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Tentadora Seducción
Amanda Mariel
Tabetha y Thomas se quieren cada día un poco mas. En poco tiempo, sus corazones se comprometieron, pero sus circunstancias requieren que permanezcan separados. Se atreverán a luchar por el otro y por el futuro que sueñan?
Después que la madre de Tabetha Barkley muriera, se encontró casi en la indigencia y sin experiencia de trabajo. Sin tener más opciones, Tabetha visita a la Duquesa de Devon para pedirle un viejo favor que le debía a su madre. Ahora Tabetha sería una criada en la casa de Devon. Parece que sus problemas se han resuelto. Eso hasta que, un apuesto lacayo comienza a jugar con su corazón y a arruinar sus planes. Thomas Kingston sirve orgullosamente al Duque de Devon, sin tener otros sueños, hasta que la Señorita Tabetha Barkley aparece en el salón de la Duquesa. Ahora está enamorado y deseando otro futuro. Uno donde pueda servir al Duque y casarse con Tabetha. Pero a los lacayos no se les conceden ciertas libertades. Tabetha y Thomas se quieren cada día un poco más. En poco tiempo, sus corazones se comprometieron, pero sus circunstancias requieren que permanezcan separados. Se atreverán a luchar por el otro y por el futuro que sueñan?


Tentadora Seducción

Índice
Libros de Amanda Mariel (#uf2980d57-6afa-5e68-b487-2f0a0c295af2)
Capítulo 1 (#u6113734a-4691-5f5d-ab44-03181ba67214)
Capítulo 2 (#u022bbc6c-fddd-567d-afee-5cb7d7d9c101)
Capítulo 3 (#u6c8ed8fb-9ea8-500b-beee-a17282a30868)
Capítulo 4 (#u1a7f04da-e4a7-56ec-b9b3-3752ca974638)
Capítulo 5 (#u014c02af-960e-56c2-9197-44f2f79a8dbe)
Capítulo 6 (#ue257895b-305d-5067-ac51-cd26162632d7)
Capítulo 7 (#u0c0e2fed-ea50-5747-a793-47b6cf132fc0)
Capítulo 8 (#ued70d2f6-b85e-50e3-803a-c2e33b862005)
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Capítulo Uno (#ua3ce41d2-eb0f-5fe7-8516-86cf9d6eeb5b)
SOBRE AMANDA MARIEL (#u01ccafbe-0935-5022-ba99-086cbf82b557)
Postfacio (#u7195a1e5-9acf-54c6-828e-1847a2b36158)
Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, organizaciones, lugares, eventos y sucesos son todos producto de la imaginación de la autora o usados de manera ficticia.
Copyright © 2020 Amanda Mariel
Todos los derechos reservados.
Ninguna parte de este libro puede ser reproducida, almacenada o transmitida en ningún formato o con cualquier medio, electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otro, sin el consentimiento expreso del editor.
Publicado por Brook Ridge Press

Libros de Amanda Mariel
Damas Y Canallas
Planes escandalosos
Intenciones Escandalosas
Redención escandalosa
El Escándalo de la Solitaria
Aventura Escandalosa
Amor legendario
Encantada por el Conde
Cautiva Del Capitán
Atraído por Lady Elianna
Encantada por el Duque
El Club de los Condes Picaros
Conde de Grayson
El Conde De Earlmore
Conectada por un beso
Cómo besar a un canalla
Robándole Un Beso A Un Pícaro
El credo de la arquera dama
Georgina
Josephine
Del escándalo al Amor
Quiéreme
Si Es Amor
Creer en el Amor
Destinado a un pícaro
La insensatez de Olivia
Novelas románticas históricas
Un beso encantador
Navidad en los Brazos del Duque
Una cita bajo la luna
Una Navidad Retorcida

Capítulo 1
Yorkshire Inglaterra, 1818
El sol caluroso del verano golpeó a la Señorita Tabetha Barkely mientras recorría el camino pedregoso hacia la casa del Duque de Devon. El sol acababa de cruzar el horizonte cuando ella se había puesto en marcha. Ahora brillaba en lo alto. Usó un extremo de su delgado chal para secar el sudor de su frente. La combinación de calor y nervios, era sofocante.
Aminoró la marcha a medida que se acercaba a una pequeña rotonda en el camino que rodeaba una fuente tan grande que parecía un estanque. Su mirada se dirigió hacia la fachada de la casa. Ante ella se alzaban cuatro pisos de piedra y torres decoradas. Grandes ventanales adornados con piedras esculpidas colgaban orgullosamente en el frente de la casa.
Tabby inhaló lentamente. Todo era tan elegante… tan distinguido. Pero, qué era lo que esperaba? La Abadía Hartland era el hogar de un duque, después de todo. Por supuesto, todo sería majestuoso e imponente. Mas aun a los ojos de una señorita de una pequeña villa, de donde era Tabby.
Ella no pertenecía allí. Y si la duquesa veía su atrevimiento como un insulto y se negaba a recibirla? Y si el mayordomo ni siquiera la dejaba pasar por la puerta principal? Tabby podría morir de hambre, o algo peor. Sacudió la cabeza. Ahora no era momento de pensar en lo peor. Ella necesitaba ser positiva y presentarse de la mejor manera.
Si Dios así lo quería, sería suficiente.
Tabetha se detuvo en el ingreso, su corazón latía con prisa. Dos escaleras de piedra conducían al rellano, cada una en dirección opuesta para llegar al lugar. Grandes urnas de piedra decoradas con flores en las balaustradas. El lugar era digno de la realeza, seguramente. Tabby suspiró.
El cielo sabía que ella no pertenecía a ese lugar. Quizás debía regresar en ese momento, antes de que fuera demasiado tarde. Antes de que se volviera un completo lío.
Cuando quitas el dinero y los títulos, todos somos iguales. Recuerda tu lugar, pero nunca te consideres menos. Las palabras de su madre daban vueltas en su cabeza, y Tabby levantó su barbilla. Ella podía hacer eso.
Ella debía, ella no tenía otra opción.
Tabby dio un paso dubitativo, luego otro, y otro hasta que llegó a la puerta de ingreso. Inspiró otra vez, alcanzó el llamador ornamentado. Cuando la puerta de roble se abrió, ella exhaló.
Un lacayo vestido con pantalones de color dorado y un frac azul marino la analizó, permitiéndole luego ingresar.
Tabby hizo una reverencia y luego desvió la atención del lacayo hacia el mayordomo de aspecto severo. Un hombre mayor con cálidos ojos color avellana que resaltaban su expresión seria.
Tabby volvió a tragar a pesar del nudo que sentía en su garganta. “He venido a visitar a la Duquesa de Devon”. Desvió la mirada hacia las puertas dobles en el extremo más alejado del vestíbulo de entrada. Una equivocación que la puso aún más nerviosa.
“Su nombre, por favor”. El mayordomo entrecerró sus ojos, estudiando a Tabby.
“Miss Tabetha Barkley.” Su corazón se aceleró a medida que pasaban los segundos. Si la rechazaba, ella no tendría adónde acudir.
Finalmente, el mayordomo se dirigió hacia el lacayo. “Lleve a Miss Barkley al salón mientras veo si la duquesa está en la casa para recibir a las personas.”
El lacayo asintió, luego se dirigieron a Tabby. “Por aquí, Miss.”
Su corazón se aceleró de la manera más extraña cuando sus miradas se encontraron. El hombre era sorprendentemente guapo, de cabello castaño claro y ojos verde oscuro. No pudo evitar notar su estatura y complexión musculosa mientras lo seguía por el piso de mármol del vestíbulo de entrada.
Seguramente causaba un gran revuelo entre las mujeres de la casa. Cómo no iba a hacerlo siendo tan guapo como era?
Las puertas se abrieron, y ella lo siguió hacia la casa principal. La sorprendió la opulencia a medida que atravesaban el salón principal. Las paredes eran del mismo color azul oscuro del frac del lacayo, los adornos en blanco y oro, y las molduras le daban un toque elegante.
Echó un vistazo por una de las enormes ventanas que daban hacia la extensión de césped verde que rodeaba la mansión. Tabby no pudo evitar pensar en lo maravilloso que debía ser vivir en una casa tan grande.
La cabaña que había compartido con su madre era más pequeña que la entrada del hall, y los muebles en mal estado no se hubieran podido comparar jamás con las sillas acolchadas de terciopelo dorado y azul con respaldo alto por las que pasó.
El lacayo se detuvo delante a una puerta, la abrió, y se paró al lado. “Siéntase cómoda, Miss Barkley”.
Tabby pasó junto a él, ingresando a la habitación, luego miró hacia atrás. “Gracias.”
“Ha sido un placer”. Él le sonrió.
Ella le sonrió también, su corazón latía con fuerza. El hombre era demasiado guapo. Antes de que ella pudiera decir algo más, él cerró la puerta, dejándola sola. Tabby se dio vuelta, tuvo que contener la respiración al ver la opulencia que la rodeaba.
No había dudas en la idea de Tabby de que ella no pertenecía allí. Sin embargo, no tenía opción más que continuar. Inhaló profundamente, luego exhaló lentamente intentando calmar sus nervios.
Conseguir ingresar había sido su primer obstáculo. Había dudado de su capacidad para hacerlo y, sin embargo, ahí estaba. La duquesa la recibiría. Su Gracia la ayudaría. Tabby tenía que confiar en que la duquesa lo haría. Su madre le había asegurado que los Devon eran personas bondadosas.
Miró a su alrededor por toda la habitación, buscando un lugar para esperar. Un sofá color verde pálido cerca de una ventana enmarcada de blanco y con cortinas de terciopelo verde llamó su atención. Tabby caminó por la lujosa alfombra blanca y luego se sentó en el sofá de brocado.
Mientras esperaba a la duquesa, miró el resto de la habitación desde la maravillosa chimenea hasta los jarrones sobre las mesas de caoba y las columnas blancas. Si no fuera por su posición en la vida, Tabby se sentiría cómoda en una habitación así.
Quizás ahora se sentía demasiado cómoda. Quizás no debería estar sentada en el hermoso mobiliario de la duquesa. Su caminata había llenado de polvo su vestido, y Tabby hubiera odiado ofender a la duquesa o darles más trabajo a sus sirvientas.
Ella se paró y sacudió sus polleras, luego miró el sofá para sacudir los almohadones en los que había estado sentada. No había polvo en ellos, pero Tabby sentía la necesidad de pasar la mano por la tela color crema y verde pálido.
Satisfecha con los resultados, se enderezó, luego se volvió hacia la puerta justo cuando se abría. Los latidos de su corazón se aceleraban mientras se inclinaba haciendo una profunda reverencia. La duquesa era majestuosa más allá de la imaginación de Tabby.
Pareció deslizarse hacia el salón, sus pisadas silenciosas y la falda de seda amarilla que llevaba colgaba detrás de ella. Su brillante cabello negro estaba elegantemente peinado y sus ojos azules llamaron la atención de Tabby.
La duquesa podía ser confundida con alguien de la realeza, y allí Tabby parecía una niña de la villa. Era maravilloso que la duquesa no la hubiera echado de inmediato. Por el contrario, aceptó encontrar a Tabby.
“Siéntese”. La duquesa se sentó en un sillón de brocado dorado y luego señaló la silla frente a ella.
Tabby sonrió. “Gracias”. Ella se dirigió hacia la silla, pero dentro de ella dudaba qué debía hacer.
“Estoy en lo correcto si digo que usted es Miss Barkley, la hija de la partera?”. Le preguntó la duquesa, con una ceja arqueada por la curiosidad.
“Sí.” Tabby se retorció bajo el escrutinio de la regia mujer. “Mi madre me dijo que usted es una mujer amable.”
“Le estoy muy agradecida”. Su Gracia sonrió. “Pero debo confesar que estoy sorprendida por su visita”. Inclinó su cabeza, estudiándola con cautela. “Por qué ha venido?”
Tabby tragó saliva. “Disculpe mi insolencia en haberla llamado. Soy muy consciente de nuestra diferencia de posición.”
Su Gracia hizo un gesto con la mano desdeñosa. “Tonterías.”
Tabby le devolvió una sonrisa, su ansiedad desaparecía poco a poco. “Nunca hubiera venido sino fuera de suma importancia.”
La duquesa hizo un gesto con sus labios.
Tabby continuó. “Mi madre falleció hace seis meses.”
“Oh, querida”. Su Gracia extendió su mano a Tabby y le dio una caricia. “Lamento mucho su pérdida.”
“Gracias”, dijo Tabby. Se mordió el labio inferior pensando como proseguir. La última cosa que quería era causar más problemas, pero no veía otra salida. “Hay más.”
La mirada azul de la duquesa mantuvo su calidez mientras asentía. “Dime entonces”, le dijo, dándole coraje.
“No puedo continuar con la labor de mi madre. Ella intentó enseñarme su oficio, pero al final, me rendí. No tengo estómago para ser partera. Mi madre tampoco pudo dejarme nada en herencia”. Tabby cerró sus ojos para volver a tomar coraje. “Necesito un empleo.”
“Entonces has venido a pedir un puesto?”. Preguntó la duquesa.
Tabby asintió. “Sí. No tengo habilidades formales para presentarle ni una actividad laboral previa. Pero le aseguro que soy muy hábil en las tareas domésticas y la lavandería.”
La duquesa le sonrió. “Estoy segura de que lo eres.”
“Discúlpeme”. Dijo Tabby. “No sabía adónde más podía ir. Me he dirigido a todas las casas nobles que tenían avisos, pero todas me rechazaron por mi falta de experiencia. Estoy a días de morir de inanición y quedarme sin carbón.”
“No digas más”. La duquesa extendió su mano a través del espacio que las separaba, terminando la conversación. Se puso de pie y caminó hacia la puerta del salón.
El corazón de Tabby se hundió cuando vio a la duquesa atravesar la habitación. Ella no la ayudaría.
Su corazón entró en pánico. Qué haría ahora?

Capítulo 2
“Thomas,” la duquesa llamó ya que había dejado la puerta abierta.
Los ojos de Tabby se abrieron cuando vieron al apuesto lacayo ingresar en la sala. La duquesa estaba por echarla fuera? El pánico se apoderó de ella, haciéndole palpitar fuertemente el corazón. “Quizás debería irme”, dijo, su voz temblaba por los nervios. “No hay necesidad de echarme.”
“Qué? Echarte?”. Su Gracia se dirigió a Tabby, “Por qué creerías eso? No te voy a echar.”
“No?”, preguntó Tabby, en voz baja.
“Claro que no”. La duquesa negó con la cabeza. “Te estoy dando un puesto.”
“En verdad?”, Tabby no podía creerlo, esbozó una pequeña sonrisa. “Quiero decir”, volvió a decir, “Gracias, Su Gracia.”
La duquesa asintió, luego se dirigió al lacayo. “Thomas, lleva a Miss Barkley con Mrs. Miller. Indíquele que le dé a Miss Barkley una posición en la casa.”
“Sí, Su Gracia”, respondió el lacayo, luego se dirigió a Tabby. “Por aquí.”
Una extraña calidez se extendió por Tabby cuando sus miradas se encontraron. Obligó a sus pies a moverse y, en un instante, siguió al lacayo, Thomas, desde la sala. Cuando estuvieron fuera del alcance de la audiencia de la duquesa, el lacayo se quedó quieto, permitiendo que Tabby lo alcanzara.
Comenzó a caminar nuevamente con ella a su lado. “Encontrará que la Abadía Hartland es un lugar muy agradable para trabajar”, le dijo.
“Estoy segura de que sí, señor…?”, preguntó Tabby.
“Llámeme, Thomas, todos lo hacen”. Le respondió.
Tabby le devolvió la sonrisa. “Muy bien, Thomas”. Las mejillas de Tabby se sonrojaron mientras caminaban por el corredor hacia las escaleras. “Y tú puedes llamarme Tabby.”
“Es ese el apócope de algo? Un sobrenombre?”
Ella asintió. “Tabetha.”
Él volvió a mirarla. “Luces como una Tabetha.”
Ella desvió la mirada mientras pensaba su comentario. Cómo se veía una Tabetha en su mente? Fue un cumplido o le pareció desagradable el nombre? Su estómago revoloteó cuando volvió su mirada hacia él. Por qué su cuerpo se comportaba con tanta fuerza y por qué le importaba lo que pensara de ella?
Curiosidad, supuso ella. Después de todo, ella era nueva allí y no conocía a nadie contratado por los Devon.
Sucedía lo mismo con cada sirviente que pasaba. Cada uno la miró con curiosidad mientras bajaban las escaleras. La atención la inquietó, pero supuso que era natural. Después de todo, era una cara nueva en la residencia.
Con suerte, en su momento, la aceptarían. Quizás hubiera podido incluso hacer amigos allí. A Tabby le hubiera gustado mucho encajar allí. De todas formas, ella trabajaría duro y siempre estaría agradecida con la duquesa por darle una oportunidad.
“Verá que Mrs. Miller es una persona agradable”, dijo Thomas. La acompañó hasta la cocina y por un pasillo mal iluminado. “Ella es el ama de llaves y está a cargo de las sirvientas.”
“No puedo esperar para conocerla”, dijo Tabby, mostrando más coraje del que tenía. En su interior, estaba temblando. Quizás no le agradaría al ama de llaves. Podría castigarla por haber tenido la audacia de presentarse ante la duquesa solicitándole un puesto de trabajo en lugar de esperar que se hubiera presentado una vacante y presentarse a ella como debería haberlo hecho.
Tabby había usurpado la autoridad del ama de llaves y no culparía a la señora Miller si no la miraba con amabilidad. Ella había considerado una situación así desde el principio, pero no había tenido otra opción. El duque de Devon no solicitaba sirvientes, pero Tabby necesitaba un ingreso ahora. No podía esperar a que llegara el momento adecuado.
Incluso podía suceder, que el ama de llaves la rechazara como lo habían hecho todas las anteriores. Pero era una oportunidad que Tabby no podía dejar pasar. No se castigaría a sí misma por eso ahora. Recurrir a la duquesa en busca de ayuda había sido su elección, y lo mantendría, pase lo que pase.
Thomas sonrió cuando se detuvo frente a una puerta de roble llena de marcas. “Hemos llegado”.
Tabby dio un profundo respiro mientras Thomas golpeaba la puerta.
“Ahora no”, se escuchó una voz desde adentro.
“Tengo órdenes de Su Gracia”, volvió a insistir Thomas.
Tabby se preocupó. Ese no era el modo de comenzar una buena relación.
Tomar la miró. “No te preocupes. Te prometo que Mrs. Miller te dará la bienvenida.”
La puerta se abrió, y una joven mujer de cabello castaño claro y sedoso y ojos azules salió de la habitación. “Qué es esto?”, preguntó mirando a Tabby.
Sin saber qué hacer, Tabby le sonrió, y miró a Thomas.
Él le habló al ama de llaves. “Ella es Miss Tabetha Barkley”. Le dirigió una sonrisa burlona a Tabby. “La llaman Tabby.”
Tabby se sonrojó mientras miraba al ama de llaves. “Es un placer conocerla, Mrs. Miller.”
“Igualmente, entonces, debo decir que estoy confundida”. Mrs. Miller volvió a dirigirse a Thomas. “Has dicho que tienes órdenes de la duquesa.”
“Ah, sí”. Thomas tiró de la parte inferior de su chaleco. Su excelencia me ha enviado para que le dé instrucciones de darle a Tabby un puesto en la casa.
Mrs. Miller arqueó una ceja mientras volvía a dirigir su atención hacia Tabby. “Su Gracia tenía una posición en particular en mente?”
“No lo creo”, dijo Tabby, su voz comenzó a temblar. Por la forma en que el ama de llaves la miró, Tabby no pudo discernir sus pensamientos. Esperaba desesperadamente que la mujer no estuviera molesta.
Tabby arrastraba los pies por el suelo de piedra mientras esperaba que la señora Miller volviera a hablar.
Thomas dio un paso al frente. “Estoy seguro de que la duquesa quiso dejar esa decisión a usted, Mrs. Miller.”
“Muy bien”. Asintió el ama de llaves. “Tomaré las cosas desde aquí. Gracias, Thomas.”
Thomas movió la cabeza, se giró, y se dirigió hacia la puerta. “Tabby?”
Ella lo miró. “Sí?”
“Bienvenida a la Abadía Hartland”, dijo Thomas, con sus brillantes ojos verdes y una gran sonrisa en sus labios.
“Gracias”, le devolvió la sonrisa Tabby.
Él dudó en la puerta. “Nos veremos.”
Las mejillas de Tabby enrojecieron. “Espero que así sea.”
“Ahora vete”. Mrs. Miller echó a Thomas y cerró la puerta detrás de él.
El estómago de Tabby se estaba retorciendo por los nervios. Algo en el lacayo le había causado ansiedad. Ahora que se había ido, y se encontró sola con el ama de llaves, comenzó a ponerse nerviosa. Sin duda, era una tontería, pero apenas podía evitarlo.
Mrs. Miller se dirigió a ella. “Sentémonos”, le dijo mientras le acercaba una silla cerca de la chimenea.
Tabby se unió a ella, luego puso sus manos en su regazo.
“Cuéntame un poco de ti y qué es lo que trajo a la Abadía Hartland para que pueda encontrarte una posición apropiada para ti”, comenzó a decir Mrs. Miller.
“Puedo ofrecerle una disculpa. Sé que esta no es la forma convencional de hacer las cosas, y lo lamento”, dijo Tabby.
Mrs. Miller movió sus manos y sonrió. “No sucede nada.”
Tabby se sintió aliviada y comenzó a contar su historia. Le contó al ama de llaves todo sobre su vida antes de que su madre muriera, luego le contó su historia reciente. Cuando Tabby terminó, se sintió aliviada.
“Veo”. Mrs. Miller se llevó el dedo índice hacia sus labios. “Me duele decir que no tengo una posición que se adapte bien a ti. Eres educada y bienhablada. Sin embargo, no precisamos gobernantas, ama de llaves o criadas.”
“Puedo trabajar como sirviente o lavandera”, dijo Tabby, sintiendo el pánico en su pecho. Seguramente el ama de llaves no la rechazaría. No cuando la había enviado la duquesa. Añadió rápidamente: “Incluso el trabajo de criada sería adecuado”.
La Sra. Miller se encogió de hombros, frunció el ceño y entrecerró los ojos. “No te llevaría tan bajo”. Ella sacudió su cabeza. “Servirás como sirvienta. Cuando tengamos visitas de damas, te llamaré para que sirvas como doncella. Si lo haces, obtendrás más monedas en forma de propinas”.
Tabby se relajó. Era mucho más de lo que esperaba. “Gracias.”
“No me agradezcas todavía”. Mrs. Miller negó con la cabeza. “Trabajarás largas horas, y el trabajo a menudo es muy duro. Entre otras cosas, estarás a cargo de llevar baldes de carbón y agua. Fregar y pulir suelos y barandillas, así como reparar. Te emparejaré con una criada establecida hasta que aprendas tus deberes”.
“No tengo miedo al trabajo duro. Tampoco a trabajar durante largas horas, estoy acostumbrada a ello”, dijo Tabby ansiosa por comenzar y un poco aliviada por su suerte.
“Muy bien. Tendrás el último domingo de cada mes libre, igual que las noches de los demás domingos. Tu paga es de ocho libras por mes, y te daré un vestido, un delantal y una gorra, así como un lugar para dormir en la habitación de las sirvientas”.
Tabby aceptó el trato. “Ahora puedo agradecerle?”
“No hay necesidad”. Mrs. Miller sonrió. “Ven, vamos para que puedas acomodarte.”
Tabby se sintió aliviada mientras seguía al ama de llaves hacia el pasillo. Por primera vez en meses, creyó que todo iría bien. Tendría comida en el estómago y dinero de sobra. Entre su salario y el alquiler que cobraría por su cabaña, Tabby podría ahorrar lo suficiente para jubilarse y vivir cómodamente por el resto de su vida.
Apostaría que le llevaría cinco años como máximo. Entonces tendría veintisiete años. Todavía sería lo suficientemente joven como para casarse y tener una familia en caso de que llegase el caballero adecuado.
La imagen de Thomas vino a su mente, y Tabby negó con la cabeza. Ahora no era el momento para las aventuras y las fantasías románticas.
Tenía que mantenerse enfocada para poder asegurar su futuro.

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