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El Corazón Del Tiempo
Amy Blankenship


El Corazón del Tiempo
Serie del Guardián del Corazón de Cristal
Libro 1

Author: Amy Blankenship
Translated by Gladys de Contreras

Copyright © 2012 Amy Blankenship
English Edition Published by Amy Blankenship
Spanish Edition Published by TekTime
All rights reserved.



La Leyenda del Corazón del Tiempo
Los mundos pueden cambiar pero las verdaderas leyendas nunca se desvanecen.
La oscuridad y la luz han batallado constantemente desde el principio de los tiempos. Los mundos se forman y aplastan debajo de los pies de sus creadores, pero la necesidad constante del bien y del mal nunca ha sido cuestionada. Sin embargo, a veces un nuevo elemento emerge, la única cosa que ambas partes quieren, pero que sólo uno puede tener.
Paradójico por naturaleza, el Guardián de Corazón de Cristal es la única constante que ambas partes se esfuerzan por alcanzar. La piedra cristalina tiene el poder de crear y destruir el universo conocido, sin embargo, puede terminar con el sufrimiento y el conflicto en un mismo aliento. Algunos dicen que el cristal tiene mente propia, otros dicen que los dioses están detrás de todo.
Cada vez que el cristal ha aparecido, sus guardianes siempre han estado dispuestos a defenderlo de quienes lo usarían de forma egoísta. Las identidades de estos guardianes permanecen inalteradas y ellos aman con la misma intensidad sin importar el mundo o el tiempo.
Una chica se encuentra en el medio de estos guardianes antiguos y es objeto de sus afectos. Ella tiene dentro el poder del cristal en sí. Ésta es la portadora del cristal y la fuente de su poder. Los límites a menudo desaparecen y proteger el cristal lentamente pasa a ser proteger la sacerdotisa de otros guardianes.
Esto es de lo que se nutre el corazón de la oscuridad. Es la oportunidad de hacer que los guardianes del cristal sean susceptibles y débiles al ataque. La oscuridad anhela el poder del cristal y también a la chica como un hombre anhelaría a una mujer.
Dentro de cada una de estas dimensiones y realidades se encuentra un jardín secreto conocido como el Corazón del Tiempo. Allí, una estatua de una joven sacerdotisa humana está arrodillada. Ella está rodeada por una magia milenaria que mantiene su tesoro secreto, oculto y bien preservado. Las manos de la doncella están extendidas como esperando que algo preciado sea puesto en ellas.
La Leyenda dice que ella está esperando que la poderosa piedra conocida como el Guardián del Corazón de Cristal vuelva a ella.
Sólo los guardianes conocen el verdadero secreto detrás de la estatua y cómo ésta llegó a existir. Antes de que los cinco hermanos inhalaran sus primeros alientos, sus ancestros, Tadamichi, y su hermano gemelo, Hyakuhei, protegían el corazón del tiempo durante su época más oscura. Por siglos, los gemelos protegieron el sello que previno que el mundo humano se mezclase con el reino demoníaco. Esta era una tarea sagrada y tanto las vidas de los humanos como de los demonios debían mantenerse a salvo y en secreto una de la otra.
Inesperadamente, durante su reinado, una pequeña banda de humanos accidentalmente cruzaron hacia el mundo del demonio debido al cristal sagrado. Durante un tiempo de agitación sus poderes causaron una ruptura en el sello que había separado las dimensiones. El líder del grupo humano y Tadamichi se habían rápidamente convertido en aliados, haciendo un pacto para cerrar la ruptura en el sello y mantener los dos mundos bloqueados el uno del otro para siempre.
Pero durante esa época, Hyakuei y Tadamichi se habían enamorado de la hija del líder humano.
En contra de los deseos de Hyakuhei, la ruptura había sido reparada por Tadamichi y el padre de la chica. La fuerza del sello había sido multiplicada por diez, separando el peligroso triángulo amoroso para siempre. El corazón de Hyakuhei estaba destrozado, hasta su propio hermano de sangre Tadamichi lo había traicionado asegurándose de que él y la sacerdotisa estuvieran separados eternamente.
El amor puede transformarse en la cosa más malvada una vez que se pierde. El corazón roto de Hyakuhei se convirtió en ira maliciosa y celos causando una batalla entre los hermanos gemelos, terminando con la vida de Tadamachi y separando sus almas inmortales. Esas astillas de inmortalidad crearon cinco guardianes nuevos para tomar el control sobre el sello y protegerlo de Hyakuhei, quien se había unido a los demonios dentro del reino demoníaco.
Prisionero dentro de la oscuridad, él se había transformado, Hyakuhei expulsó todo pensamiento de proteger el corazón del tiempo, en lugar de eso, él se enfocó en hacer desaparecer el sello por completo. Sus largos rizos de medianoche, llegándole más abajo de sus rodillas y un rostro que pertenece sólo a los más seductores, esconden el verdadero mal que se encuentra dentro de su apariencia angelical.
A medida que comienza la guerra entre las fuerzas de la luz y la oscuridad, una luz azul cegadora es emitida por la estatua santificada señalando que la joven sacerdotisa ha renacido y el cristal ha resurgido en el otro lado.
A medida que los guardianes son atraídos a ella y se convierten en sus protectores, la batalla entre el bien y el mal verdaderamente comienza. De ahí la entrada a otro mundo donde la oscuridad es dominante dentro del mundo de la luz.
´Ésta es una de sus muchas aventuras épicas...

Capítulo 1 "Recuerdos Destrozados"

"¡Kyoko!"
El grito de rabia de Toya se escuchaba por todo el bosque circundante. A medida que el sonido de su grito desesperado se desvanecía, todo se convertía en un silencio mortal, mientras que todos los ojos estaban puestos en el próximo movimiento de Hyakuhei.
Nadie pudo haberlo detenido. Todo había pasado muy rápidamente para que alguien reaccionara. Lo que pasó había paralizado de miedo a los cinco guardianes. No podían creer que se habían unido como los protectores del guardián del corazón de cristal para luchar con Hyakuhei sólo para que él ganara, sólo para perder a la única persona que todos ellos amaron y protegieron.
Allí, flotando en el medio del campo de batalla, su peor pesadilla se hizo realidad.



Hyakuhei sostuvo a Kyoko contra él, mientras éste miraba hacia abajo en su rostro aterrorizado. La mitad inferior de su cuerpo había empezado a fundirse con el suyo, justo como él lo había planeado. Estaba tratando lentamente de devorarla a ella y al Guardián del Corazón de Cristal en su cuerpo y el vacío dentro de su alma. Todos los que observaron pudieron ver la corrupción del Cristal mientras brillaba con la oscuridad nacida del mal.
Las manos de Kyoko estaban contra el pecho de Hyakuhei, mientras ella se alejaba frenéticamente de él, tratando con todas sus fuerzas de liberarse de este señor guardián convertido en demonio, sólo para que riera de ella.
Hyakuei estaba lleno de un poder que corría por su piel y sangre, esos débiles intentos de ella por escapar lo entretenían enormemente. Su largo cabello de tono ébano nadaba alrededor de ellos, como sí tuviera vida propia. Los extremos sedosos de los mechones medianoche se tejieron detrás de Kyoko como una cinta de hierro para ayudar a someter su pequeño cuerpo contra el de él.
Sus piernas le picaban como si se formara hielo por toda su piel, como si un millón de alfileres la pincharan a la vez. Ella no quería caer en el frío y el oscuro vacío que era su alma. Ella podía sentir todos los demonios ahí esperando por ella. Mientras más era arrastrada dentro de su cuerpo, más frío se iba volviendo. Sus piernas le picaban como si se formara hielo a lo largo de su piel, como si un millón de alfileres la pincharan a la vez.
Ella sabía que si no hacía algo rápido, estarían todos perdidos. Podía ver a los cinco hermanos que la habían protegido los últimos dos años, quedándose ahí observando.
Todos ellos querían ayudarla, pero estaban muy asustados como para hacer algún movimiento mientras ella seguía siendo usada como escudo.
Ella no quería perder a este traidor de los guardianes. Éste era su propio tío ¿por qué se había puesto en contra de sus sobrinos desde hace tanto tiempo? Los ojos verdes esmeralda de Kyoko se voltearon para bloquear al enemigo en su temerosa ira. Esto no podría estar pasando, no después de todo lo que ella había pasado, era su culpa.
Sus ojos se estrechaban en la mirada fija y oscura de Hyakuhei. Ella había traído el Cristal a este mundo y ella lo sacaría de este mundo así tuviera que llevarlo con ella al infierno.
Kyou se quedó a no más de 20 metros y en una furia cegadora sacó rápidamente su espada de destrucción "Hakaisha". A él no le gustaba el pensamiento de que su tío… su enemigo, estuviera tocando la única chica humana a la que él había llegado a respetar. Ella se veía peligrosamente frágil en los brazos de un hombre enfurecido, la pelea era ahora de la pureza contra la maldad.
El señor del reino guardián, Kyou, el mayor de los hermanos, no podía hacer nada sin que Kyoko sufriera en el proceso. Secretamente, él sabía que el poder del Cristal no podía lastimarlo porque él había usado un hechizo para bloquear todos los hechizos antes de la batalla. Él había estado preparado en caso de que Hyakuhei hubiera tratado de usar el Guardián del Corazón de Cristal en su contra.
Pero esto no lo había anticipado. Él no quería que Kyoko saliera lastimada…nunca, no mientras él tuviera el poder de prevenirlo.
Él no luchó cuando los fantasmas oscuros y demoníacos enviados por Hyakuhei, salieron de la tierra, como si vinieran de una pesadilla oculta y envolvieron su letal cuerpo para someterlo. Kyou vio a Toya mirar la furia ardiente en los ojos plateados de su hermano menor.
Hyakuhei había atrapado a Toya en un ataque de fantasmas demoníacos, tratando de mantenerlo a raya pero Toya seguía luchando con venganza hacia ellos. En su interior, Kyou estaba agradecido por las restricciones puestas a su hermano porque sin ellas, Toya hubiera atacado sin importar las consecuencias. Sólo la mirada de Kyoko en tal peligro había empujado a Toya más allá del punto de quiebre.
Kyou podía sentir el poder protector de Toya intensificarse con cada latido, junto con su poder y el poder de sus hermanos.
Ni a diez pies de distancia, los ojos azul hielo de Kotaro se abrieron sorprendidos. Él no quería ver a Kyoko lastimada, pero no podía hacer nada para impedirlo. Sus brazos estaban sangrando por la batalla y sus piernas no estaban en la mejor forma. Mientras luchaba por mantenerse de pie, él estaba tan débil que ni podía atacar en ese momento, luchando contra el dolor. Su mente todavía se congelaba de miedo por la chica que amaba más que nada.
"No te atrevas a lastimarla o yo te cazaré hasta en el infierno, Hyakuhei", Kotaro murmuró con voz ronca, revelando sus colmillos afilados mientras sus ojos azules ardían con su necesidad de represalia. El aire a su alrededor parecía cobrar vida de venganza mientras los escombros volaban formando un círculo a su alrededor gracias a sus poderosos vientos.
Kamul tenía miedo, pero ver a Kyoko luchando en los brazos de Hyakuhei lo había hecho reaccionar. Polvos multicolores brillaban en sus ojos enfurecidos. Sin pensar en las consecuencias, Kamul corrió directamente hacia Hyakuhei con sus garras expuestas y un coraje inimaginable nacido de su amor por la sacerdotisa y visto por todos.
Los demonios sombríos de Hyakuhei, lo repelieron, golpeando su cuerpo contra la dura suciedad y lanzando escombros.
Kaen atrapó a Kamui fuertemente, el fuego salía de sus pies mientras saltaba colocándose a salvo, cuidando siempre al guardián más joven durante la batalla. Con Kamui en el suelo y fuera de peligro, Kaen miró a Hyakuei con furia y se mantuvo de pie entre el guardián más joven y el peligro.
Suki estaba de rodillas, aún sosteniendo a su padre en sus brazos. Su cuerpo ahora sin vida y su odio por Hyakuhei hervía dentro de ella por matar a Sennin. Su mirada ahora se fijaba en Kyoko, deseaba que ella pudiera salvar a su mejor amigo del mismo frío destino en el que cayó tan sabio anciano.
Shinbe se puso de pie en actitud protectora en frente de Suki, bloqueando su cuerpo de la vista de Hyakuhei. El viento proveniente de la rabia de Kotaro, sopló el cabello azul medianoche de Shinbe sobre su rostro, dándole una expresión de hechizo a sus ya conocidos ojos amatistas. Su preocupación por Kyoko se intensificaba a medida que él sentía el poder del Cristal aumentar.
"No..." la palabra lo dejó como si el viento repentinamente lo hubiera noqueado. Shinbe sabía que si Hyakuhei obtenía el poder completo del guardián de corazón de cristal, ambos mundos estarían en gran peligro. Una lágrima escaldada corría por su mejilla, mientras sentía que su corazón se destrozaba, con el hecho de que no podía hacer nada. "...Kyoko."
Hyakuhei miró a su alrededor a los enemigos que se habían interpuesto en su camino por tanto tiempo, la propia descendencia de su hermano. Él sabía que ellos tenían miedo de atacarlo porque él ahora mantenía a Kyoko como escudo y podía sentir la rabia formándose a su alrededor.
Sus alas de ébano se expandieron, creando un fondo oscuro detrás de él, mientras sus ojos igualmente oscuros encerraban a la chica entre sus brazos. "Ellos tratan de protegerte", expresó con una voz calmada y relajada, como si no estuvieran en el medio de una batalla sino viéndola desde afuera.
Él podía sentir que el guardián sagrado del corazón de cristal estaba aún visible en el centro de su pecho desnudo. Su amor por los guardianes que peleaban para protegerla era lo único que evitaba que el cristal se hundiera por completo en el cuerpo de él y que le diera el poder que deseaba.
La pureza de ese amor era su poder y ella lo estaba usando para tratar de alejarlo del cristal… él podía sentirlo. Pero él también podía sentir el poder que ya estaba corriendo por sus venas, y sólo lo hacía querer más.
Sus ojos se suavizaron por un momento mientras le susurraba como si hablara con un amante, "No es suficiente"
Hyakuhei decidió que usaría el poder que ya había obtenido del cristal en contra de Kyoko para destruir el lazo de amor que rodeaba al pequeño grupo. Él sabía que tenía que detenerla porque sólo su poder ya era tan fuerte como el del cristal que una vez ella llevó dentro de sí. El mismo cristal que una vez le permitió sentir amor sólo para después arrancarle ese amor cruelmente.
Él atrajo el rostro de Kyoko a la suya y le dio un suave beso sobre sus labios inocentes. Mirándola a sus tempestuosos ojos verdes, él entró a su mente usando el poder del guardián de corazón de cristal.
Hyakuhei buscó entre sus recuerdos el de los guardianes a quienes tanto amaba para quitárselos. Al robar los recuerdos de las personas por las que ella luchaba debilitaría su poder y fortalecería el de él.
Kyoko no podía pestañear. Ella sintió sus garras maliciosas dentro de su mente tratando de destruir sus recuerdos arrancándole la razón de esta pelea y tratando de arrancarle el amor. Sus amigos, todos ellos, ella no lo permitiría.
Kyoko sintió que su control se quebraba, dejándole sólo una cosa que podía usar en contra de él, y esa cosa era aquello que él intentaba tomar y destruir. Sus ojos destellaron de rabia, la cual ya no se encontraba reprimida. Ella colocó sus manos en sus suaves rizos de medianoche y juntó sus frentes, temblando con una oleada de poder.
Su voz atravesaba el silencio del campo de batalla, ella gritó. "¿Lo deseas con tanta fuerza? ¡AQUÍ! ¡Tómalo!"
Los ojos dorados de Kyou brillaron intensamente, mientras el miedo lo atravesaba cual cuchillo caliente. ¿Qué estaba haciendo la sacerdotisa? Él sabía que algo estaba terriblemente mal y sintió que sus poderes psíquicos lo llamaban… le urgían para escuchar y ver ¡antes de que fuera demasiado tarde! Él combatió ese poder y entró en la mente de Kyoko, tratando de ver qué estaba pasando. Él habría caído de rodillas con lo que vio si no hubiera tenido a los demonios sombríos tan envueltos a su alrededor manteniéndolo inmóvil.
Las imágenes y los sonidos estarían grabados en su mente para siempre y Kyou de alguna forma sabía que nunca sería capaz de alejar los sentimientos que lo invadían. Porque al mirar dentro de sus recuerdos, él se dio cuenta que Kyoko había escondido el amor que tenía por él como también el que tenía por sus hermanos. Él podía ver cada toque, sentir cada emoción acariciándolo y cada lágrima escondida, destruyéndolo tal como si fuera ella.
Kyou también estaba estremecido hasta el alma por la premura, mientras se daba cuenta que Kyoko tenía más poder del que nadie hubiera pensado; un poder del que ni siquiera ella estaba consciente. Él podía ver y sentir cada recuerdo, mientras pasaba de su mente a la de Hyakuhei, como si le dispararan directo al corazón de donde nunca lo liberaría.
Años de amor, tristeza y sacrificio, todo entregado en un instante.
Lágrimas de tristeza corrían por las mejillas de Kyoko, mientras entregaba a la mente de Hyakuhei cada recuerdo, amistad, dolor y sentimientos secretos que tenía por cada persona que luchó con ella. Era la única arma que le quedaba.
Instantáneamente, la maldad de Hyakuhei estaba desestabilizada. Todo el mundo sintió el cambio de poder, mientras el cristal empezó a cambiar su brillo, de una luz oscura a una luz blanca cegadora y las apariciones sombrías que sometían a Toya y a Kyou se desintegraban en el aire.
Kyoko vio como el ángel de la oscuridad estaba confundido, su pálido y perfecto rostro se distorsionaba con el dolor.
Apenas se sintió liberada, Kyoko estiró ambas manos y tomó el cristal sacándolo de su carne. Ella sabía que debía hacerse porque ya podía sentir su mente libre de la lucha y con los recuerdos que no quería perder. Las lágrimas cristalinas corrían por sus manchadas mejillas.
Ella había entregado sus recuerdos para poder salvarlos a todos. Rápidamente, antes de perder el pensamiento, ella sostuvo al Guardián del Corazón de Cristal contra su pecho, paralelo a su corazón.
Mirando a Toya y a Kyou saltando directamente hacia ella, ella susurró "Recuérdenme., por favor. Encuéntrenme".
La última cosa que Kyoko alcanzó a ver, mientras su vista se oscurecía, fue a los dos gritando su nombre y tratando de alcanzarla. Uno tenía los ojos líquidos y dorados y el otro fundidos y plateados, luego su mundo se oscureció.
Kyou sentía que Kyoko se desvanecía y pensó que ella estaba muriendo. Él saltó al unísono con Toya, tratando desesperadamente de alcanzarla cuando todo cambió, como si una gota de agua hubiera caído sobre la superficie de su mirada. De Kyoko emergían olas y de repente se desvaneció en el aire. Luego Hyakuhei gritó con rabia mientras se desvanecía también.
La mente de Kyou se aceleró mientras el grito de su hermano que se había unido al de él se detuvo de forma abrupta, como si ese sonido hubiera sido cortado con el parpadear de un ojo, allí él supo que Toya se había desvanecido también. Kyou descendió con gracia al lugar que tenía sólo un segundo antes de desarrollar el objetivo previsto. Su mirada furiosa brilló a su alrededor en total negación. Todos se habían desvanecido.
Kyou sintió la adrenalina corriendo por sus venas y mezclándose con su sangre de guardián. Él había visto y sentido todo, él ahora poseía todos sus recuerdos. Kyoko había entregado todo su ser para salvarlos, y en el último segundo él había escuchado su deseo. Ella probablemente no sabía lo que había hecho pero se los había llevado a todos dejándolo a él atrás.
El hechizo que había lanzado a su alrededor para evitar que el cristal sagrado fuera usado contra él, le había impedido ir a donde quiera que los otros se hubieran ido. Con tan sólo el susurro de un par de palabras, ella había tomado todo de él.
Su cuerpo se mantuvo alto y orgulloso. El largo cabello plateado que llegaba sus rodillas revoloteaba a su alrededor y la seda blanca de su camisa temblaba con la brisa como si estuviera de pie en el ojo de alguna tormenta invisible que encajaba con la tormenta furiosa dentro de su corazón atormentado.
Su apariencia era como la de un ángel majestuoso, poderoso y perfecto, mientras contemplaba el desértico campo de batalla. Hasta que él llevó su mano a su mejilla, atrapando una lágrima solitaria y de color carmesí, que ni siquiera él había tenido el poder de detener.
La visión de Kyou nadaba como plumas doradas haciendo remolinos junto a él provenientes de las alas que habían brotado a su alrededor en un vasto resplandor dorado, revelando su verdadera identidad por primera vez en su vida eterna.
La única herida que dejó la batalla fue el corte que apareció a través de su corazón, un corazón que nadie pensó que él poseía. Su mirada se fijó en la estatua de la doncella que se encontraba sólo a unos pocos pies de distancia, luego suspiró, "Kyoko, no te he abandonado. La distancia de más de mil años no es suficiente para evitar que vuelva a encontrarte".



Capítulo 2 "El Lado Opuesto"

Al otro lado del Corazón del Tiempo, dos años después y más de mil años hacia el futuro.
La carta fue dirigida al Santuario de Hogo. El abuelo Hogo miró el elegante sobre que el mensajero le había entregado, mientras lo llevaba a la mesa donde él había estado tomando el té. Antes de que tocaran la puerta, había estado disfrutando de la paz y quietud de la casa que usualmente era muy activa.
Todos habían salido por la tarde. Tama estaba en el salón de juegos con unos amigos, y Kyoko había ido a la biblioteca a estudiar, mientras la Sra. Hogo se había ido a comprar los víveres.
Con un pequeño cuchillo que tomó de la mesa, el abuelo deslizó cuidadosamente el filo por el sobre enmarcado en oro. Tomó y sacó una carta notariada en papel, un papel resistente enmarcado en oro y luego comenzó a leer. Mientras más leía, más se abrían sus ojos de par en par. Era una beca, una beca completa para ir a una escuela muy costosa en las afueras al otro lado de la ciudad.
"Universidad K.L." Su vieja voz mostró asombro por primera vez en muchos años. Mientras leía que todo sería costeado, incluso el cuarto donde ella se quedaría y estaba firmaba por el fundador de la escuela usando sus iniciales K.L.
El rostro envejecido del abuelo mostraba la sonrisa más brillante de toda su vida. Kyoko iba a estar más que feliz. Él sabía que ella había estado preocupada de que por faltar tanto a la escuela, ninguna academia la aceptaría, y ahora estaría asistiendo a una que había superado a cualquier otra academia de la región.
Frunció el ceño de forma pensativa, era muy difícil entrar a esa escuela ya que sabía que todo el que había aplicado no había tenido éxito. También se rumoreaba que tenía muy pocos estudiante debido a que los requisitos de inscripción eran tan exigentes. ¿Cómo había sido aceptada en un lugar donde ni siquiera había ingresado una solicitud?
Su mente viajó al pasado dos años atrás. A Kyoko le había tomado un tiempo volver al ritmo de las cosas, después de que había regresado a casa tan desorientada. Todos se sintieron confundidos a su regreso, porque ella no recordaba nada del tiempo en que estuvo ausente.
La familia Hogo sabía a donde había ido, porque ella había viajado de atrás hacia adelante en el portal del tiempo muchas veces. Kyoko era la que de pronto tenía amnesia sobre ese tema.
Ella ni siquiera recordaba a Toya. Pero para el abuelo no había problema, porque era mejor si ella se olvidaba del guardián del cruce del tiempo de todas formas. Era mejor si ella olvidaba todo lo relacionado al otro lado y el peligro que había traído.
Sus ojos se entristecieron por un momento. Sí, la familia sabía casi todo lo que había pasado, porque Kyoko viajaba entre mundos, iba y venía y mientras estaba en este mundo, los ponía al tanto de los últimos acontecimientos. Él también podía decir que ella había callado mucho de lo que no quería que ellos supieran. Cosas que ahora nunca sabrían porque ella había olvidado esos secretos.
Incluso después de que su hermano menor Tama le hubiera contado mucho de lo que sabía; ella sólo había sacudido la cabeza y bajado la mirada. Ella sólo recordaba haber estado sola en el otro mundo, un mundo lleno de monstruos.
El abuelo afinó sus labios mientras reflexionaba. Él sabía que las cosas estaban bien, porque Kyoko dijo que recordaba algo acerca de que el Guardián del Corazón de Cristal entró a su cuerpo de nuevo, y luego todo terminó. Después de un par de semanas, ella se había metido de lleno en sus tareas escolares y estaba obteniendo excelentes calificaciones y ahora todo eso había valido la pena. El abuelo oyó que se abría la puerta principal y sonrió aún más.
Besando la carta como si fuera un amuleto de la buena suerte, él vio como su nieta entraba en la cocina. A Kyoko le iba a encantar esto.

Tres semanas después...
Los ojos dorados miraban como la chica del pasado se acercaba a la academia. Él la había encontrado y de alguna forma haría lo correcto esta vez. Él sintió que su escudo humano se resbaló por un momento mientras sus ojos ardían como oro líquido, al recordar todo lo que había pasado ese fatídico día en medio del campo de batalla.
Los rayos del sol de la mañana que entraban por la ventana albergaban una extraña sombra detrás de él como una imagen de alas. Él alzó sus garras y estrechó los ojos, mirando como las garras regresaban a su manto humano.
Mirando con sus ojos hechizados a la sacerdotisa, él calmó sus poderes internos. Ya era hora, y con la pureza de Kyoko, él también sintió el despertar de la maldad a su alrededor. La inconclusa batalla comenzaría pronto. Esta vez él no cometería los mismos errores.
Kyoko miró hacia el gran edificio. Para ella se veía casi como un gran castillo de algún pasado desconocido. Ella sonrió para sí misma; no podía evitarlo, aún estaba muy feliz después de saber lo de la beca y por el hecho de que ella viviría allí.
Se volteó para mirar a Tama. Él había sido una gran ayuda al venir y ayudarla con sus maletas y a instalarse. Kyoko estaba contenta porque había hablado con su mamá y su abuelo cuando estaba en casa y había podido despedirse allá. Ahora ella se sentía casi mareada con esta gran libertad y respiró profundamente para saborearla.
"Kyoko, ¿te vas a quedar parada ahí todo el día, o vamos a ir a buscar tu habitación?" Tama se quejó, aunque la vista también lo impresionó. Él miró hacia arriba con asombro al arco gigantesco que llevaba a las puertas principales.
Kyoko sostuvo el mapa en sus manos y apuntó al enorme edificio que conectaba el lado derecho de la academia. "Ese debe ser el edificio correcto". Ella se volteó y le hizo un guiño a Tama. "Gracias por ayudarme esta mañana".
Tama sonrió, sintiéndose un poco avergonzado. "De nada Kyoko, después de todo me deshago de ti por un tiempo, y eso es pago suficiente". Él se agachó y se fue tratando de escapar de ella mientras se moría de risa.
Kyoko empezó a perseguirlo pero paró a mitad de camino, sintiendo que unos ojos la miraban.
Mientras la brisa soplaba su cabello castaño alejándolo de su rostro, ella miró al edificio preguntándose qué ojos la acariciaban, pero no podía ver a nadie. Ella había sido capaz de percibir cosas extrañas en los últimos años, y sabía sin duda alguna que alguien estaba ahí vigilándola. Ella casi podía sentir que la tocaban.
Pensó que había visto movimiento en una ventana alta, pero al inspeccionarla de cerca vio que estaba vacía. Kyoko lanzó un suspiro al darse cuenta que esos sentimientos extraños se habían ido. Ella suavemente mordió su labio sopesando la decepción de irse. Rindiéndose, finalmente se encontró con Tama cuando entró a los dormitorios. Ambos se paralizaron al mirar a su alrededor.
"Ese lugar es asombroso", susurró Tama, mientras se inclinaba y añadía con una voz seria. "Deberías conservar ese mapa, conociéndote te vas a perder aquí”.
Kyoko parecía no escucharlo mientras sus ojos miraban el pasillo principal. La habitación en la que ellos se encontraban era de al menos tres pisos de alto, con escaleras que serpenteaban su camino a los otros pisos en forma de espiral. Por un lado, había una librería enorme, mientras que el otro lado parecía un área recreacional, y directamente en el medio había una lámpara gigantesca colgando del techo abovedado.
"Realmente odiaría ver eso caer", dijo ella mientras movía la cabeza.
Debajo había áreas para sentarse con muebles lujosos. Ya había estudiantes despiertos y ocupados haciendo cosas, aunque era muy temprano en la mañana. Ella quería estar aquí tan temprano como fuera posible, y ya eran las 7:30 a.m. Miró rápidamente el papel, preguntándose a donde se suponía que debía ir.
Quejándose, ella miró por encima de su hombro a Tama y señaló hacia arriba por las escaleras de espiral frente a ellos. Ellos tenían cuatro maletas entre los dos debido a que Kyoko estaba mudándose y estaban muy pesadas.
Tama se descorazonó. "Tienes que estar bromeando". Él soltó la manija de la maleta más grande sabiendo que las ruedas del fondo no ayudarían esta vez. "Tengo sólo 12 años por favor".
Ella levantó sus hombros en señal de determinación.
Kyoko se sorprendió cuando una voz masculina que venía de atrás de ella preguntó, "¿Es usted la señorita Kyoko Hogo?"
Ella instantáneamente se volteó diciendo: "Sí."
Sus ojos se abrieron de par en par al encontrarse cara a cara con un hombre muy apuesto. Tenía unos sorprendentes ojos azules y un cabello largo y oscuro sujetado en una cola de caballo. Mientras ella miraba con asombro, sintió una brisa extraña acariciar su rostro. Las puntas de su cabello le hacían cosquillas en las mejillas mientras la brisa lo soplaba.
Él le ofrecía una sonrisa encantadora. Luego, para su asombro, chasqueó los dedos y dos hombres salieron casi de la nada, tomaron sus maletas y empezaron a subir las escaleras con ellas. Los ojos de Kyoko se abrieron con sorpresa al verlos, pero antes de que pudiera decir algo, el hombre la tomo de la mano, para luego llevarla hasta sus labios, y darle un beso como si fuera un príncipe.
"Mi nombre es Kotaro, y no me gustaría ver a alguien tan linda como tú teniendo que cargar algo tan pesado. Ahora, si me sigues te llevaré a tu dormitorio". Manteniendo sus manos juntas, Kotaro sintiéndose confiado empezó a subir las escaleras.
El calor repentino que corría por sus dedos hasta sus brazos parecía continuar esparciéndose por todo su cuerpo, despertando su sangre de guardián. Ese era su secreto. Kotaro le dio un ligero apretón a su mano sabiendo que ella era a quien él había esperado pacientemente. Él se había enamorado en el momento en que ella entró en la habitación.
Kyoko levantó su delicada ceja pensando, 'Dioses sálvenme de los hombres caballerosos. ¿En qué me he metido?'
Volteándose, le encogió los hombros a Tama que estaba parado ahí con la boca abierta. Kyoko alzó la cabeza hacia un lado y alzó una ceja. "Tama ten cuidado, podrías atrapar moscas así". Luego antes de que él pudiese volver en sí, ella volteó y siguió la figura esbelta del hombre conocido para ella como Kotaro.
Ella mentalmente anotó un punto para sí, en su pizarra imaginaria, donde secretamente estaba llevando el marcador entre ella y Tama. Lo escuchó murmurar detrás de ella mientras ellos subían las escaleras y ahora sabía que ella iba ganando el juego.
Pasaron junto a otro hombre cuando iban bajando las escaleras, y mientras él pasaba frente a ella, sintió que un destello atravesaba su corazón y su respiración se detuvo. Todos los sonidos desaparecieron mientras él pasaba en frente de ella casi en cámara lenta. Luego todo volvió a la normalidad mientras su corazón se calmaba y luego se aceleraba.
Un sentimiento de malestar recorrió su piel, como si algo le faltara o más bien como si hubiera perdido algo y lo extrañara terriblemente. Tratando de deshacerse de la extraña reacción, ella ni siquiera volteó a mirar quién había pasado en frente de ella, sintiendo que para el momento era mejor no saber.
"Bueno, al menos aquí hay suficientes hombres por los que te puedes babear" susurró Tama haciendo a Kyoko murmurar en su mente.
Al final de las escaleras ella volteó, siguiendo a Kotaro por un pasillo largo, con muchas puertas a ambos lados. Ella asumió que esos eran los dormitorios, pero él nunca se detuvo en ninguno de ellos. Al final del pasillo había una puerta que decía NO ENTRAR. Ella estaba un poco confundida cuando Kotaro y los dos hombres que cargaban sus maletas pasaron a través de ésta como si pertenecieran allí, sólo para volver a subir por otras escaleras.
Tama se acercó a Kyoko y burlándose dijo, "Creo que te están mandando para el calabozo".
Kyoko le sonrió mirando sobre su hombro, "Vamos subiendo no bajando tonto".
"Entonces a una habitación fría en lo más alto de la torre", Tama le dio una palmada por detrás de su cabeza.
"Bueno al menos me mantendré en forma", pensó mientras llegaban al final de otro juego de escaleras, luego caminaron por otro pasillo pero este era hermoso. Lucía como si el piso estuviera hecho de mármol. Las puertas estaban muy separadas unas de otras. Habían solo tres cuartos en este pasillo, y ella se preocupó de que Kotaro no supiera a donde debía estar ella después de todo.
Kotaro caminó al último cuarto, pensando que ella debía ser alguien muy especial porque no habían muchas personas a las que se les permitiera vivir en este pasillo, y él sabía que ese era el mejor cuarto de todo el campus. Él se detuvo en frente de la puerta y esperó a que ella y su joven amigo llegaran.
Kotaro sonrió, estaba nerviosa. Él podía olerlo. Él miró sus tempestuosos ojos esmeraldas y ya sentía que su corazón se tambaleaba, pero por ahora, él haría lo que le habían ordenado.
Él levanto la mano con la palma hacia arriba. “Ahora me iré, pero si hay algo que necesiten…" Él le dio las llaves de su habitación y le dio una mirada que la hizo enrojecer, y de hecho él se inclinó galantemente, luego les hizo señas a los dos hombres para que lo siguieran.
Kyoko y Tama voltearon y los miraron con las cejas levantadas hasta que los perdieron de vista, luego Kyoko volvió a dar una ojeada a la puerta y jadeó. Justo ahí sobre la puerta una placa decía Kyoko Hogo en letras doradas.
Tama golpeó ligeramente a su hermana en el hombro en forma de burla. "Sabes, puedes atrapar moscas haciendo eso".
Kyoko volteó los ojos mientras mentalmente borraba el punto que se había dado antes. Tomando la llave, abrió la puerta cautelosamente espiando el interior.
Los ojos de Tama se agrandaron tanto como platos y se hizo camino a través de ella. "¡No puede ser! Este cuarto es casi tan grande como toda nuestra casa". Su asombrada voz se hizo eco en el silencio. "Podrías abrir un maldito club nocturno en este sitio".
“Entonces ¿Te gusta mi calabozo?" Kyoko agregó el punto otra vez a donde pertenecía.
*****
Dos horas después, mucho después de haberle agradecido a Tama y haberlo despachado, Kyoko estaba parada en el baño colocando sus cosas en la repisa. Ella ojeó de nuevo la bañera la cual era suficientemente grande como para cinco personas.
Gimiendo, ella imitó las palabras de su hermano menor, "¡No puede ser!"
Ella podía sentir los pelos de la nuca de punta preguntándose si todo era un error. "Si", susurró a sí misma. Alguien se presentaría en cualquier momento para decirle que empacara sus cosas. Ella sabía que estaba en el cuarto equivocado.
Kyoko caminó hacia atrás y observó alrededor de la habitación. La cama era la más grande que había visto, y estaba ya tendida con un edredón esponjoso. La habitación era hermosa, pintada de morados y azules pasteles que hacían juego con la alfombra y la cama. Habían salpicaduras de color rojo intenso aquí y allá, y un armario suficientemente grande como para perderse dentro.
Ella entró a la sala donde todo era negro y dorado, estaba equipada con todo lo que una persona pudiera querer. Ya había revisado la cocina, estaba totalmente equipada. Kyoko negó con la cabeza por enésima vez. "No puede ser". Ella se mordió el labio inferior preguntándose qué iba a hacer ahora. Era sábado en la mañana y las clases no empezaban hasta el lunes.
“Bueno, no me puedo esconder aquí todo el día”, se murmuró a sí misma.
Sintiéndose como si estuviera espiando donde no se suponía que debía, Kyoko se dirigió hasta la puerta y asomó la cabeza al pasillo. Al no ver a nadie, salió y cerró la puerta detrás de ella, luego en silencio caminó hacia las escaleras que se dirigían hacia abajo.
Y una vez más tuvo ese sentimiento de ser observada y le dio escalofríos en su espina dorsal, pero siguió caminando sin atreverse a mirar a su alrededor.
'Ella puede sentirme', pensó Kyou. Tal vez sus poderes no estaban enterrados tan profundamente como él temía. Él sabía incluso el segundo exacto en el que ella había salido de la habitación y olió su constante esencia, saboreándola.
El recuerdo de su esencia parecía refrescar otros recuerdos. "Pronto sacerdotisa, descubriremos tus poderes otra vez. Puedes elegir esconderlos pero no por mucho tiempo". Él se apoyó contra la pared del pasillo, sus ojos dorados la seguían hasta que la perdían de vista.
*****
Kyoko se sintió más tranquila una vez que llegó a la planta baja. Ella notó que ahora estaba entre gente de su edad. Suspirando y sacudiéndose el sentimiento extraño que tuvo arriba, Kyoko se quedó ahí perdida en sus pensamientos por un momento más.
Ella no podía soportar cuando sus sentimientos la golpeaban de esa forma. A veces, ella deseaba no poder percibir nada. Ella lo puso en lo más lejos de su mente mientras miraba alrededor de la gran planta baja del edificio. "Necesito un interruptor de apagado y encendido para esta cosa", murmuró, todavía pensado acerca de la extraña vibra que había tenido hace un momento.
Ella miró hacia la librería, y luego rápidamente miró atrás hacia el otro lado, decidiendo que ella quería saber más acerca de esa área primero. Hacer ejercicio ha sido hábito de ella desde que tiene memoria, y quería que se mantuviera de esa manera. Por los últimos dos años, ella había tomado clases de cualquier tipo de artes marciales, y le encantaba la libertad de movimiento que le daba a su cuerpo flexible.
Atravesando las habitaciones de recreación, ella notó que había muchas áreas de ejercicio allí. En uno de los gimnasios más grandes, podía ver a través del vidrio. Ella no podía evitar detenerse a mirarlos por un momento. Dos personas parecían que estaban teniendo una pelea con espadas. Al oír el sonido de los metales chocando, alzó una ceja. Acercándose a la puerta de la habitación, se asomó para escuchar.
"No estás prestando atención Suki". El que vestía de negro habló con una voz masculina burlona mientras se detenía y palmeaba al otro en la parte baja del cuerpo.
Kyoko no podía ver la cara de ninguno porque vestían un equipo protector.
"¡Shinbe!" dijo una muy enfurecida y femenina voz. Luego sin advertencia, la persona caminó hacia adelante y le dio una palmada en la cabeza o más bien lo golpeó en la cabeza con la espada de esgrima, y luego ella sacudió el escudo de su cabeza.
Kyoko estaba sorprendida de ver una melena larga y marrón cayendo por la espalda de la chica mientras ella se dirigía hacia el otro hombre y lo apuntaba con fuerza en el pecho con su dedo, moviendo una ceja. "Es difícil pelear en serio cuando eres tan coqueto".
Shinbe se quitó su sombrero sonriendo. En señal de rendición, él puso ambas manos en el aire y retrocedió. "Disculpa Suki, pero ahí estaba… y tú no lo estabas protegiendo".
Sintiendo un hormigueo por toda su piel, él frunció su ceño y volvió su mirada lentamente hacia la chica que estaba de pie en la puerta, "Ahem, parece que tenemos un visitante".
Kyoko observó como la chica llamada Suki se ruborizó mirando a su oponente para después alejarse de él y caminar hacia ella con una gran sonrisa.
"Hombres", ella volteó los ojos antes de darle la mano de forma amistosa, "Hola, yo soy Suki, y esta pobre excusa de hombre es Shinbe", apuntando con el pulgar al hombre que estaba detrás de ella, aún sonriendo.
"Suki" exclamó el joven llamado Shinbe. "Me heriste hasta la médula", mientras colocaba ambas manos en su corazón.
Suki frunció su ceño, "Shinbe, si pudiera herirte tu cerebro ya gotearía por tus orejas de todos los golpes que te habría dado".
Shinbe movió sus cejas, "Sabes que me encanta el amor severo que me brindas".
"Te mostraré amor severo aquí en un minuto pero no quiero asustar a la nueva chica" le respondió Suki.
Kyoko ya le agradaba la chica y sonriendo le tomó la mano en un fuerte saludo. "Hola, yo soy Kyoko Hogo, pero por favor dime Kyoko".
Ella miró al chico parado detrás de Suki. "Un placer conocerlos a ambos" Había algo en sus ojos que llamó la atención de Kyoko. Eran sorprendentemente amatista y muy impresionantes. Su cabello le llegaba un poco más abajo de sus hombros y era muy oscuro con reflejos azules. Él le recordaba a un cantante de una de esas bandas de rock de los 80's.
Suki sonrió de oreja a oreja. "Hola, yo he escuchado de ti. Si, yo sabía que vendrías hoy. Iba a ir a buscarte en un rato para darte un tour". De repente ella ajustó la mirada y volteó la cabeza hacia un lado para mirar a Shinbe con una mirada gélida, "Yo no haría eso si fuera tú".
Kyoko inclinó la cabeza para mirar. Efectivamente la mano del chico se había detenido a mitad de camino casi tocando el trasero de Suki, y estaba sonriendo con una mirada estrellada.
Shinbe suspiró y dejó caer su mano, "Un día descubriré como lo sabes, incluso cuando no estás mirando".
Suki solo murmuró, "¡Solo lo sé, es todo!" Sonriéndole a Kyoko amablemente dijo, "Ven conmigo, me cambiaré muy rápido" Ella tomó a Kyoko de la mano y la llevó afuera.
Kyoko le dio una mirada a Shinbe para ver como se despedía. "Estos dos van a ser muy divertidos" pensó para sí misma mientras era llevada al vestidor de damas.
Suki ya podía decir que le agradaba Kyoko, y por alguna razón, sentía que ya la conocía. "Kyoko, cuéntame sobre ti mientras me cambio", Dijo mientras caminaba detrás de la pared divisoria.
Kyoko se sentó sintiéndose completamente cómoda con Suki. "Bueno, vengo de un pequeño pueblo del otro lado de la ciudad. Y por algún motivo, de la nada, recibí una carta diciendo que tenía una beca para venir aquí". Kyoko podía oír un "sip" de Suki, entonces ella prosiguió: "Realmente no sé cómo recibí una beca por la que ni siquiera apliqué".
Suki pudo escuchar la pregunta en ese argumento y sonrió, asomando la cabeza por la esquina. "No te preocupes por eso, viniste aquí del mismo modo que yo". Ella desapareció detrás del divisor otra vez y añadió, "Yo nunca apliqué para acá tampoco".
Kyoko frunció su ceño, "Pero ¿Por qué? Tiene que haber una razón. ¿Sabes cuál es?"
Suki salió ya vestida. Se sentó para ponerse sus tenis. "Sí, Lo he descubierto, bueno, algo de eso sé igual. El chico que es dueño de esta escuela busca a personas con..." Suki hizo una pausa, inclinando un poco la cabeza, "habilidades únicas". Ella se encogió de hombros añadiendo, "Tal vez tengas mucho a que acostumbrarte cuando conozcas a los demás que viven aquí". Ella sonrió, sabiendo que tenía razón.
De repente, Suki se puso de pie y lanzó un zapato a la puerta del vestuario, sonriendo triunfante cuando escuchó suaves insultos en el otro lado. Recuperó el zapato y se sentó otra vez para volvérselo a poner. "Entonces, ¿Qué habilidad tienes?"
El aliento de Kyoko parece detenerse mientras su mente empieza a trabajar. No había forma de que alguien aquí supiera que ella era una sacerdotisa. Ella frunció el ceño ante la culpabilidad de Suki y rápidamente miró hacia otro lado mientras ella contestó, "ninguna que yo sepa".
Suki levantó una ceja pero se encogió de hombros sabiendo que lo iba a averiguar tarde o temprano. "Vamos. Shinbe está probablemente esperándonos de todas formas". Ella abrió la puerta y efectivamente, Shinbe estaba ahí parado suficientemente cerca como para haber estado escuchando lo que habían hablado. Él sonrió inocentemente, retrocediendo todo el tiempo.
Suki cerró la puerta detrás de ellos y señaló al cartel de la puerta. "Shinbe, ¿no sabes leer? Ahí dice Vestuario de Damas. Ella le da una mirada de advertencia.
Shinbe se encogió de hombros, "Si, por eso estaba parado cerca". Él rápidamente salió del camino cuando ella intentó golpearlo con la mano. "Suki... soy un hombre... necesito afecto. ¿Y qué mejor forma de obtenerlo que aprendiendo como funciona la mente femenina?"
"Puedes hacer tu investigación en la biblioteca”, dijo Suki entre dientes fuertemente.
Shinbe sonrió. "Querida Suki, cada libro acerca de la mente femenina está vacío".
Suki sonrió también, "Eso es porque todos eso libros en la biblioteca fueron escritos por hombres".
Moviendo su ceja con asombro, Shinbe se acercó, "Exactamente. Planeo en ser el primero en escribir uno que tenga sentido para aquellos como nosotros que poseen testosterona".
Suki le dio a Kyoko una mirada de derrota, luego miró su reloj. "Oye, ¿Tienes hambre? Vamos al restaurante estudiantil para comer primero".
Kyoko asintió con la cabeza. Ella había estado muy nerviosa para comer esta mañana, pero con ellos se sentía como en casa y ahora estaba hambrienta.
Shinbe agitó su mano en frente de él, "¡Damas primero!" Gritó cuando Suki le dio otro golpe en la parte trasera de la cabeza.
"Yo no fui tan lenta aquella vez ¿verdad? Ahora guía el camino" Suki lo miró como si lo estuviese acusando. Una vez que Shinbe caminaba a salvo en frente de ellas, ella se acercó a Kyoko con risa burlona, "Solo recuerda mantenerlo en frete de ti si no quieres que te manosee".
Kyoko no lo pudo evitar. Ella empezó a reírse y no se detuvo hasta entrar a la cafetería, que para ella se veía más como una fuente de soda. Sus ojos se agrandaban a medida que se acercaba a Suki. "Sabes, cada vez que doy la vuelta en este lugar, siento que estoy en el lugar equivocado".
Shinbe las guió a una mesa cerca de la parte trasera del lugar. Suki y Kyoko se sentaron en una banca y Shinbe se sentó del otro lado, lucía como el hombre más inocente del mundo. "Sabes, es difícil acostumbrarse a este lugar". Él le sonrió a Kyoko haciendo que se iluminarán sus ojos amatistas. "He estado aquí un año completo y todavía no lo descifro".
Suki empujó el hombro de Kyoko, "Él llegó aquí de la misma forma que tú y yo. Por una invitación abierta". Ella encogió los hombros como para decirle a Kyoko que solo lo aceptara y lo disfrutara.
Kyoko se inclinó hacia adelante con la mirada confundida, "No lo entiendo. ¿Por qué alguien haría eso?"
Shinbe asintió con la cabeza sabiendo que alguien tenía que decirle la verdad. "Yo tengo algunas habilidades y Suki también”. Él encogió los ojos guiñándole un ojo. "Todos lo que tienen una beca aquí la tienen”. Él hizo una pausa buscando la palabra correcta, "Tenemos un don de una forma u otra", él le levantó una ceja a Suki, "¿Ya le dijiste?"
Suki sacudió la cabeza en negación y volteó hacia donde estaba Kyoko queriendo cambiar el tema, "oye, ¿quieres una hamburguesa con papas fritas?"
Kyoko asintió con la cabeza y se levantó como si evadiera la pregunta acerca de la beca. "Quédate aquí, ya vuelvo y no te preocupes. Para las personas que tienen beca, la comida es gratis y hasta nos la traen". Suki fue a ordenar la comida, y la dejó sola con Shinbe.

Capítulo 3 "Encuentro con Toya"

Shinbe se acercó con una mirada seria en su rostro, sus ojos amatistas parecían brillar, "Aquí hay personas normales, y hay personas que tienen becas como Suki y yo. Hay otros con becas, pero todos tenemos algún tipo de habilidad especial, como un poder que las personas normales no tienen”.
"El mío es Telequinesis. Puedo mover objetos con mi mente". "Y telepatía lo cual quiere decir que puedo hablar con otros con mi mente". Dijo él esas palabras sin emitir ningún sonido, sabiendo que ella podía oírlo en su mente.
Los labios de Kyoko se abrieron con sorpresa cuando ella no vio sus labios moverse y su voz se hizo eco en su cabeza. De repente ella sintió una sensación cálida por todas partes como si su voz debiera estar allí o algo. Su rostro se relajó y su mirada se suavizó mientras lo miraba.
Shinbe trató de esconder su curioso ceño fruncido, cuando él conectó su mente con la de ella, justo en ese momento tuvo que poner toda su concentración en cerrar la conexión. Era como si su poder quisiera quedarse con ella. Tratando de deshacerse de esa sensación, él prosiguió. "También puedo lanzar hechizos y además vengo de una larga línea de monjes". Se detuvo cuando Kyoko empezó a reírse.
Suki regresó deslizándose al lado de Kyoko sin perderse ningún detalle, "Sé que es difícil de creer, pero él si viene de una línea de monjes". Ella sonrió y su mirada volvió a la normalidad otra vez, "Y yo lo he visto lanzar cosas sin tocarlas, y también es genial en todo tipo de artes marciales".
"Quizás deberíamos informarle a la encantadora Kyoko todos mis talentos", dijo Shinbe agresivamente.
Suki volteó a mirar a Shinbe, "No, no le diré nada, tú eres bueno para ¡ESO!" Ella lo golpeó en la parte superior de la cabeza muy fuerte.
"Pero aún así, él actúa como si fuera solamente humano", una voz sarcástica salió de la nada y Shinbe se paró para rápidamente dar espacio a la voz.
Kyoko miró hacia arriba y sus ojos quedaron enganchados con unos ojos dorados. El dueño de la voz era más apuesto que cualquiera que ella hubiera visto antes. Cabello largo y oscuro con reflejos plateados que caían de su cabeza en largas capas. Su piel bronceada parecía resplandecer con un brillo saludable y su cuerpo era como para morirse. Sus ojos sin embargo, parecían mantenerla cautiva aunque él no la miraba directamente.
Suki resopló y cruzó los brazos frente a su pecho, dándole al recién llegado una mirada de furia. "Genial, contigo bastará para ahuyentarla".
Shinbe le sonrió a Suki, luego miró a Kyoko para presentarlos, "Éste es Toya. Toya conoce a Kyoko. Hoy en su primer día aquí".
Toya volteó a mirar a Kyoko, y por alguna razón la forma en que la estaba mirando, como de arriba a abajo la molestó. Kyoko entrecerró los ojos al mirarlo, su primera impresión de él salió disparada al cielo.
"Así que, ¿tú eres la sacerdotisa?" Toya resopló y giró su cabeza como ignorándola mientras se sentaba.
Los ojos de Kyoko se redondearon al mirarlo y luego ella jadeó. Nadie aquí sabía que ella era una sacerdotisa. De hecho, solamente sus familiares más cercanos lo sabían.
"¿Cómo diablos sabes eso?", le gritó enfurecida de repente.
Toya se estremeció sintiendo como su sangre subía. "Maldición, no grites como una loca. Puedo oírte bien" refunfuñó a ella.
Suki y Shinbe se estremecieron y hasta se retrajeron en sus sillas mientras Kyoko y Toya se lanzaban dagas el uno al otro.
Los sentidos de Toya comenzaron a percibir una onda de poder, que venía con la rabia de Kyoko y se puso tenso, al pensar que tal vez ella sí tenía un poco de poder en ese pequeño y lindo cuerpo, aunque él estaría condenado si le decía algo.
Silenciosamente, él evaluó su apariencia. Su cabello castaño brillaba en la luz alrededor de un hermoso rostro en forma de corazón. Ella tenía ojos verdes vibrantes que lo estaban miraban con furia, los cuales calentaron su sangre levemente. A él le gustaba una mujer con agallas y ella obviamente tenía muchas, pero por alguna razón lo puso al borde. Lo que a él no le gustaba era la forma como lo miraba. Él arreglaría eso muy rápido.
La miró con más fuerza, tratando de intimidarla. "¡Tú obtuviste una beca, verdad... y ÉL dijo ¡Tú eres una sacerdotisa!" Toya vociferó en su cara, acercándose con cada palabra hasta que estaban casi nariz con nariz. Él dobló sus brazos dentro de sus mangas sueltas y él se molestó con ella. "Apuesto a que ni siquiera sabes qué es un demonio", refunfuñó, de repente se dio cuenta que ella se ponía más bonita cada segundo y eso lo molestó.
Kyoko se estremeció, y su temperamento se elevó. Ella sabía qué eran los demonios. Ella los había estudiado toda su vida y si su familia tenía razón, ella había hasta conocido algunos; pero ella no lo podía recordar. Aún así, a ella no le gustaba la actitud altiva y poderosa de Toya, entonces ella solo alzó una ceja como si en silencio le preguntara si quería apostar por eso.
Parecía que Suki quisiera defender a Kyoko, "Toya, ¿No puedes ser civilizado por un maldito minuto? Ella solo ha estado aquí por un par de horas, y antes de que la ahuyentes me gustaría convencerla de que se quede". Ella se veía un poco triste de pensar en perder a Kyoko tan rápido.
Toya levantó una ceja en señal de molestia, mirando a Suki, "Bueno, ni siquiera respondió mi pregunta. ¿Crees que ella pueda manejarlo?" mirando de nuevo a Kyoko.
"Yo puedo manejar lo que sea que pienses arrojarme, imbécil", Kyoko lo hizo saber, sus palabras comenzaron a helarse.
Suki y Shinbe se miraron el uno al otro. Ellos nunca habían escuchado a nadie hablarle así a Toya con excepción de ellos mismos, del dueño de la universidad y tal vez a Kotaro. Ambos sonrieron, sabiendo que ahora sí definitivamente les agradaría esa chica llamada Kyoko.
Un mesero se presentó en la mesa con una bandeja de comida, y Kyoko cambió su atención de Toya a él. Él chico se quedó mirando a Kyoko por un tiempo un poco largo y sus sentidos empezaron a resonar diciéndole que algo pasaba. Ella alzó la mirada hacia unos ojos oscuros que no parecían encajar con el rostro juvenil del muchacho.
Algo en él atrajo a Kyoko, aunque ella no sabía si le agradaba ese sentimiento. Él le parecía agradable pero había algo que la incomodó un poco. Ella parpadeó tratando de deshacerse del hechizo que el joven trató de imponer sin ni siquiera intentarlo. Ese estado de ánimo se interrumpió cuando escuchó un refunfuño proveniente de su lado.
Toya sintió un frío recorriendo por toda su piel y le refunfuñó al sujeto, que parecía sacarlo de sus casillas. A medida que los ojos del muchacho se concentraban en los de Toya, parecían cambiar de un negro azabache a un azul plateado mientras se volteaba para irse de la mesa.
Kyoko miró confundida a Suki, pero Suki solo se encogió de hombros, tomando un bocado de su comida. A su lado, Shinbe tosió en su mano, tratando de esconder su extraño sentido del humor mientras miraba al hombre cruzar rápidamente la habitación. Kyoko percibía algunas vibras extrañas de este hombre, Toya y no iba a descansar hasta que averiguara cuál era su problema. Ella se reclinó en su silla y lo evaluó por un momento.
Su largo cabello era del más extraño color de medianoche con gruesos reflejos plateados que lo recorrían ampliamente, y sus ojos eran hermosos. Él era hermoso. "Nota mental para ti misma, golpéate más tarde por pensar eso". Sus ojos ardían en polvo dorado, sin duda alguna. Él sería lindo si no fuera por la forma como la miraba.
Suki suspiró. Ella necesitaba hablar con Kyoko acerca de hacer enojar a Toya. Él tenía su límite y no era bueno cruzarlo. No era justo que Kyoko no tuviera idea que ella estaba haciendo enojar a un guardián.
"He descubierto que si juegas con fuego a menudo, te quemas", Shinbe se percató del silencio en la mesa y fue recompensado con tensas miradas de todos antes de que decidieran ignorarlo.
Toya le robó otra mirada a Kyoko. Entonces, ¿Ella es quien se suponía que él debería estar cuidando? Kyou tenía que estar bromeando. Kyou le había hablado de que ella vendría esta mañana, con una leve advertencia que debía cuidarla y asegurarse de que estuviera a salvo siempre.
Él entrecerró los ojos preguntándose ahora acerca del muchacho que hace un momento se había acercado a su mesa. La forma en que había mirado a Kyoko lo había molestado. ¿Estaba la sacerdotisa realmente en peligro? ¿Por qué Kyou tomaría tanto interés en mantener a salvo a una simple humana? Kyou nunca trató a nadie con respecto, entonces ¿Qué hacía de este intento de mujer algo diferente?
A veces Toya odiaba el hecho de que Kyou era su guardián designado, pero él tenía que admitir que estaba en deuda con él por aceptarlo. Él también sabía que cuando Kyou hacía algo, siempre había una buena razón para ello y eso solo lo hizo preguntarse acerca de la chica llamada Kyoko.
Shinbe, quien notó que la tensión en la mesa se podía cortar con un cuchillo, miró a Suki con los más grandes ojos de cachorro. Sabiendo que podía hacer a Kyoko sonreír de nuevo con sus travesuras, empezó a lucirse.
"Entonces, Suki, ¿Sí vas a ir conmigo al club esta noche? Es Sábado por la noche, y odiaría perder la oportunidad de bailar contigo por bailar con una docena de extrañas". Shinbe se mostró poco aturdido al imaginarse bailando con una multitud de mujeres solo para demostrar su punto.
Suki le dio una mirada preguntándose si debía quitarle esa mirada estúpida de su cara con una cachetada, luego volteó hacia Kyoko. "Kyoko, necesito una chaperona", sonrió "Tú irás conmigo ¿verdad? Es muy peligroso ir sola con él", mientras miraba a Kyoko como si le suplicase.
Las esquinas de los labios de Kyoko se doblaron al ver a Shinbe salir de su aspecto aturdido y guiñarle el ojo a ella de nuevo. "Suki, me encantaría ir con ustedes. De esa forma podemos formar equipo en caso de que Shinbe se salga de control".
Ambas le dieron a Shinbe una mirada intensa y él gimió. Kyoko no pudo resistir reírse a carcajadas otra vez. A ella en verdad le agradaban estos dos.
Toya miró a Kyoko con el rabillo del ojo. Maldición, Se veía bonita cuando reía así. Se quejó internamente. ¿De dónde diablos vino eso? Sé desplomó en su silla, molesto con su pensamiento. "¡Maldición!". Ahora él tendría que ir con ellos al club solo para cuidarla. Ella seguía sonriéndole a Shinbe y a Suki cuando se dio la vuelta.
Mientras lo miraba, su pulso se aceleró un poco y su sangre subió de temperatura varios grados. Toya se dio cuenta que ella tenía más poder dentro de sí ahora que se sentía feliz que cuando él la había hecho molestar hace un momento. Él se sintió intranquilo por primera vez en mucho tiempo.
Cuando la risa de Kyoko se detuvo, ella volteó hacia Suki, "Oye, ni siquiera estoy segura de a cuáles clases debo ir el lunes o a dónde ir para saberlo. ¿Sabes dónde puedo averiguarlo?"
Antes de que Suki contestara, Toya contestó la pregunta mirándola de cerca. "A todos los estudiantes becados se les enseña los mismo. Entonces tú, Suki, y Shinbe, junto con los demás, estarán en las mismas clases. La única clase separada será cuando tu estés con el dueño". Su voz se tornaba perezosa a medida que se recostaba en su silla.
Kyoko frunció el ceño, "¿Qué clase enseña el dueño?"
Shinbe contestó en esta oportunidad, los ojos amatistas de él se iluminaron con intriga, "Para todos nosotros es diferente. Por eso es que nos enseña por separado. Él nos ayuda con nuestras habilidades especiales". Él se inclinó hacia atrás pensativo, luego añadió con una sonrisa, "Tú, supongo, estarías fortaleciendo tus poderes de sacerdotisa".
La furia de Kyoko volvió, preguntándose cómo demonios el dueño sabía que ella era una sacerdotisa. La beca no decía nada al respecto. Ella se había ido los últimos dos años, tratando de enterrar los mismos poderes por los cuáles el dueño le había concedido la beca. Ella quería llegar al fondo de esto tan pronto como fuese posible.
Mirando a su plato, Kyoko dijo con tensión en su voz, "Tal vez esto es un error. ¿Hay alguna forma de que yo pueda hablar con el dueño de la academia ahora?
Toya entrecerró los ojos. Kyou le había dicho que ella probablemente pediría verlo, y aunque Kyou nunca quería ver a nadie fuera de clase, él le había dicho a Toya que la trajera directamente a él si ella tenía alguna pregunta.
"¿Qué pasa?, ¿Estas asustada?” Él se burló y se recompensó al ver que los ojos de ella se estrechaban de rabia al mirarlo. Así que, esta chica pensó que podía manejarlo. Pues, sería divertido observarla, hacerle esa mirada a Kyou. Él podía ver el miedo que ella instantáneamente podía transmitir a alguien sin decir una palabra.
"Bien, te llevaré a verlo tan pronto estés lista", Toya la retó preguntándose si ella mordería el cebo.
Kyoko perdió parte de su rabia al escuchar esto. Empujando su plato hacia un lado, asintió con la cabeza, feliz de llamar a su farol, "Listo cuando tú lo estés". Ella alzó una ceja al mirarlo.
"'¿Cuál es la prisa?" Toya se puso de pie con una sonrisa. "Puede que quieras disminuir ese temperamento tuyo porque él lo notará", le dijo burlándose de ella, y pensando que no tenía ni idea en qué se estaba metiendo.
Kyoko entrecerró los ojos al mirarlo, luego se puso de pie, mirando a Suki y a Shinbe. "Hablaré contigo cuando ya haya terminado, si vienes a buscarme estaré en mi habitación esperando y podremos hacer planes para esta noche". Ella le guiñó el ojo a Suki, luego volvió a ver a Toya y añadió con una voz apática. "Eso es si me decido quedar".
Él se alejó de ella molesto y ella lo veía irse, luego se despidió de los otros mirando por encima de su hombro mientras ella lo seguía. Ella rápidamente notó cómo los otros estudiantes salían del camino de Toya apresuradamente y preguntándose acerca de eso. ¿Quién era él? ¿El buscapleitos de la escuela?"
Kyoko no le iba a dar la satisfacción de correr para ir a su lado, entonces se tomó su tiempo caminando, a propósito para quedarse atrás. Todavía un poco molesta con él se intentó sonrojar cuando sus ojos se desviaron hacia el trasero de Toya. Mirando su cepillo de pelo en el bolsillo de su pantalón, y la firme redondez que yacía debajo, lo cual la irritó más. Exasperante y lindo, solo era una horrible combinación.
Mentalmente sacudiendo su cabeza, ella continuó siguiéndolo, maldiciendo sus errantes ojos. "Hay que ser una completa idiota para pensar que alguien que no puedes soportar es lindo", murmuró. "Molesto, hostil y arrogante tal vez, pero nunca lindo", sonrió, ya sintiéndose mejor.
Una extraña sensación de alerta se deslizó por su espina, sus ojos se dispararon por encima de ella y se engancharon a unos ojos oscuros que estaban penetrando los suyos. El hombre estaba apoyado contra la pared al término superior de las escaleras, mirándola. Él tenía ondulaciones de ébano en el cabello cayendo por su espalda y sobre sus hombros, y sus ojos de medianoche eran intensos. Él era muy atractivo pero ella se sintió amenazada.
Ella miró hacia otro lado. 'Kyoko debes controlarte. Deja de analizar a todo el que ves', se dijo a sí misma con severidad incluso mientras intentaba levantar sus ojos esmeralda hacia él.
"Ahí está la chica más bonita del campus", Kyoko sintió un fuerte brazo alrededor de sus hombros y volteó a ver, recordando la voz del hombre que le había mostrado su cuarto más temprano esa mañana. Ella sintió que las puntas de sus cabellos le hacían cosquillas a su cara como si una brisa de la nada acariciara sus mejillas.
Ella le mostró una sonrisa cálida pero al mismo tiempo, se hundió y se encogió alejándose de su brazo. "Kotaro, me alegra verte de nuevo. Gracias por tu ayuda esta mañana", dijo Kyoko nerviosa, deseando que él no actuara tan amistoso con ella. Ella pensaba que él era agradable, pero ella nunca dijo que él podía poner su brazo alrededor de ella.
Kotaro no se afectó al tomar su mano, "¿Hay algún otro lugar a dónde puedo escoltarte, Kyoko?" Él miro profundamente sus ojos color esmeralda sabiendo que los había visto antes en algún lado. Y tenía una vaga sensación de que una vez se había ahogado feliz en ellos.
Kyoko miró hacia las escaleras para ver a Toya que se había detenido y dado la vuelta, luciendo molesto otra vez. Ella pudo haber jurado que lo había acabado de escuchar murmurarle a ella o a Kotaro, no estaba segura a cuál.
Toya no sabía qué planeaba Kotaro, pero a él no le gustaba el hecho de que él actuara tan amistoso con Kyoko. Un profundo gruñido vino de su pecho mientras le daba una advertencia "Puedo manejarlo Kotaro a menos que quisieras llevarla a ver a Kyou". Él le dio a Kotaro una mirada intensa, sabiendo que Kotaro no se acercaba a Kyou a menos que fuera para una clase o que haya sido citado.
Kotaro le soltó la mano a Kyoko, "Espero que todo esté bien, Kyoko". Él miró mal a Toya, luego volteó hacia ella, "Asegúrate de tener cuidado con alguna quemadura helada. Si se sale de control, me encargaré de él por ti". Kotaro miró a Toya de una manera arrogante, luego asintió su cabeza a Kyoko y se volteó para bajar las escaleras.
Kyoko escuchó a Toya quejarse y ella lo miró mientras se daba la vuelta y caminaba por el corredor de la misma forma que ella se había ido esta mañana.
Esta vez ella corrió y se encontró con él justo a tiempo para verlo entrar a la puerta que decía, NO ENTRAR. Kyoko se preguntó para dónde iban. Mientras seguía su espada rígida, la posibilidad de que la estaba llevando de vuelta a su propia habitación cruzó su mente. Cuando de hecho se detuvo en frente de su puerta, Toya volteó a verla y ella lo miró molesta hasta que él llevó su mano derecho a la puerta que estaba en frente de la de ella y tocó.
Kyoko estaba en shock. ¿El dueño estaba en el cuarto justo en frente de ella? De nuevo, las palabras de su hermano volvieron para atormentarla. "¡no puede ser!" sin esperar por una respuesta, Toya abrió la puerta y la empujó hacia adentro, delante de él.
Inmediatamente, Kyoko se volteó "No sé cual es tu maldito problema pero por favor ¿podrías no empujarme?" luego hizo como para ahuyentarlo, "o tocarme. No te he hecho nada". El vello de su nuca se erizó otra vez cuando notó que Toya estaba mirándola desde atrás.
Los hombros de Kyoko cayeron. Ahora lo había hecho. ¿Siempre tenía que dar un salto sin pensar en donde estaba o quien podría estar observándola?
Toya vio que Kyoko se ponía tensa y sonrió, bajando su mirada hacia la chica que pareciera ser más pequeña de repente. "¿No querías hablar con alguien?" Cuando Kyoko no volteó, Toya miró a Kyou y entrecerró los ojos cuando notó que estaba apoyado contra la puerta de la sala, mirando a Kyoko como si estuviera en un trance.
'¿Qué diablos?', Toya pensó. ¿Por qué Kyou la estaba mirando como si hubiera visto un fantasma? En cierto nivel, él no quería aceptar el sentimiento de celos que causó. Una sensación le recorrió sus entrañas al querer interponerse entre ellos y bloquear a Kyoko de la mirada de Kyou. Él quería protegerla.
Kyou momentáneamente se quedó sin palabras, al ver a Kyoko tan cerca por primera vez en más de mil años. El aire a su alrededor tarareaba con la fuerza que él recordaba, la misma innegable fuerza que lo atrajo a ella en el pasado no se había desvanecido.
Sus ojos dorados se fijaron en el guardián detrás de ella con una especie de indiferencia distante. "Toya, vete". Un tono peligrosamente amenazante podía oírse en su voz.
Un gruñido se formó en la garganta de Toya y sus puños se cerraron por la ira como si un sentimiento creciera y lo atormentara desde algún lugar escondido y profundo de su memoria. Sin decir otra palabra, Toya se dio vuelta y salió por la puerta azotándola.
Kyoko vio a Toya salir mientras que su mente daba vueltas entre pensamientos caóticos. De repente, ella sintió el impulso de correr tras él. Al decidir no ser una cobarde, alzó su barbilla y se llenó de coraje para finalmente darse vuelta sin creer lo que estaba viendo.
En lugar del anciano en traje de ejecutivo que ella esperaba ver, se encontró de frente con sus ojos de oro ardiente mirándola fijamente, haciéndola sentir que no podía mirar hacia otro lado. Su cabello plateado caía sobre sus hombros y sobre su cuerpo perfectamente esculpido. Él era alto y hermoso con un toque de arrogancia rodeando su regio cuerpo y un rostro que podía solo ser un regalo del cielo.
Kyoko instantáneamente cerró los ojos. ¿Qué diablos le pasaba? Ella vino a hacer preguntas, no a babear. Cuando ella abrió sus ojos otra vez, él estaba más cerca. Ella instantáneamente dio un paso atrás por la nobleza y superioridad que lo rodeaba solo para sentir la solidez de la puerta detrás de ella, dejándola sin salida.
Sin darse cuenta de lo que había hecho, Kyou empezó a caminar hacia ella. Pero cuando notó que se alejaba de él, éste alzó la ceja de forma elegante, extendiendo su mano hacia el sofá. "¿Le gustaría sentarse señorita Hogo?" Él sabía que ella tenía preguntas para él. Estaría decepcionado si no fuese así.
Kyoko tragó nerviosa, pero con actitud altiva alzó su barbilla, caminando hacia el sofá, manteniendo tanta distancia como fuera posible entre ellos, sin nada más que con la esperanza de que su cerebro funcionara normalmente. Interiormente rió nerviosa.
"Lo primero que quiero saber es, ¿Qué le hace pensar que soy una sacerdotisa?" Ella lo miró con cautela y casi se enloquece cuando él se sentó a su lado en el sofá en lugar de sentarse en la silla en el otro lado de la mesa de café. Kyoko cambió de posición mirando hacia él, evitando alejarse más y mostrarle miedo.
"Así que, quiere jugar", Kyou reflexionó ociosamente, pero rápidamente sacó de su cabeza su pensamiento intrigante. "¿Qué te hace pensar que no sabría que eres una sacerdotisa?" él respondió con tono de voz tranquila. Ella era tan pequeña comparada con él, porque se inclinó hacia ella para mirar su rostro en forma de corazón.
Kyoko observó las facciones de su rostro perfecto buscando algún indicio de emoción pero se sorprendió al no ver ninguno. Él era como una escultura de perfección y calma, y eso la irritó sin fin.
"¿Siempre contesta una pregunta con otra pregunta, Señor?" Ella tartamudeó sin ni siquiera saber su apellido.
Kyou sonrió pero solamente en su interior para que ella no se diera cuenta. Bueno, él podía decir que ella aún tenía vida dentro de ella y no estaba decepcionado de eso. Sólo lo hizo querer ver más. "Señor, pero me puedes llamar Kyou, a menos que te guste más Señor" Mirándola de forma acalorada.
Kyoko le devolvió la mirada, "¿Por qué estoy aquí?" Dijo lentamente y una palabra a la vez, como si estuviera hablándole a un niño. Eso es, ahora vamos a ver como se libra de ésta. "Señor, claro" Kyoko murmuró para ella, sin dejar de mirarlo a los ojos.
Habiendo leído su mente, los ojos dorados de Kyou brillaron mientras se entrecerraban mirando sus ojos esmeralda-. Él se inclinó un poco más cerca de ella, sabiendo que haciendo eso la intimidaría. Podía sentirlo.
"Tus poderes de sacerdotisa son débiles y sin entrenamiento o sabrías por qué sé que eres una sacerdotisa", casi la abuchea, perdiendo la compostura por un momento antes de recobrar la calma de nuevo. "Te enseñaré artes marciales junto con el fortalecimiento, lo que te haga falta".
Para Kyoko, lo último que dijo sonó casi como un insulto. Siendo un poco impetuosa como todos sabían que era, ella se inclinó casi quedando cara a cara con él, y el sarcasmo era fuerte. "Tal vez solo escondo mi verdadero poder, luego cuando encuentro un objetivo digno lo libero". La rabia la volvía más audaz, o estúpida, en el momento no estaba segura cuál de las dos.
Kyou se acercó aún más, profundizando sus labios en los de ella para que su aliento acariciara sus labios. Él susurró con oscuridad en su voz, "Sacerdotisa".

Capítulo 4 "Presta Atención".

Kyoko se lanzó hacia atrás, lejos de él, sintiendo de repente vibras viniendo de él que no se supone que debería sentir. Algo pasaba aquí y ella sintió que era la última en saberlo.
"Necesito respuestas", susurró nerviosa, mordiendo su labio inferior, esperando poder deshacerse del cosquilleo que Kyou había producido. Ella deseó brevemente poder deshacerse de los impresionantes escalofríos que se habían apoderado de su sistema nervioso.
Inhalando su esencia y sintiendo que su sangre se calentaba, Kyou dio un paso atrás. Ella había visto el pequeño cuerpo de la chica temblar, pero no de repugnancia. Mirando hacia abajo, él casi sonrió cuando vio los brazos de ella como piel de gallina.
"¿Por qué estás suprimiendo tus poderes? Necesitas estar alerta de tu entorno antes de que el pasado se repita", le dijo con un tono ligeramente arrogante.
Kyoko pasó saliva, "¿Qué quieres decir con eso?" Se puso tensa.
"Estás consciente de que hay inmortales aquí en la escuela ¿verdad?" Sus ojos brillaban con algo que Kyoko nunca había visto, y su voz era áspera como si estuviera desaprobando. "Los demonios se están acercando a nuestro alrededor mientras hablamos".
Los ojos de Kyoko se abrieron, luego se entrecerraron. Estaba jugando con ella. "¿Qué te llevaría a pensar que hay guardianes y demonios aquí?", exigió con una burla de indignación.
En el parpadeo de un ojo Kyou la sostenía por los brazos y alzándola hacia arriba, su cabeza se acercó a una pulgada de su cara. Él le dijo con furia, "Presta atención".
Kyoko parpadeó, sin creer lo que estaba viendo. Parado en frente de ella no estaba quien estaba hablándole hace un momento. Ella veía un aspecto con brillo sobrenatural, enojado, ojos dorados, y debajo de ellos estaban los colmillos más blancos, y ella pudo sentir las garras que estaban inconscientemente cavando en sus brazos.
Su cabello se había alargado hasta dos veces el largo que tenía hace un momento y parecía flotar alrededor de él como si esperara reconocimiento. Con un grito de espanto, Kyoko logró liberarse de él, y dio un paso atrás rápidamente, solo para que él diera un paso amenazante más cerca de ella.
"¿Eres un guardián?" tartamudeó en voz baja.
"Y tú eres la sacerdotisa que ya debería saber eso", murmuró, acechándola aún cuando sentía que su furia desaparecía.
Ella volteó para correr hacia la puerta e inmediatamente gritó cuando sintió un fuerte brazo sujetándola desde atrás.
El cuerpo de Kyou se puso tenso mientras ella luchaba. Él la levantó del piso mientras sus pies pateaban el aire en su intento de escapar de él. Dándole tiempo de darse cuenta que el tratar de liberarse de él era inútil, él puso sus labios cerca de su oreja y susurró, "Tú te quedarás aquí hasta que seas lo suficientemente fuerte para liberarte de estos brazos sacerdotisa".
Luego la llevó por el aire solo para arrojarla de nuevo en el sofá acolchonado, donde ella cayó con un leve rebote. Ahora que estaba de nuevo cara a cara con él, Kyoko lo gritó furiosa y luego parpadeó de nuevo cuando se transformó nuevamente en el hombre con el que ella había estado hablando.
Ella lo miró con furia, alzando su puño, "¿Qué diablos está pasando?"
Kyou se quedó de pie calmado en frete de ella, la única diferencia esta vez era que sus ojos aún brillaban, "Te quedarás aquí", él se inclinó hacia ella. "Me dejarás entrenarte". Él colocó sus manos en la parte posterior del sofá, para poder atraparla, "Y esta vez, ganarás sin sacrificio" Su nariz casi toca la de ella mientras él siseaba lo último de su declaración, mostrando su descontento.
Kyoko se echó hacia atrás en el sofá tan rápido como pudo, él volvió a darle una mirada acalorada, pero ella todavía no percibía ninguna amenaza viniendo de él. Aún cuando no era humano no había tenido intención de hacerle daño. Ella frunció el ceño al darse cuenta de lo que él había dicho.
"¿Esta vez?" Su tono de voz era suave, "¿Qué quieres decir con...?" "¿Esta vez?"
Kyou respiró profundamente, "Tú puedes haber olvidado pero yo no". Su esencia lo rodeó y sintió un dolor familiar alrededor de su corazón olvidado, pero ella debía saber la verdad, "Nosotros hemos luchado en el pasado sacerdotisa, y se acercará el momento en el que tendremos que hacerlo de nuevo".
La mirada de Kyoko se suavizó por un instante, "¿Quién eres?"
"Tú guardián. Kyoko, yo sé que has olvidado porque sacrificaste tus recuerdos de nosotros, para poder traer de vuelta al Guardián del Corazón de Cristal". Su mirada buscó la de ella y su voz se convirtió en un simple susurro "Debes confiar en mí".
Aunque solo la había tratado de asustar todo dentro de ella le estaba diciendo que confiara en él. “Yo confío en ti", tan pronto como susurró esas palabras, ella se vio halada hacia sus brazos. Al principio ella se puso tensa, luego al sentir la manta de calor que la rodeaba, ella se entregó al abrazo relajándose junto a él en serena confusión.
Kyou no lo pudo evitar. Él había cargado con él la preocupación del rechazo por mucho tiempo, y escuchar esas palabras le quitó un peso del tamaño del mundo de sus hombros. Él se aferró a ella rodeándose con su esencia mientras acariciaba su cara con su cabello.
"Quédate esta vez", susurró él en un momento de debilidad.
Kyoko podía sentir la ternura en sus palabras y en sus brazos pero aún así, él acababa de asustarla mucho hace un momento y ahora estaba abrazándola cómo si su vida dependiera de ello. Ella estaba atrapada entre temerle y querer alcanzar y acariciar su suave mejilla.
Estaba llena de preguntas y murmuraba dentro de su pecho, "Quiero recordar lo que dijiste, lo he olvidado. ¿Qué necesito saber?"
Kyou cerró sus ojos dorados sin querer volver aún al mundo real, ella estaba justo donde debía estar, en sus brazos. Con un suspiro, la liberó en contra de su voluntad sentándola de nuevo en el sofá y luego él se sentó a su lado.
Deslizando su mano por su largo flequillo, Kyou respiró profundamente para calmar sus fuertes instintos. Calmando sus deseos, él se concentró en la pared que estaba en frente y empezó a decirle a ella lo que quería que supiera. Escuchar algo no es igual que recordarlo.
"Tú tendrás ayuda. Todas las personas que llegaron aquí del mismo modo que tú, con las becas, las he reunido para ti. Ellos no te recuerdan y tú no los recuerdas, pero ellos lucharon contigo en ese entonces y volverán a luchar contigo cuando llegue el momento", su voz estaba atada a un poco de los recuerdos del pasado.
Los ojos de Kyoko se abrieron, "¿Suki y Shinbe?" Al preguntar cuestionaba ¿Por qué le creía tan fácilmente?
Kyou asintió con la cabeza, "Veo que ya los conociste. Si, estuviste muy cerca de ellos, así como Toya quien te protegió como ninguno".
"¿Toya?" Ella le levantó una ceja. "Tienes que estar bromeando". Luego añadió mentalmente, "Ni siquiera le agrado".
Kyou suspiró a regañadientes, "Toya no ha cambiado en esta vida, él todavía es el joven insoportable y testarudo del pasado. Pero sí, él te protegió con mucha determinación y hubiera muerto por tí si la necesidad hubiera surgido".
Kyoko frunció el ceño, "¿Él no recuerda?" Ella sintió que él le decía la verdad y tenía sentido saber que le faltaba parte de su memoria. Sus ojos buscaron los de él, queriendo tener ese conocimiento de nuevo.
Kyou negó levemente con la cabeza, "Yo fui el único que no volvió contigo. Por lo tanto, yo soy el único que lleva consigo los recuerdos de lo que pasó. Toya ni siquiera recuerda que es mi hermano".
Kyoko respiró profundo ante la confesión "¿hermanos? ¿Qué pasó que eres el único que recuerda?" Ella debía saber.
"Tú renunciaste a tus recuerdos durante la batalla para vencer el mal en nuestro mundo y salvar el Guardián de Corazón de Cristal. En ese mismo instante, pediste un deseo al cristal ver a todos otra vez. No querías perderlos. Cuando instantáneamente desapareciste, junto a los demás, incluyendo al enemigo. Los has traído inconscientemente aquí contigo".
Él suspiró con pesar. "Yo había lanzado un hechizo a mi alrededor que me protegió de esos deseos" sus ojos se volvieron distantes como si estuviera reviviendo el recuerdo.
"Te llevaste a todos contigo, sin ni siquiera darte cuenta. Todos renacieron aquí, en tu tiempo, dejándome solo en el pasado". Sus ojos se centraron y se encerraron en ella. "Así que sobreviví y te esperé". Cuando llegó el momento, reuní a todos los que me habían dejado. Ahora has traído el cristal contigo, y la malevolencia que lo quiere", su voz se volvió más oscura, "el mal ya ha empezado a buscarte y yo no lo permitiré".
Kyoko asintió con la cabeza tratando de entender, "entonces, ¿Puedo confiar en todos los que están aquí de la misma forma que yo?" Él le asintió con la cabeza y Kyoko continuó, "¿Ellos saben algo de esto?"
Kyou negó con la cabeza, "Ellos sentirán un vínculo y crecerá, pero aparte de eso, no sé el futuro, solo el pasado. Ellos te protegerán como lo hicieron antes. Para eso nacieron, es su razón para vivir".
Él rápidamente desvió la mirada de la de ella que buscaba en sus ojos la verdad de sus palabras relacionadas también con él. "Aún tenemos tiempo, pero por ahora quiero que dejes de esconder tus poderes de sacerdotisa, y que estés consciente de tu entorno. Yo te cuidaré y le he dicho a Toya que también te cuide de cerca".
Kyoko lo miró muy de cerca tratando de recordar algo acerca de él. Él parecía conocerla muy bien. Mirando profundamente en sus ojos ella susurró con curiosidad, "¿Qué tan cercanos éramos?"
Una agitación de afecto oculto cruzó sus orbes doradas antes de que Kyou se tensionara y se alejara de ella. Su exterior relajado volvía a su lugar, él gruñó al mirar hacia la puerta, luego rápidamente volvió a ella. "No repitas lo que te dije porque ellos recordarán por sí solos".
Kyoko saltó cuando escuchó que tocaron la puerta fuertemente, luego se abrió sin permiso.
Toya se había empezado a preocupar por la seguridad de la chica y pensó en interrumpir, con la intención solo de salvarla de la frialdad de la que sabía que Kyou era capaz. Su mirada fue rápidamente atraída hacia ella mientras entraba.
"Bueno, veo que ella sobrevivió a su charla", Sus iris brillaban en color plata aún sintiendo que algo no estaba bien. "Si ya terminaste con Kyoko, Suki la está esperando". Toya levantó sus ojos dorados a Kyou sin darse cuenta de los destellos plateados que empezaban a mostrarse en sus orbes.
Kyou le dio a Toya su usual mirada en blanco y asintió con la cabeza en silencio.
Kyoko miró a Toya de forma cálida, porque ahora que estaba usando sus sentidos, ella podía percibir que se había estado preocupando por ella, aunque no actuara como tal.
"Hubiera dado la vida por ti", las palabras de Kyou volvieron a su mente.
Kyou observó su comodidad con Toya, y sintió un distante pero familiar anhelo, que lo hizo fruncir el ceño. Él recordó bien este sentimiento, y sus ojos se entrecerraron al mirar al guardián plateado. ¿Siempre mantendría un lazo especial con su hermano que no tendría con los otros?
Kyoko se mantuvo de pie, asintiendo con la cabeza se despidió de Kyou y le dió una sonrisa secreta que Toya no pudo ver, luego regresó con Toya y le agradeció con una de sus sonrisas más dulces. "Vamos, no dejemos esperando a Suki". Ella salió por la puerta dejando a Toya ahí parado con un sentimiento de calidez. Un sentimiento que solo la sonrisa de ella podía causar.
Él sacudió la cabeza tratando de sacar ese sentimiento, y luego le frunció el ceño a Kyou, notando lo estaba observando intensamente. "¿Qué? Preguntó Toya con un tono de voz fuerte sabiendo que no obtendría ninguna respuesta. Al decidir que no valía su tiempo, él salió por la puerta, cerrándola fuerte detrás de él, y apresurándose para alcanzar a Kyoko.
Toya observó la espalda de Kyoko mientras ella caminaba rápidamente por el pasillo. Debe tener prisa por alejarse de Kyou. Él sonrió, acelerando para alcanzarla, lo cual no fue un problema, considerando que era un guardián. Sus pensamientos se oscurecieron un poco, preguntándose si ella al menos sabía que era él. Él lo dudó o ella no le hubiera sonreído como lo hizo.
En la parte superior de los escalones, Kyoko sabía que Toya la había alcanzado porque ella podía sentirlo detrás de ella. Sí, ella podía sentir su poderosa aura, pero era un poco diferente al sentir la de Kyou. Ella cerró los ojos solo por un segundo. Buscando el aura Kyoko decidió que no le daría importancia a qué tan malo fuera, su aura era de hecho muy cálida y la hacía sentir entre otras cosas protegida.
Ella entendía que Toya suponía ser más joven que Kyou, pero además podía sentir el poder escondido dentro de él. Un poder que de ser aprovechado, podía hacer que Toya superará a su hermano en un segundo, aunque dudaba que alguno de ellos estuviera consciente de ello. Kyoko estaba disfrutando el uso de sus sentidos, ahora que los había activado de nuevo.
"Entonces..." ella volteó hacia él, "¿Dónde están Suki y Shinbe?"
Toya entrecerró los ojos al mirarla ahora que su mentira se había descubierto. ¿Cómo diablos sabría él donde estaban Suki y Shinbe? Él solo volvería por ella para alejarla de Kyou.
"No lo sé", dijo con tono perezoso.
Kyoko frunció el ceño al mirarlo, "Pero tú dijiste..."
Toya la interrumpió. "Deberías agradecerme por salvarte", le dijo, inclinándose hacia ella para intimidarla.
"¿Salvarme de qué?" Kyoko murmuró en su cara, al no gustarle su actitud. Dios, a veces realmente podía comportarse como un estúpido.
"De Kyou", Toya gruñó fuertemente de vuelta, apretando su puño. Ella realmente podía hacerlo enojar con su linda boca. ¿Bonita boca? ¿De dónde había venido todo eso? Él se alejó de ella sorprendido y confundido.
Sorprendida, Kyoko se quedó mirándolo por un minuto. Ella empezó a reírse de él primero suavemente y luego más fuerte. "¿Lo hiciste?" preguntó ella, tratando de respirar entre risas. "¿Por qué lo harías?" ella apaciguó su risa y finalmente sonrió ampliamente, aunque sus ojos aún tenían una mirada traviesa.
"Eso fue muy dulce. No sabía que te importaba" arrugando su nariz al mirarlo, tratando de mantener una cara seria.
Toya la miró sintiendo que el chiste era sobre él. "Entonces, ¿Decidiste si te vas a quedar después de todo, Sacerdotisa?" escupió la última palabra como si le quedara un mal sabor en la boca.
Kyoko perdió su sonrisa, y puso su cara a centímetros de la de él, mirando fijamente a sus ojos dorados. "Si he decidido, guardián", le dijo alzando una ceja, luego volteó y se bajó rápidamente por las escaleras riendo.
"¡SÍ!" Kyoko exclamó en silencio y mentalmente anotó un punto en su lado de la pizarra. "Kyoko uno, Toya cero".
Los ojos de Toya se ensancharon por un instante antes de darse cuenta de que la pequeña chica lo había conseguido. "¡Maldita sea!”, siseó y se apartó después de ella.
Kyoko estaba casi en la parte inferior de los escalones cuando sintió que sus instintos de Sacerdotisa estaba en sobre marcha. Sintiendo a otro guardián además de Toya, miró a su alrededor. La única persona lo suficientemente cerca como para causar esa sensación era un estudiante que se encontraba de pie en la parte inferior de las escaleras, mirándola con interés.
Mirando de cerca, estaba desconcertada con los destellos purpuras que recorrían su cabello indomable y los ojos más hermosos. Mientras ella miraba aquellos ojos podía jurar que podría ver el brillo de todos los colores apareciendo dentro de sus iris.
Toya ahora permanecía detrás de Kyoko. Al ver que se detenía de repente, notó que estaba mirando a Kamui. 'Así que ella puede detectar inmortales ahora', pensó Toya para sí mismo. Alcanzando, agarró su brazo, "Vamos, te voy a presentar".
Toya había encontrado un punto débil para Kamui tan pronto como había conocido al muchacho. Todo lo que realmente sabía de él era que no tenía padres y había crecido en un orfanato hasta que Kyou le había ofrecido un lugar aquí.
Kyoko se dejó llevar tirada y medio arrastrada por Toya hacia ese desconocido. Ella podría decir que también era inmortal, pero también podría sentir una bondad increíble. Dejó que sus sentidos exploraran su aura y encontró calidez allí y una inocencia oculta que pertenecía sólo a un niño.
"Hola Toya, ¿A quién tienes aquí?" Los ojos de Kamui brillaban al observarla con fascinación. Se sentía como si la hubiera esperado por mucho tiempo, a pesar de que no tenía idea de quién era. Era como si él la hubiera extrañado terriblemente. Se sentía como que de repente podía respirar de nuevo e incluso inhaló para probar ese hecho, pero cuando lo hizo captó su aroma y se percató de que le parecía muy familiar.
Mirando a Toya, le preguntó: "¿Qué hiciste… ir a conquistar una novia?" Kamui sonrió mientras sus ojos se iluminaban con humor.
"Diablos no”, murmuró Toya. "Ella no es mi tipo en absoluto".
"¿Cómo lo sabes?" "Nunca has tenido novia". Kamui se rió en voz alta de su propia broma.
Kyoko trató de no reírse mucho, pero al ver la alegría en los ojos de Kamui, con la expresión oscura en la cara de Toya lo hizo imposible.
"Esta es Kyoko", Toya se volvió hacia ella, soltando su brazo como si sólo recordara que la estaba tocando. "Kyoko, te presento a Kamui. Él también está aquí en la beca, y estará en las mismas clases en las que tú estás".
"Sí, soy uno de los aprovechadores de aquí", dijo Kamui con una cara seria, causando que Kyoko perdiera la capacidad de sostener la risa que apenas había logrado contener en el primer lugar.
Se volvió hacia Kamui y le extendió su mano. Con una sonrisa muy amistosa, manteniendo para sí su secreto que si él estaba aquí en la beca, entonces ella supo que en el pasado él era su amigo, "Hola Kamui, mucho gusto en conocerte. ¿Cuánto tiempo has estado aquí en la Academia?"
A Kamui ya le gustaba esta agradable muchacha. "Como unos dos años. ¿Y qué está haciendo el impulsivo? ¿Exhibiéndote ahí?", miró a Toya sonriendo, luego de nuevo en ella, suavizando su sonrisa". El lado travieso de su personalidad salió a relucir y tomó la mano de Kyoko por su cuenta. Inclinándose levemente, llevó su mano suave a sus labios y plantó un beso apacible en sus nudillos.
Kamui casi se rió de la mirada provocativa que recibía de Toya. Sólo un idiota no sería capaz de ver la atracción tan obvia que el otro hombre tenía para la encantadora Kyoko.
Kyoko se ruborizó un poco y se rió con el término 'impulsivo’. Viendo a Toya deslumbrado con Kamui, ella sonrió. "En realidad estamos tratando de encontrar Shinbe y a Suki en este momento. ¿Has visto a alguno...?"
Antes de que Kyoko hubiera terminado, alguien agarró su brazo, apartándola de entre Kamui y Toya. Con una mirada rápida, Kyoko se encontró mirando a Suki que estaba preocupada.
"¿Todo salió bien Kyoko? Te quedas, ¿verdad?” Suki sonaba casi suplicando.
Kyoko asintió de repente con la cabeza escuchando la voz suave de Kyou susurrando para que ella se quedara. "Yo no voy a ninguna parte". Ella asintió con la cabeza sobre el hombro de Suki en lo que Shinbe parecía tan satisfecho como Suki en su respuesta.
Toya levantó una ceja con las palabras de Kyoko. Se preguntó exactamente lo que Kyou le dijo a ella para que fuera tan decidida a quedarse. Ahora estaba actuando tan diferente, casi parecía feliz. Por lo general, cuando Kyou habló con la gente a solas, parecían inalterados por horas. Incluso el tipo tenía la habilidad de darle escalofríos de vez en cuando.
Kyoko tomó el brazo de Suki y comenzó por las escaleras, "Tú tienes que ayudarme a encontrar algo para usar esta noche, si vamos a bailar". Las dos chicas se juntaron, hablando mientras caminaban. Actuaban como si se hubieran conocido desde siempre.
Shinbe, Kamui y Toya vieron a las dos chicas desaparecer por las escaleras. Shinbe le preguntó a Toya con voz preocupada: "¿Sabe ella lo que realmente está pasando aquí?"
Toya observó los labios de Kyoko moviéndose mientras hablaba con Suki, "Sí, creo que lo sabe". Luego, volviéndose hacia ellos, cambió el tema, "Kamui, ¿Vienes con nosotros esta noche?"
Shinbe hizo una doble partida. "¿Toya? ¿De verdad vas a venir a bailar?" Su voz sonaba como sorprendido. "No me parece que sea como Toya", pensó para sí mismo.
"Oye, me dijeron que la vigilara como un halcón, así que supongo que no tengo otra opción ahora ¿no?" Toya actuó molesto por lo que pensaría que estaban haciendo esto en contra de su voluntad. Pero en realidad él no la quería perder de vista.
Su impulso golpeó bajo su piel, como para decirle que la proteja a toda costa, no importaba si se le había dicho que lo hiciera o no. No estaba ayudando que ahora él tenía una imagen mental de Kyoko moviéndose alrededor en un golpe rítmico sugestivo en una pista de baile abarrotada. Hizo que sus instintos protectores surgieran y de repente preferiría que no se fuera.
Un gruñido suave salió desde la garganta de Toya y sacudió su cabeza tratando de deshacerse de esa idea de imaginarse demasiados ojos puestos sobre ella, ojos que no le pertenecían.
"Sí, suena divertido. Yo también voy", intervino Kamui. "tenemos que hacer algo los fines de semana para apartar nuestras mentes de este lugar". Se sentía casi exaltado de alivio sabiendo que ahora Kyoko estaría por esos lados. "Además necesitamos encontrar una novia para Toya", sugirió él inocentemente.
"¿Quién dice que necesito una novia? Pequeño imbécil", Toya gruñó mientras Kamui se aparecía en su cabeza. "No sabrías lo que era una novia si te mordiera el trasero".
Shinbe sonrió, "Creo que soy el único aquí que sabe lo que es una novia, pero te puedo presentar dos vírgenes si quieres la experiencia". Dio un rápido paso atrás cuando ambos voltearon y lo miraron de forma amenazante.
Cambiando rápidamente el tema, Shinbe asintió con la cabeza y luego se deslizó un poco más cerca de Toya. "¿Kyou te ordenó vigilar a Kyoko?" su mirada se desvió en la dirección en la que ella se había ido. "Tú sabes, últimamente he sentido un cambio de balance por aquí, como si algo estuviera por suceder. El mal está acercándose. Me pregunto si ella tiene algo que ver con eso". Los instintos de Shinbe casi siempre eran los correctos y eso le preocupaba.
Toya lo había sentido también, y quería respuestas. "Bueno, no hay momento como el ahora. ¿Por qué no voy arriba a preguntarle al “congelado” la verdad?" Él sabía que Kyou estaba escondiendo algo y que iba a averiguar qué era.
Antes de que Shinbe pudiera detenerlo, Toya ya había sido sacado de las escaleras. Shinbe se retorció, "Odio cuando están en la misma habitación". Lo he visto, y no es bonito. Actúan como hermanos o algo así". Sus ojos amatista pasaban por las escaleras, viendo a Toya agarrar dos a la vez.
Kamui asintió con la cabeza, sabiendo que Kyou le asustaba sobremanera algunas veces. "Mejor él que yo. Te veré esta noche". Él se marchó, dejando a Shinbe parado allí por su cuenta, todavía mirando las escaleras.
En lo profundo de la mente de Shinbe, donde sus poderes de guardián se reflejaban en su propio reflejo, se preguntaba por esa sensación tan familiar que tenía para la sacerdotisa que acababa de ascenderlos. Buscó la verdad en lo profundo de su alma mientras cerraba los ojos.
Una vez que sus ojos cristalinos se abrieron de nuevo, brillaron con secretos que sólo él conocía.


*****
Kyou se perdió pensando en cómo manejar a Kyoko, ahora que la tenía donde él la quería. Fue bruscamente interrumpido, oyendo golpes en la puerta. Parpadeando un par de veces, él suprimió el impulso de voltear sus ojos dorados, sabiendo que sólo podía ser Toya. Kyou dio un vistazo a la puerta, a la vez que se abrió sin ninguna invitación.
Toya entró directamente, buscando al instante su objetivo, y vio a Kyou reclinado en el sofá. "¿Qué demonios está pasando con Kyoko?" planteándolo directamente.
Los ojos de Kyou se alzaron a Toya, pero su rostro no mostró interés en la pregunta.
Toya conocía los estados de ánimo de Kyou mejor que nadie y sabía que ni siquiera lo habría mirado si le hubiera dado en un nervio. Descifrar a Kyou era una ciencia para él. Incluso el parpadeo de un ojo significaba algo cuando se trataba de Kyou. Toya se movió para tomar asiento diagonal a él en un sitio que estaba lleno.
"Vamos, no soy estúpido. Si quieres que la proteja, necesitas decirme por qué. Después de todo, los demás están por su cuenta, así que ¿Por qué ella es en sí diferente?" Escupió, tal disgustado con ese pensamiento. "Ella es sólo una chica humana insignificante".
Toya agarró la mano con garra, que de repente encontró agarrándole su garganta, y le miró a la enojada cara de Kyou.
"Harás lo que yo digo", la voz de Kyou se estremeció de rabia.
Los ojos de Toya se estrecharon. Ahora sabía que había algo. "Bien". Gruño y fue recompensado al ser liberado. Vio la rabia de Kyou desaparecer instantáneamente a medida que regresaba a su lugar diagonal a él su máscara fría cayendo como un escudo que el apartaba. Toya negó con la cabeza. "Tienes que decirme por qué ella es tan importante para ' ti '". Puso énfasis en la última palabra.
Kyou en tanto lo acordó. Había criado a Toya desde el día en que nació. Él había sabido que su hermano estaba cerca, al mismo momento que Toya había dado su aliento en este mundo y él lo había secuestrado lejos de los padres que no lo habrían entendido. Era igual que con sus otros hermanos, aunque por un tiempo, Kyou había elegido vigilarlos desde la distancia.
Él esperaba hacer diferente la personalidad de Toya de alguna manera, pero parecía que lo había seguido a esta vida, sin importar lo que Kyou había hecho para tratar de cambiarlo. Lo esencial era que Toya seguía siendo el mismo, sin importar la vida que llevara. Tal vez pensó que conocer a Kyoko habría provocado recuerdos del pasado, pero su hermano no mostró señales hasta ahora, sólo interés. Los ojos de Kyou se entrecerraron con ese pensamiento.
"¿No siente nada por ella?" Preguntó en un tono que hizo que Toya se retorciera.
"¿Se supone que debo hacerlo?" Toya respondió, sabiendo que realmente sentía algo por ella, pero no estaba a punto de admitirlo. Doblando sus brazos delante de él, parecía molesto como siempre, sin darse cuenta del destello plateado que bailaba en sus ojos dorados.
"Sí", vino la respuesta fría.
"¡Maldita sea!" ¿Qué la hace tan especial para nosotros? Toya alzó sus manos en exasperación.
La mirada de Kyou desafió a la de él, "Ella es la que hemos estado esperando".
Los ojos de Toya se ensancharon. Tan atrás como pudo recordar, Kyou le había dicho que tenían que prepararse para aquel quien llevara el Corazón de Cristal dentro de ellos. Seguramente, no se refería a eso. ¿Por qué un cristal tan poderoso estaría dentro de una chica tan débil? Él había estado esperando a un guerrero de algún tipo, no una simple chica.
"Ella es la razón por la que han reunido todos ellos" Sus cejas se levantaron en asombro.
Kyou siempre se había abstenido de decirle a Toya sobre su pasado, pero él le había advertido sobre su futuro. "Debes protegerla a toda costa".
La habitación estaba en silencio a medida que la mente de Toya entraba en un montón de pensamientos. Últimamente, él había empezado a sentir el aumento de vibraciones demoníacas en la zona, como si más estuvieran naciendo, y el lado del mal se estuviera fortaleciendo.
"Así que ella es la elegida. ¿Qué más necesito saber?" Se sentía un poco aliviado sabiendo que era por eso que su hermano se interesó en Kyoko, pero en este momento no profundizaba en los sentimientos que causaban celos.
Kyou había ocultado la verdad durante tanto tiempo, no estaba seguro de que estuviera listo para compartir recuerdos. El pensamiento de la cercanía de Toya a Kyoko en el pasado no ayudaba del todo. Tal vez fue mejor que algunas cosas fueran olvidadas. Los dos habían sido inseparables a veces. "Renaciste para protegerla y he vivido más de mil años esperándola. Por ahora, eso es todo lo que necesitas saber".
Toya resopló suavemente, luego se echó a reír de una manera un poco siniestra. "Eso es todo lo que necesito saber ¿Eh?" Recorrió sus dedos a través de su largo cabello sintiendo una gran necesidad de ventilar algún enojo del cual incluso él no estuviera consciente. "¿Es por eso que la miras con ardor en tus ojos? Dices que estábamos unidos... ¿De verdad estás celoso de algo que supuestamente ocurrió hace mucho tiempo con una chica que probablemente no te voltearía a mirar?” Toya miró, ahora con sus ojos fundidos de plata.
Kyou casi gruñía en esa conjetura de Toya. Hubo momentos en que la percepción del chico era asombrosa.
"No pongas a prueba mi paciencia Toya. Con Cristal o no, no toleraré tus acusaciones o delirios de grandeza en los que se refiere la sacerdotisa. Has sido designado para protegerla, no me importa si te gusta. Tu paciencia estará vigilada y te abstendrás de hacer cualquier avance sobre su persona. ¿Está claro?" Sus ojos eran ahora letales, a medida que se enfocaban en su hermano menor.
Se podía percibir desconcierto en las palabras de Kyou, y Toya podría decir que la conversación estaba terminada, por ahora al menos. Se levantó y salió de la habitación sin una mirada hacia atrás u otra palabra. Una vez fuera del apartamento de su hermano se detuvo frente a la puerta de Kyoko. Él podía sentirla dentro de los confines de las habitaciones delante de él.
Levantó la mano para golpear la puerta, queriendo estar con ella, pero sabía que no tenía una razón en este momento. Metió su mano en lo profundo de su bolsillo y se regresó para continuar por el pasillo.
Si alguien más hubiera estado en la sala, habrían visto un brillante contorno de alas plateadas al aparecer a través de la espalda de Toya antes de desaparecer desapercibido por el que ahora se conocía como el guardián de ojos plateados.

Capítulo 5 "Una advertencia gruñona"

Kyoko agarró una banda de goma del aparador y agarró algunos de sus cabellos rebeldes castaños de nuevo en una cola de caballo, dejando su espalda un poco descubierta como una tenue senda y a su vez larga que recorriera libre por su espalda. Ella se inclinó cerca para colocarse un toque de rubor y luego se puso de pie, se dirigió al espejo de cuerpo entero, y se dio la vuelta examinándose a sí misma. Suki le había hablado de llevar algo de su ropa y Kyoko se sentía diferente.
La mini falda negra salió a relucir cuando se dio la vuelta, mostrando las piernas torneadas debido a todos esos entrenamientos a los que ella se sometía. La camisa rosa apretada tenía un encaje negro a lo largo de la espalda, y en el frente una forma de encaje negro en 'V' que llegaba casi a sus pechos. Kyoko sacudió su cabeza al exponer ese escote.
Le hizo preguntarse si Suki no era la que iba tras de Shinbe tanto en si como la perseguía a ella. Recogiendo sus aretes cruzados, se preguntó por qué había accedido a parecerse a un muchacho salvaje. Ella se sorprendió de sus pensamientos cuando alguien golpeó tímidamente en su puerta.
Abriendo la puerta mientras todavía sujetaba su pendiente, Kyoko sonrió, sintiéndose mejor viendo que Suki estaba vestida más provocativa de lo que era. "Oh Suki, vas a dejarlos con la boca abierta esta noche", dijo mientras miraba a su amiga de arriba a abajo.
Suki llevaba pantalones de cuero apretados y una tapa azul con mangas largas, mostrando su figura. Kyoko asintió con la cabeza, pensando cuántas veces Shinbe sería abofeteado esta noche.
"Sólo estás pidiendo que Shinbe actué ¿no es así?", arqueándole una ceja a su amiga con una sonrisa, brillando en sus ojos esmeraldas.
Suki estaba buscando a Kyoko más de la cuenta, asintiendo con la cabeza en afirmación, "Sí, tengo la sensación de que esta noche podría ser la última diversión por un tiempo. "Capté el rumor de Shinbe que a partir del lunes íbamos a tener que empezar a entrenar más duro que nunca". Sus ojos se iluminaron, "Pero por esta noche, vamos a dar rienda suelta a todo. Te va a encantar este lugar al que vamos a ir. Es enorme y la banda esta noche va a rockear".
Suki miró alrededor de las habitaciones de Kyoko, sus ojos se sorprendieron. "¡Wow Nunca he estado aquí!", su mirada se dirigió de vuelta a la de Kyoko. "A nadie se le permitió estar aquí excepto a Toya. ¿Te das cuenta de que sólo él, tú y Kyou están en este piso?" Estaba tan nerviosa por venir a este piso que le había pedido permiso a Toya antes de subir a la habitación de Kyoko.
Kyoko sabía que Kyou quería tenerla donde él y Toya la vigilaran mejor. Recordando todo lo que dijo, sabía que estaba en lo cierto sobre Suki y de ser amigos en el pasado, porque por alguna razón se sentía como que a ella la había conocido desde hace mucho tiempo.
Ella dio un trago repentino en su garganta, "Tal vez todas las otras habitaciones fueron ocupadas, no sé". Se dirigió a la puerta, "Pero sé que quiero divertirme esta noche porque tienes razón, es probablemente la última diversión en mucho tiempo".
Su mano en el perno de la puerta se congeló y ella frunció el ceño, 'alguien estaba allí' Ella sintió un escalofrío arrastrarse por su espalda al saberlo.
Kyoko lentamente abrió la puerta y miró hacia el pasillo. Al no ver a nadie, ella se abrió paso y Suki la siguió. Se volvió y cerró la puerta detrás de ella, y luego rápidamente giró alrededor para mirar a Suki cuando oyó un "grito" sorprendida, proveniente de su amigo. Allí, de pie en su puerta estaba Kyou mirándola y no se veía complacido.
Kyou le dio una mirada a Kyoko y sintió que su ira se elevaba. Volteó su mirada para ver a Suki, con una molestia muy evidente en su rostro.
"Déjanos", exigió con una voz peligrosamente fría.
Suki le dio a Kyoko una mirada perpleja, pero rápidamente hizo lo que le dijo, ya entendida de ello sin vacilar. Ella por una vez no quería estar en contra de Kyou, y además, aquel hombre le daba escalofríos. Ella había sido consciente desde su primer encuentro con él que era un inmortal muy poderoso y uno al cual no hay que enfrentarse. Ella se alegró de que estuviera de su lado y no fuese un enemigo.
Kyoko cruzó sus brazos delante de ella, decepcionada al ver a Suki perderse rápido de su vista. Ahora ella se volvió para encontrarse a sí misma bajo la atención de Kyou, y en ese momento él no parecía feliz. Ella alzó una ceja al mirarlo, solo esperando. Cuando solo permaneció allí abriéndose espacio en sus ojos dorados enojados, sintió que su temperamento empezó a ascender. "Maldito sea él y su mirada penetrante".
"¿Qué he hecho?", se preguntó finalmente, renunciando a esperarlo para decirle a ella.
Kyou había estado molesto cuando había sentido la presencia de Suki en el lugar. Luego, cuando los vio salir de su habitación vestida así, él sabía que no era prudente dejar que Kyoko se fuera. No sólo estaba en peligro por el enemigo, también estaría en peligro de cualquier guardián, demonio o humano queriendo aparearse con ella. Kyou se enfureció en el mero pensamiento,
"Nadie va a venir a este lugar sin mi permiso, excepto tú y Toya, ¿Entendido?" su voz sonaba como si la estuviera regañando.
Kyoko se erizó pero rápidamente recordó que este es su edificio, así que son sus reglas. "Lo siento. Yo no sabía", ella le dijo honestamente. Sintiendo su propia ira disminuyendo, ella tronó sus dedos delante de ella. Estaba empezando a inquietarse porque realmente no parecía más feliz ahora que ella se había disculpado.
Kyou dio un paso más cerca de Kyoko. Mirándola fijamente, se encontró con que casi podía ver debajo de su camisa. "No me dijeron que tenían planes esta noche", sintió que su estado de ánimo se oscurecía en sus palabras y sus ojos resaltaban un poco más brillante, pero no le importaba. Si iba a protegerla, tenía que saber lo que estaba haciendo. Sabía cómo actuaban las chicas en el colegio, pero podía percibir que Kyoko aún estaba apartada, diferente de las otras, inocente.
Kyoko se mordió su labio inferior, preguntándose si iba a tener que decirle cada movimiento. "Yo no sabía que tenía que decirte que sí iba a salir", trató de mantener su voz tranquila, pero sabía que tenía que mantener su postura hacia él con el fin de tener algo de libertad.
"Voy a salir con Suki y Shinbe esta noche", dijo esas palabras con firmeza, con la esperanza de que no trataría de detenerla.
Kyou dio un paso más cerca, sólo para que ella diera un paso atrás de él para que no tuviera que mirarlo directamente. Él sonrió internamente, a medida que dio otro paso adelante. Él literalmente la acorraló contra la pared, rodeándose a sí mismo con su aroma.
"¿Vestida así?" su voz sonaba enojado.
Los ojos de Kyoko se abrieron ahora que estaba a sólo centímetros de ella, y ella lo estaba mirando. Era tan alto. ¿Qué había dicho? Sus ojos se cerraron de forma más aguda. “¿Vestida como?”
"¿Qué tiene de malo la forma en que estoy vestida?" se echó hacia atrás contra la pared cuando él acerco su rostro junto a su oído. Ella podía sentir su aliento caliente en el cuello.
"¿Estás buscando un compañero?", susurró peligrosamente contra su oído.
Kyoko estaba repentinamente asustada de aquel guardián de pie delante de ella. Las palabras que había pronunciado la hubieran llevado en circunstancias normales a una rabia, pero ahora sólo la hicieron querer encontrar un rincón oscuro, apacible para esconderse. Si un alfiler hubiera caído, habría sonado como un trueno entre tanto silencio. Ella se sobresaltó en si misma cuando oyó otra voz muy cerca de ellos.
"Kyoko, ¿Estás lista?" Toya se apoyó en la pared mirándolos. Él podía oler el miedo de Kyoko a tres metros de distancia. Él miró a Kyou con el ceño fruncido mientras observaba a Kyoko agacharse bajo su brazo y caminar rápidamente hacia él.
Kyou se enderezó de nuevo, una vez más luciendo indiferente mientras miraba a Toya pasar entre él y Kyoko, ocultándola de su vista.
Ahora, dónde he visto esto antes, pensó con molestia y luego declaró fríamente. "Si ella va, tú no debes apartarte de su lado". El músculo de su mandíbula se flexionaba mientras apretaba fuertemente los dientes, no le gustaba el hecho de que Toya la viera vestida con tan poca ropa.
Toya podía decir que Kyou era serio, y la mirada en sus ojos le dio escalofríos. "Yo ya sé esto", chasqueando sus dedos luego se volvió y tomó la mano de Kyoko en la suya, "Vamos". Se lo pidió en voz baja.
Kyoko no iba a discutir con eso, y no le importó el hecho de que Toya prácticamente la estaba empujando frente a él. ‘Cuanto más rápido, mejor‘, pensó. En el momento en que ella quería más que nada darse prisa, ahora que estaba completamente desgreñada, prácticamente voló por las escaleras.
Toya dejó ir su mano tan pronto como supo que estaban fuera de la vista de Kyou. Vio a medida que apretaba el paso un ceño fruncido arrugando un su frente. Había recogido lo que Kyou le había dicho. Él era un guardián, su oído estaba excelente. Él había ido a buscar a Kyoko cuando Suki prácticamente había volado por las escaleras, casi derribándolo en el momento.
Se enfureció con él por las palabras que había oído Kyou al susurrar en el oído de Kyoko, y era todo lo que podía hacer para fingir que no lo había escuchado. Nunca tuvo pensamientos de herir a Kyou pero el solo pensamiento de Kyou diciendo tales cosas a Kyoko sacó lo peor en él. No habría hecho nada para merecer ese tipo de trato.
Toya intentó de aplacar esa mala sensación que tenía mientras que se encontraba con los demás.
*****
Al entrar en el club, Suki notó que Kyoko seguía estando inusualmente callada y finalmente se puso de pie para preguntar: "¿Qué era todo eso acerca de Kyou en realidad?"
"Nada en realidad", contestó Kyoko queriendo no hablar de ello en sí, y luego se acordó de lo que él había dicho, "Él dijo que a partir de ahora, nadie se permitía estar en ese lugar, excepto Toya y yo". Ella se encogió de hombros tristemente entonces notó que Toya todavía la estaba observando.
Se preguntó si había oído lo que Kyou había dicho, luego se ruborizó y rápidamente apartó la vista hacia otro lado no queriendo realmente saber la respuesta a esa pregunta. Esta fue probablemente su última noche de libertad, así que despejó su mente y miró a su alrededor con la intención de disfrutarla de una manera u otra.
Los ojos de Suki se ensancharon cuando sintió unos brazos alrededor de ella desde atrás y la halaban hacia alguien fuerte. Torciendo el cuello para que pudiera ver su mirada conectó con unos ojos amatistas.
Shinbe bajó la cabeza hasta su cuello, acurrucada en su contra, sonriendo. "Ven a bailar conmigo", hizo señas con una voz seductora.
"Pero acabamos de llegar", Suki trató de alejarlo sinceramente.
"Lo sé", Shinbe le guiñaba un ojo a Kyoko. "Quería agarrarte antes de que alguien más lo hiciera". Deliberadamente deslizó su mano seductora a través de su vientre antes de colocarla entre sus brazos para verlo de frente. Dándole a Kyoko una mirada maliciosa dijo, "Ella podría estar de vuelta".
Suki asintió con la cabeza, tratando de ocultar el rubor rojo que al instante aparecía a través de sus mejillas. Shinbe la llevó a la pista de baile, dejando a Kyoko y Toya de pie allí.
Kyoko sabía que sus nervios no podían resistir más y ella se fue al bar pensando que una bebida la relajaría de alguna forma. Ni siquiera observó a ver si Toya seguía. Sabía que le habían ordenado que la vigilara. No era como si estuvieran en una cita. Casi sentía lástima por él.
Ella volvió su atención al tipo detrás del bar encogiendo sus hombros diciendo, " Lo que sea el especial”. Ella sonrió y asintió con la cabeza. Puso uno de veinte en el bar. No tenía ni idea de qué pedir; ya que ésta era la primera vez que había estado en un bar. Ella fingió como si lo hubiera hecho mil veces porque lo había presenciado muchas veces a través de películas y TV. Sólo esperaba que nadie se diera cuenta de su nerviosismo.
Toya llegó para estar al lado de Kyoko después de notar que el barman la seguía observando mientras él le hacía una bebida. Captó la mirada del tipo y gruñó, advirtiéndole que se apartara. Toya podía sentir más ojos en Kyoko, otros aparte del barman, y no le gustaba.
Kyoko se dio vuelta cuando su bebida estaba lista y trató de sonreírle al bartender otra vez, a su vez que le agradecía, pero él no la miraba a los ojos. "Bueno, eso es extraño", pensó, pero oyendo a alguien decir su nombre, miró por encima del hombro y vio a Kamui llegando. Ella le sonrió, luego tomó un trago de su bebida, y casi se ahoga con ese fuerte sabor ardiente.



Kamui la vio poner la bebida en el bar casi derramándola. Él sonrió mientras ella sentía su aliento, jadeando. "Tienes que vigilar a Kyoko, las bebidas aquí son fuertes". Frunció el ceño al bartender en desaprobación, y luego ella sonrió cuando parecía ser capaz de respirar de nuevo.
"No bromeo", Kyoko jadeó, limpiando una lágrima de su ojo. "Esa bebida esta hecha para matar, Dios", gimió, parpadeando.
Toya asintió con la cabeza a Kamui como si le hubiera dado permiso para hablar con Kyoko. Su mirada vagaba por la habitación notando que los guardianes y humanos no eran los únicos habitantes dentro de las luces parpadeantes del club. Sus labios se fruncieron sintiendo demonios ocultos dentro de las sombras.
Kamui observó a Kyoko sonreír a Shinbe y Suki mientras los veía bailar. Cuando las luces parpadeaban de rojo a verde y luego azul, un tono azul eléctrico parecía rodearla por un instante, causando la visión de Kamui cerrarse y otra imagen surgió.
En su imaginación, podía ver a Kyoko huyendo de un demonio enorme. A medida que su vista recorría la zona, podía decir en el terreno en que estaba metida cayendo a un gran acantilado. Gritó su nombre para advertirle, pero cuando se volvió a buscarlo, nunca vio el borde peligroso del acantilado mientras luego tomaba ese paso letal.
Kamui podía sentir la adrenalina a través de él mientras sus alas brotaban de su espalda con un despliegue de coloridos destellos. Mientras volaba sobre el demonio, le disparó una explosión de fuerza vital furiosa que desintegró al demonio en el impacto. Retrayendo sus alas, dejó que su cuerpo se sumergiera en el acantilado en intento desesperado para llegar a ella.
Al igual que el suelo se acercaba a un ritmo y velocidad alarmante, agarró a Kyoko, soltando sus alas y flotando con seguridad en el suelo. Cuando sus ojos esmeraldas se conectaron con los de Kamui le preguntó: "Sólo querías que te salvara, ¿no?"
Saliendo de ese trance ligero, sabía que no podría haber sido sólo un sueño, de alguna manera, en alguna parte, realmente había sucedido. Sus ojos se centraron en ella y él quería una vez más sentirla en sus brazos como lo había hecho en un extraño recuerdo.
Kamui se acercó y le agarró la mano, "Vamos Kyoko. Baila conmigo". En el momento en que su mano tocó la suya, sintió que su corazón se aceleraba con algún sentimiento desconocido. Un polvo brillante de cada color sobresaltó en sus ojos brillantes.
Ella asintió con la cabeza, encantada con la canción que estaba sonando y sintiendo ese ritmo que la hacia querer moverse. Se dirigieron directamente a Suki y Shinbe en la concurrida pista de baile.
Toya se volvió justo a tiempo para ver a Kamui llevarse a Kyoko hacia la pista de baile y frunció el ceño. Recorriendo sus dedos a través de sus flecos extravagantes, él se recostó hacia atrás contra el bar, luchando contra la sensación que tenía de simplemente tomar a Kyoko y ocultarla del mundo.
"Al menos no es una canción lenta", murmuró entre su aliento y luego apretó fuertemente los dientes sin creer que esas palabras se le habían escapado.
Suki y Shinbe estaban pasando un buen rato cuando Kamui y Kyoko se unieron a ellos. Los chicos miraban de frente a las chicas en un rápido baile. Kyoko no se había divertido así en mucho tiempo. Tres canciones más tarde, ella y Suki estaban listos para un descanso. Mientras se dirigían a la pista de baile, comenzó una canción suave.
Alguien agarró a Kyoko por detrás, susurrando en su oído, "Mi turno", y la giró en sus brazos, lejos de los demás, y de vuelta a la pista de baile.

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