cómo está Saul?”.
Casi podía ver a su mamá frotarse las manos frente a ella mientras respondía: “Ay, ese idiota. Terminamos las cosas la semana pasada. Es momento de seguir adelante. Ya sabes cómo es. Ahora, cuéntame de este ensoñador pueblito. ¿Qué lago se encuentra allí?”.
Debía haber sabido que su madre y Saul habían terminado. A Amethyst le gustaría decir que con una sola mano podía contar a todos los amantes de su madre, pero sería una mentira. No, probablemente necesitaría una calculadora o algún tipo de software de contabilidad para tener un registro de todos ellos. Sí, habían sido tantos y había sido alucinante. Su madre y Saul habían terminado. La única sorpresa era lo rápido que había ocurrido. Este tenía que ser todo un récord para su madre.
Con un suspiro, alejó el teléfono de su boca y la cubrió para evitar que estallara un grito. Se controló y respondió: “el lago Michigan”.
Al otro lado del teléfono, Amethyst escuchó un fuerte chillido de placer. “Ay, eso está perfecto. ¿Dónde te estás hospedando? Llegaré mañana. Podemos pasar el rato y tener un tiempo de chicas. ¿Estás trabajando en una nueva historia? Estoy segura que esta será tan brillante como todas las demás. Puedo ayudarte a investigar un poco. Esto será muuuy divertido. No puedo esperar para verte, cariño”. Su madre seguía divagando y no le dio a Amethyst una oportunidad de interrumpirla. No es que ella se lo hubiera permitido. Su mente se apagó tan pronto su madre mencionó que la alcanzaría.
Justo como temía, su madre quería visitarla. Más bien, volverla loca. No hay manera de convencerla de no venir a North Point. Lyoness había decidido sus planes de viaje antes de hacer la llamada a Amethyst. Lyoness Keane hacía lo que quería, cuando lo quería. Todo lo que ella podía hacer era sonreír y soportarlo. Antes de que se rindiera por completo, Amethyst intentó convencerla de que se quedara en Florida.
“No sé, mamá. ¿Estás segura de venir hasta acá? Es todo un paseo desde el aeropuerto. Además, estás en Miami. Es hermoso allí”.
“Estoy harta de Florida. Necesito un cambio. Hace años que no visito Michigan. Pienso que es momento de volver allá. ¿Cuál es el nombre del hotel donde te alojas?”.
Como había pensado, había sido un esfuerzo inútil. Así que apretó los dientes antes de decir algo de lo que pudiera arrepentirse. En ocasiones, su madre podía ser tan demandante como un niño de dos años. Una vez que Lyoness Keane tenía una idea en su cabeza, podía convertirse en toda una batalla, incluso al sugerirle que tomara una decisión diferente. Así Amethyst le dijo a regañadientes el nombre de la posada. “Trenton-Hill Inn”.
Armada con la información por la cual había llamado, atolondradamente Lyoness dijo a Amethyst, antes de terminar la llamada. “Muy bien, bebé, te veo mañana. Besos”.
Amethyst tan solo miró su teléfono con desconcierto; su madre había colgado la llamada. Después de varios minutos volvió a meter su teléfono en su bolso y se dio la vuelta para caminar como autómata hacia la posada. Parecía que tenía que prepararse para la llegada de su madre al día siguiente. ¿Debía advertir a Cooper? Esto le daría un motivo para hablar con él. Sin saber si eso sería una buena idea, decidió no hacerlo. Por otro lado, la posada tenía que estar al tanto de que habría otro huésped en su habitación. De ninguna manera su madre tomaría otra habitación. Lo más probable era que estuviera al borde de la quiebra y no tuviera fondos personales. Ese era el motivo por el que buscaba a Amethyst cada vez que tenía un rompimiento. Los amantes de su madre pagaban todos sus gastos y una vez que terminaban su relación, sus fondos se agotaban.
Levantó la vista y vio que había llegado a la posada. Entró. Suspiró y se resignó ante la situación. Dio un pequeño agradecimiento por estar en una amplia suite con un sofá. Cuando entró en la posada se dio cuenta de que Cooper ya no se encontraba allí. Una joven mujer con cabello corto negro, ojos purpúreos y una sonrisa alegre, la saludó. “Hola, soy Olivia. ¿Cómo puedo ayudarle?”.
Le tomó un minuto a Amethyst superar la decepción de que Cooper no la ayudaría. No era que le importara, pero no podía negar su atracción hacia él. Había esperado tener otra conversación con él.
“Oh, pensé que Cooper se encontraba trabajando”.
Olivia asintió sin que su sonrisa dejara su rostro. “Oh, él está…o estaba, debería decir. Tuvo una emergencia con su papá, por lo que me llamó para que me encargara. ¿Usted es una de nuestros huéspedes?”.
“Oh. Lo siento, sí. Soy Amethyst Keane. Estoy en la habitación número trece. Necesitaba hacerle saber que mi madre, Lyoness Keane llegará mañana. Si no estoy aquí cuando ella llegue, ¿puede asegurarse de que reciba una llave de mi habitación?”
“Oh, por supuesto, dejaré una nota en nuestra computadora. ¿Hay algo más que necesite?”. Olivia anotó la información en una nota adhesiva amarilla y la colocó en el monitor de la computadora.
Ella realmente quería saber qué estaba ocurriendo con Cooper y su papá, por lo que añadió: “¿el papá de Cooper se encuentra bien? Lo siento, creo que eso es algo demasiado personal”. No debería estar entrometiéndose en los asuntos de Cooper. “En ocasiones no puedo evitar mi naturaleza curiosa”.
Olivia agitó sus manos en un gesto desdeñoso. “Oh, estoy segura que el Sr. Marchant se encuentra bien. Hace un año se retiró, cuando la mamá de Cooper falleció. Vive solo en la casa de Ghost Peak. De seguro se quedó atrapado en su techo. El viento derribó su escalera o algo así. Por fortuna tenía su teléfono celular en su bolsillo y llamó a Cooper por ayuda”.
¿Ghost Peak? Ese lugar parecía interesante, así que Amethyst preguntó: “Oh, es un nombre fascinante. ¿Por qué se llama así?”.
“Se rumora que es el sitio donde Easton Hill le pidió matrimonio a Marianne Trenton. Además de esta posada, la leyenda dice que cada año, en el día en que se lo propuso a ella, él se aparece”.
Amethyst podía sentir la emoción que empezaba a surgir en su interior. Había escuchado algunas historias de fantasmas acerca del pueblo. Ese fue uno de los motivos de que lo hubiera elegido para su próximo viaje. Quería obtener más información de parte de Olivia, pero se contuvo. “Guau, ¿es cierto? ¿Cree usted que el Sr. Marchant me permitiría visitarlo?”.
Olivia asintió con la cabeza. “No veo por qué no. Adora la compañía, especialmente porque está solo la mayor parte del tiempo. Además de Cooper, solo son él y su golden retriever, Molly. Probablemente le gustará que usted lo visite”.
Amethyst no pudo contener su emoción e hizo más preguntas a ritmo veloz. “Maravilloso, ¿Cree que esté bien que lo visite esta noche? ¿Cree que debo llamar primero? ¿Me daría las instrucciones para llegar a Ghost Peak?”.
Una enorme carcajada llenó el lugar mientras Olivia se cubría el pecho con su mano. “No, tan solo vaya. Es probable que Cooper siga allá. Espere un minuto y anotaré las instrucciones para llegar. Es una larga caminata, pero la vista es impresionante y vale la pena”.
Olivia continuó escribiendo algunos detalles de las instrucciones para llegar. La caminata anterior no había salido como originalmente pretendía que fuera, pero en ocasiones era mejor no planificar las cosas. Con la ayuda de Olivia, ya tenía el tema principal de su historia. Tal vez incluso podría acortar su visita y regresar a casa. Su madre seguramente la seguiría, de cualquier manera…
Se encargaría del asunto con su madre cuando llegara. No había razón para estresarse en este momento. Había cosas más importantes por investigar y explorar. Estaba a punto de tener la primera experiencia con la leyenda de Easton Hill. No podía esperar ver el lugar donde existía el rumor de que se había comprometido a su esposa, Marianne.
Olivia tomó el papel y se lo entregó a Amethyst. “Aquí tiene. Fue un placer conocerla, Amethyst. Buena suerte”.
Amethyst asintió con la cabeza, mientras decía a Olivia: “gracias por toda su ayuda. Que tenga una linda tarde”.
Después dio la vuelta y salió de la posada. Nada como el primer indicio de una historia para hacer que su sangre se sacudiera con entusiasmo, y con paso rápido empezó a caminar por la ruta que Olivia había indicado en la nota. Pronto empezaría a reunir los detalles de este fantasma del pueblo y de la rica historia que lo convertía en una leyenda.

CAPÍTULO CUATRO
Cooper acababa de poner la escalera en el cobertizo cuando vio a Amethyst caminando hacia la casa. Se detuvo un minuto para apreciar lo bella que se veía con el viento soplando su cabello. Su intento de retirarlo había sido fallido debido al día ventoso. Los finos mechones soplaban sin rumbo por su rostro, mientras caminaba por el sendero que conducía al porche delantero. ¿Qué la había conducido hasta él? Tal vez era la chica que había esperado encontrar un día. Sabía algo de seguro; está más que dispuesto por averiguarlo. Cooper creía en su corazón que ella era especial.
Llegó a los escalones y llamó a la puerta principal. Su papá, Roman Marchant abrió la puerta y la saludó. Finalmente su padre se encontraba bien y podía mostrar un semblante de felicidad. La madre de Cooper había tenido una larga lucha contra la leucemia y hacía un año que había perdido la batalla. La pérdida había devastado a su padre. Su oscuro cabello ahora tenía vetas grises y sus ojos azules tenían una tristeza que nunca antes habían tenido. Le había costado mucho seguir adelante sin su amada esposa. Ayudaba que el mejor amigo de su padre, Nicholas Drake pasara el verano en el pueblo. Después de haberse lesionado en el trabajo, Nicholas buscó un lugar para recuperarse y North Point era un buen lugar, como cualquiera. Pronto llegaría.
Cooper caminó hacia la puerta trasera y entró a la casa. Pasó por la cocina y llegó al frente de la casa donde podía escuchar a su padre, mientras se aproximaba. “No, está bien. Por favor, entre. No tenemos muchas visitas por aquí, especialmente tan encantadoras como usted”.
Cooper tomó eso como la señal para entrar a la habitación. “¿Quién está aquí, papá?”.
Roman llevó su mano al pecho fingiendo un susto. “Cooper no deberías acercarte así sigilosamente a un anciano. Podrías haberme provocado un ataque al corazón”.
Cooper puso los ojos en blanco, ignorando el intento de humor de su padre. “Estoy seguro de que estarás bien, papá”. Miró rápidamente a Amethyst. “Además estás muy lejos de ser un anciano”. Ella comenzó a arrastrar sus pies mientras los miraba intercambiar palabras. Cooper pensó que se veía absolutamente adorable al morderse el labio inferior mientras los observaba. “Hola, Amethyst, ¿qué haces aquí?”.
Ella puso su atención en él. “Esperaba dar una vuelta por Ghost Peak Island. Mmmh, bueno también me preguntaba si podías señalarme exactamente hacia dónde encontrarla”.
Su padre se unió a la conversación con una mirada confusa en su rostro. “No sabía que se conocían ustedes dos”.
Cooper miró a su padre y contestó: “Amethyst es huésped en la posada. Nos conocimos esta mañana cuando se registró”.
Roman sonrió a Amethyst, mostrando orgullo en sus ojos. “Tiene un gusto maravilloso, querida. Trenton-Hill Inn es el mejor lugar para hospedarse en Michigan”.
Cooper se rió de la presunción de su padre. “Simplemente es prejuicioso porque ha estado en la familia por generaciones”.
Amethyst asintió con la cabeza. “No lo culpo. Yo estaría emocionada también si mi familia tuviera un valioso pasado. En verdad es una posada hermosa. He viajado a muchos lugares. Algunos inclusive exóticos y su posada es por mucho una de mis favoritas”.
Roman le dirigió a Amethyst una mirada perpleja. “Eres muy joven para haber viajado tanto. ¿Qué hace tu familia?”.
Amethyst odiaba cuando la gente comentaba acerca de su edad. No importaba cuántos años había vivido. A su madre le gustaba decir que tenía un alma vieja para alguien cercano a los veinte años. “Mmh, bueno no sé qué hace mi padre…nunca lo conocí. Mi mamá, bueno, puede decirse que es una especie de empresaria. Siempre probando nuevas ideas en nuevos lugares. Nunca se aferra a nada”.
Roman movió su cabeza como si lo entendiera, pero sus ojos contaban una historia diferente. “Ah, ya veo”. Al mirar a su hijo, preguntó: “Cooper, ¿Quieres darle el recorrido por la isla?”.
Cooper asintió con la cabeza a su padre. Nada lo haría más feliz que acompañar a Amethyst por la isla. No podía haber pedido una mejor oportunidad si lo hubiera arreglado él mismo. Ben, no se encontraba tampoco por ningún lado para interferir con su tiempo a solas con Amethyst. Hasta ahora iba ganando la competencia que su amigo había comenzado.
Había aprendido mucho sobre ella en línea. Ella no le había dado mucho para continuar, pero la revista ASK presentaba sus artículos de manera destacada. También había escrito algunos editoriales en casi todas las ediciones. Al considerar sus iniciales, había supuesto que la revista podría desempeñar un papel más importante en su vida, de lo que ella le había hecho creer. Él le había preguntado exactamente qué tan involucrada estaba y si la revista llevaba su nombre debido a ella.
Mientras tanto, Cooper aprovecharía el momento para contarle acerca de la leyenda local del pueblo. Resultaba que Cooper y Roman eran los expertos locales. Todos conocían las historias, pero solo la familia Marchant poseía cada uno de los diarios de Marianne. Estos estaban entre las muchas cosas que había abandonado en la posada cuando huyó de North Point.
“Si me sigues, puedo mostrarte el lugar. Hay muchos lugares interesantes por aquí”.
Amethyst caminó al lado de Cooper, con sus ojos llenos de emoción. “No puedo esperar. Estoy lista cuando tú lo estés”.
Esta tarde prometía ser la mejor de su vida. Le sonrió y le hizo un gesto para que lo siguiera. Mientras caminaban por el sendero, la condujo hacia la parte trasera de la casa y se detuvo al borde del acantilado. Las olas del lago chocaban contra un lado ded formación rocosa en el fondo. Al mirar hacia el lago, un pequeño pico pedregoso gris, negro y blanco se encontraba en una pequeña isla a corta distancia de las rocas de abajo. Desde donde estaban parados, parecía que podían alcanzarlo y tocarlo.
Cooper tocó su hombro y señaló hacia la pequeña isla. “Allí está Ghost Peak. No es una montaña en realidad, pero nos gusta pensar que es nuestra isla privada. El agua tuvo un extraño efecto en ella y con los años se formó la isla con su pequeña montaña. La formación siempre ha estado aquí, bueno, desde antes de que este pueblo se convirtiera en lo que es. No fue nombrada como Ghost Peak Island hasta después de la muerte de Easton Hill”.
Amethyst se apartó del lago para mirarlo a él. “¿Por qué recibió ese nombre? ¿Cómo podía tener algo que ver con la muerte de Easton Hill?”, ella inclinó su cabeza y miró hacia Ghost Peak.
Cooper ocultó una sonrisa. En este momento podía darle cualquier información que quisiera. Tenía su atención embelesada y no estaba dispuesto a desperdiciarla. “De acuerdo con la leyenda de Easton Hill, remaba en un bote junto con Marianne Trenton hacia la isla. Iban a pasar un día de campo. Mientras se encontraban allí, él le propuso matrimonio y poco tiempo después, se casaron. Este resultó ser uno de sus lugares románticos favoritos. Eso no ha cambiado mucho con los lugareños. A muchos de nosotros nos sigue gustando pasar el tiempo en la isla, cuando tenemos oportunidad”.
Amethyst agitó su cabeza y dijo: “entonces, debería ser Love Peak, no Ghost Peak. (Nota de la traductora: al usar Love-amor en el nombre, se hace alusión a que era más un lugar romántico que de fantasmas: ghost). Eso no encaja. ¿Entonces allí le propuso matrimonio? ¿Por qué lo convierte en un lugar que implica a un fantasma?”.
Era tan adorable que él quería abrazarla. “Debería ser, pero no lo es”.
Amethyst inclinó su cabeza como intentando darle sentido a ello. “No lo entiendo. Explícame”.
“La explicación simple es que él va allí en busca de su esposa. Él la perdió, o ella lo perdió, dependiendo de cómo lo veas. Así, él la visita un día al año esperando encontrarla en el lugar. Hasta ahora no ha tenido mucha suerte, pobre bastardo”. En verdad era una triste leyenda…
“Eso es increíblemente triste. ¿En qué día visita la islita?”. Mordisqueó la parte superior de su labio inferior. Él deseó que hubieran podido ser más cercanos y así poderla besar. Ella tenía una boca apetecible y sus dientes la hacían ver más llena, aunque en verdad no influían en ello.
Cooper se encogió de hombros y dijo: “No estoy seguro. Se han mencionado muchas fechas diferentes. Podría decirte cuándo se casaron y hacer una suposición…pero ni el diario de Marianne dice exactamente en qué fecha salió de allí. Ellos se casaron el 1º de abril de 1953.
“¿El Día de los Inocentes? Qué interesante…”. Hizo una pausa y lo miró. Sus ojos se abrieron cuando dijo: “espera, ¿tienes algunos de sus diarios? ¿Puedo leerlos?”. La emoción inundó su voz cuando sus ojos prácticamente le suplicaron.
Había sido tan fácil llevarla hacia la dirección que él quería que ella fuera. Ni siquiera se había dado cuenta de que había sido engañada. Todo iba maravillosamente y pronto descubriría si era tan especial como él lo creía. Mientras más tiempo pasaran juntos, habría mejores oportunidades de involucrarse más. “No lo sé. Son un tipo de herencia familiar y tienen más de medio siglo…”.
“Oh, prometo ser extremadamente cuidadosa. Si me permites leerlos, claro”. El entusiasmo invadió su voz mientras hablaba.
Fingió que sería muy complicado permitirle ver los diarios. “Bueno, la cuestión es que no te conozco lo suficiente y ¿cómo puedo confiar en que no huirás con ellos?”.
Ella inclinó su cabeza como para considerar cómo avanzar. “Bueno, si te hace sentir tranquilo, ¿quizá puedas estar conmigo cuando los revise? De esa manera te darás cuenta de que no arruine nada que no deba”.
Maravilloso, ni siquiera había tenido que sugerirlo. En realidad, ella estaba haciendo todo demasiado sencillo para él. No es que tuviera alguna intención de quejarse, “mmhh…bueno supongo que puede funcionar. De cualquier forma, ¿por qué estás tan interesada en Marianne y en Easton?”.
“Soy escritora…”. Sacudió su cabeza. “Pero supongo que ya lo sabías. Lo mencioné antes, cuando nos conocimos”. Amethyst suspiró. “Me encanta descubrir cosas interesantes acerca de los lugares que visito. Admito que selecciono lugares que ya me intrigan y espero desentrañar la historia de tu pueblo y usarla en mis artículos. Me topé con la posibilidad de fantasmas en este pueblo y pensé que sería una maravillosa distinción. Me gustaría escribir la verdad y no un artículo especulando acerca de la existencia de fantasmas. ¿Me ayudarás?”.
“Podría hacerlo. ¿Ya has escrito algo? ¿Me lo muestras?”.
“No lo sé, es que no me gusta compartir algo hasta que lo haya terminado por completo. Tal vez cuando lo termine, ¿pueda enviarte una copia?”.
Oh, esa es una buena idea. Eso le daría una razón para mantenerse en contacto si dejaba el pueblo. Él esperaba que pudieran desarrollar una relación y que decidiera quedarse, pero en caso de no resultar como planeaba, necesitaba un plan de respaldo. “Eso sería fantástico. Estoy deseoso de leer tu historia”.
Una brillante sonrisa se formó en su rostro. “Bien, entonces me aseguraré de enviártela. Ahora, ¿me dejarás ver esos diarios?”.
“Supongo que puedo hacerlo. Camina conmigo de regreso a casa. Necesito hacer saber a mi papá que volvemos a la posada”.
Prácticamente, Amethyst daba saltos a su lado mientras se dirigían a la casa. “Muchas gracias por permitirme verlos. Esto es más de lo que esperaba encontrar”.
Él esperaba que esos diarios estuvieran a la altura de sus expectativas. Hasta ahora, la encantadora mujer ante él, lo estaba. Ella tenía todas las cualidades que Cooper buscaba en una chica. Tan solo necesitaba manejarlo correctamente para que ella sintiera lo mismo por él.

CAPÍTULO CINCO
Por primera vez en su vida, Amethyst creía que un hombre podía ser realmente notable. Ella tenía un empleo maravilloso haciendo lo que amaba, uno en el que lograba tener una buena vida y en gran parte, uno que disfrutaba. Inclusive, en ocasiones su madre podía ser maravillosa. No tuvo una mala infancia. Su madre dejó claro desde el principio que amaba a Amethyst, pero al mismo tiempo ella se sentía como si realmente no perteneciera a ningún lado. Probablemente como resultado de moverse continuamente…en cada lugar que había estado parecía que la magia se formaba en el aire. Como si estuviera esperando que ella extendiera la mano y la agarrara. Ningún hombre la había seducido antes, pero Cooper había hecho que deseara cosas que antes no había considerado.
Nunca había sido tan fácil descubrir información acerca de las personas y del pueblo que ella investigaba. Cooper estaba haciendo su trabajo demasiado fácil…¿descubrir que existía un diario, desde el primer día? Nada como esto le había ocurrido antes. No podía esperar a regresar a la posada para leerlo. Por supuesto, estaba el premio adicional de pasar tiempo con él. Amethyst se lamió los labios y miró al delicioso espécimen que caminaba frente a ella. Tampoco parecía que a él le costara trabajo ayudarla en su investigación, lo que resultó ser una gran bendición.
Caminaron por el sendero que conducía a su casa. No pasó mucho tiempo antes de que se aproximaran al porche delantero. Cuando llegaron a los escalones, la puerta principal se abrió, un hombre que no había visto antes salió. Tenía el cabello oscuro y ojos verde olivo muy penetrantes. Su mirada la dejó helada, dándole la impresión de que podía ver a través de sus ojos. Sus rasgos no eran precisamente atractivos, sino más bien más llamativos que cualquier otra cosa. Su rostro mostraba rasgos prominentes y su cuerpo se encontraba extremadamente en forma. No parecía haber una onza de grasa en ninguna parte de él. Su brazo izquierdo lo tenía atado firmemente con un cabestrillo y caminaba muy lentamente bajando las escaleras. ¿Qué le había sucedido? Cooper se dirigió a él y le dio un rápido abrazo. “Hola tío Nick, me da gusto ver que lo lograste. ¿Te encuentras bien? ¿Necesitas que te ayude en algo?”.
El tío Nick se detuvo al pie de los escalones y los estudió a ambos con su intensa mirada. “No. Estoy bien. Preséntame a tu amiga”. Su tono era áspero y exigente.
¿Muy descortés? Amethyst observaba a ambos, tratando de decidir si quería conocer al hombre. La orden que su tío Nick había dado a Cooper no parecía molestarle. En lugar de comentarlo siguió adelante con las presentaciones necesarias. “Ella es Amethyst. Amethyst, mi padrino, Nicholas Drake”.
¿Padrino? ¿Entonces por qué lo había llamado tío Nick? Eso era muy extraño…ella estiró su mano para saludarlo. Por un breve minuto él tan solo la observó, como si no tuviera idea de qué hacer. Después, lentamente levantó su mano derecha y firmemente estrechó la mano de ella. Amethyst no pudo evitar mirarlo. No sabía por qué, pero parecía extrañamente familiar. Se sacudió de la cabeza la sensación de déjà vu. “Es un placer conocerlo, Sr. Drake”.
“Nick.”
Ella inclinó su cabeza mirándolo con confusión. “¿Cómo?”.
Él sonrió por primera vez desde que lo vio cuando se aproximaban al porche delantero. “Preferiría que me dijeras Nick. Sr. Drake es demasiado formal. No estamos en una ceremonia. ¿Qué están haciendo ustedes dos?”. Su sonrisa la molestó. Las sonrisas tenían muchos significados. En este hombre, cuando levantaba sus labios, parecía decir que te había visto y que no necesariamente le gustaba lo que veía en apariencia. Ella quería alejarse de él, pero se negó a darle la satisfacción. Amethyst nunca retrocedía ante nada y hacerlo con este hombre podría ser el mayor error que pudiera cometer. Intentó seguir sus instintos en todo y estos le gritaban que este hombre tenía que evitarlo.
Cooper hizo un gesto a Amethyst con sus manos. “Amethyst tiene interés en nuestra leyenda local fantasmal. Acabamos de visitar Ghost Peak Island…err, la observamos, mejor dicho. Tendré que llevarla a la isla otro día. Iré a decirle a mi padre que regresamos a la posada”.
Nick levantó su mano e hizo pasar a Cooper. “Bien, no te detengo. Ve y cuéntale tus planes. Yo puedo hacer compañía a Amethyst mientras tú vas. De cualquier forma, tengo que ir por algo a mi auto”.
Cooper empezó a caminar por los escalones mientras preguntaba: “¿estás seguro de que no necesitas ayuda? Yo puedo…”.
Nick lo interrumpió agitando una vez más su mano. “Ve Coop. Yo estoy bien”.
Cooper inclinó su cabeza, asintiendo. “Bien. Si estás seguro, no tardaré”. Después subió las escaleras corriendo y entró a la casa.
Amethyst mantuvo su mirada en él mientras entraba a la casa. Se volvió hacia Nick y le preguntó: “¿Quieres que te ayude a sacar lo que necesitas de tu auto?”.
Mientras se dirigía hacia un auto deportivo plateado, casi ignorándola, contestó: “No. No soy un lisiado. Yo mismo puedo sacar lo que necesito”.
Nick abrió la puerta del auto y tomó su teléfono celular del tablero delantero. Volvió y se detuvo directamente frente a ella. Algo la forzó a preguntar: “¿sería grosero preguntar cómo te lastimaste?”.
Los helados ojos color verde olivo quedaron inmóviles. “Por supuesto”.
Ella necesitaba intentar desarmarlo. El comportamiento del hombre se mostraba demasiado serio, algo necesitaba sacudirlo. Con una sonrisa descarada, ella preguntó: “Entonces eso significa ¿que no me lo vas a decir?”.
Un gesto se formó en su cara. “Eres muy preguntona. Prefiero no hablar de ello. Dime algo acerca de ti. ¿De dónde eres? No recuerdo haberte visto antes por aquí”.
Esa pregunta siempre hacía que Amethyst se sintiera incómoda. No le gustaba explicar que su mamá se mudaba en exceso mientras ella crecía y que en realidad no pertenecía a ningún lugar. Deseaba que las personas dejaran de hacerle esa pregunta. La solución fácil siempre había sido pretender que tenía raíces, pero algunas personas simplemente no le permitían fingirlo. “Ah, bueno, yo…es que yo…la respuesta sencilla, supongo, es que no soy de ninguna parte”.
El hombre no quería darle ningún margen de maniobra. No aceptó la respuesta sencilla y siguió investigando con preguntas. “¿Cómo es eso?”.
Ella se encogió de hombros. “¿Importa? Nos mudábamos en exceso cuando yo estaba creciendo, y ahora viajo mucho debido a mi empleo”. Ella tenía un departamento en Nueva York, que era su base de operaciones, pero extrañamente se encontraba allí. Por nada habría una oportunidad de que ella le explicara los detalles de su infancia. Él no necesitaba saber que su madre se mudaba con frecuencia tan solo para encontrar un nuevo novio. Que Lyoness tenía que mudarse demasiado para aliviar el dolor de su existencia solitaria. No era asunto suyo saber que durante sus años de formación, su madre las trasladara en promedio, cada seis meses.
Infortunadamente, él continuó siendo persistente y no lo dejaría pasar. “¿Tu padre pertenece al ejército? ¿Por qué se mudaban? ¿Qué tipo de empleo tienes?”.
¿Por qué tenía tanta curiosidad acerca de su vida? Acababa de conocer al hombre. La ponía nerviosa con sus preguntas y exigencias que le hacía. Y prácticamente antes la había señalado de ser entrometida… “De nuevo, ¿no veo por qué importa? ¿Por qué me estás haciendo tantas preguntas?”.
Tan solo se quedó parado por lo que pareció una eternidad fulminándola. Una sombría sonrisa se formó en sus rasgos duros mientras continuaba observándola. Una máscara completamente ilegible se formó en su rostro. Él tenía un problema con ella y ella no tenía ninguna pista de lo que posiblemente fuera. Sería mejor que Cooper saliera porque ella había ya terminado de pasar el tiempo con su “tío”.
Finalmente, después de un largo y extraño silencio, él se dignó darle una respuesta. “Me recuerdas a una persona. Siento haber sido descortés”.
Amethyst inclinó su cabeza y empezaba a preguntar. “¿A quién…?”. Apenas dijo algo cuando Cooper salió corriendo de la casa y se detuvo sin aliento frente a ella. “Muy bien, estoy listo para partir. Tío Nick, papá dice que entres a la casa y que descanses. Apenas saliste del hospital y necesitas recuperarte. Ya ha sido suficiente con que hayas conducido hasta aquí y que no me hayas permitido pasar a recogerte”.
Nick hizo una mueca ante sus palabras, pero se volvió y entró. Amethyst no pudo evitar sentirse demasiado curiosa por el hombre. Había dicho que le recordaba a una persona. Ella quería saber quién podía ser. Tal vez tendría otro misterio por resolver durante su visita a North Point. Parecía un hombre muy solitario. En cierto modo, le recordaba a su madre. Lyoness tenía constantemente en su rostro, una expresión similar de aislamiento desesperado. Intentaba ocultarlo, pero permanecía en sus ojos, incluso cuando sonreía.
Nick se frotó el hombro mientras el dolor aparecía en sus facciones. “Supongo que entraré, entonces. No quiero que Roman tenga otro ataque al corazón tratando de forzarme para que entre. Fue un placer conocerte, Amethyst”. Lentamente Nick subió por los escalones y entró arrastrando sus pies.
Amethyst no pudo contener su curiosidad. Tan pronto como Nick atravesó la puerta principal, ella volteó hacia Cooper para comenzar a obtener información acerca de él. “Parece que está teniendo un fuerte dolor. ¿Qué le ocurrió?”.
“No sé exactamente. Todo lo que mi papá me dijo fue que tuvo una lesión en su trabajo. Supongo que tuvo una larga estadía en el hospital, no nos enteramos. El tío Nick no dice nada hasta que lo necesita. Desde que recuerdo, solo viene aquí una vez al año. Este es su lugar de vacaciones y supongo que ahora será donde estará convaleciente”.
“Lo presentaste como tu padrino…¿por qué lo llamas tío Nick?”. Eso era lo que más la desorientaba y quería entenderlo.

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